Carlos Bacca: los ídolos contemporáneos de Júnior y el regreso a la tierra amada
Tras 10 años exitosos en Bélgica, España e Italia, el delantero de Puerto Colombia volvió al cuadro tiburón, el equipo de sus amores. La importancia de su generación y los nombres que han construido la época más laureada en la historia de los atlanticenses.
Fernando Camilo Garzón
El suelo temblaba y el Metropolitano se quería caer. “Goleador, goleador, Carlos Bacca goleador”, se escuchaba el canto que bajaba de la tribuna. Era imposible abstraerse de la algarabía, Barranquilla estaba preparada para recibir de vuelta a su héroe, el hijo pródigo que volvió de la conquista europea para vestirse con la camiseta rojiblanca una vez más. La hinchada clamaba por su ídolo. Querían verlo debutar como cuando, 13 años antes, Bacca entró para jugar un partido contra Deportivo Pasto y marcó dos goles en apenas veinte minutos.
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El suelo temblaba y el Metropolitano se quería caer. “Goleador, goleador, Carlos Bacca goleador”, se escuchaba el canto que bajaba de la tribuna. Era imposible abstraerse de la algarabía, Barranquilla estaba preparada para recibir de vuelta a su héroe, el hijo pródigo que volvió de la conquista europea para vestirse con la camiseta rojiblanca una vez más. La hinchada clamaba por su ídolo. Querían verlo debutar como cuando, 13 años antes, Bacca entró para jugar un partido contra Deportivo Pasto y marcó dos goles en apenas veinte minutos.
Tenía algo especial. ¿El olfato, el sentido de la ubicación, la potencia, la velocidad o, simplemente, el don? Era diferente, tenía esa madera de los grandes goleadores. Sin embargo, no era fácil prever que Carlos Bacca, que por aquel entonces no tenía ni 24 años, se convertiría en uno de los delanteros más exitosos de la historia del fútbol colombiano.
Del Roberto Meléndez salió una de las leyendas contemporáneas más importantes del balompié de la costa. Solo tres años después de ese debut soñado, el goleador partió para Brujas, en Bélgica, y allá brilló. Como también lo hizo en su paso por Sevilla, donde ganó dos Ligas de Europa, en los dos años que jugó con AC Milan, uno de los clubes más grandes de la historia, y en los cinco que estuvo en Villarreal, equipo con el que volvió a ganar la Europa League.
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Baluarte de esa camada de jugadores de la selección, como Radamel Falcao García, James Rodríguez o Juan Guillermo Cuadrado, que le dio a Colombia un nuevo grado de relevancia en Europa, Carlos Bacca ya sabía qué significaba ser una de las joyas de la corona de una generación privilegiada. Y conocía esa presión porque en Júnior, el pescador de Puerto Colombia se erigió como ícono de una de las épocas más laureadas e importantes en la historia del cuadro tiburón.
Una camada que despuntó en la década más reciente y que empezó con Giovanni Hernández y encumbró nombres como Teófilo Gutiérrez, Luis Díaz o Sebastián Viera, que justo el día en el que Bacca volvió a pisar la grama del Metropolitano, celebró 600 partidos con los atlanticenses, agrandando su leyenda de ser el jugador que más partidos ha disputado con los tiburones.
Barranquilla, cuna de nuestro fútbol
Héroes de sus tiempos modernos, los nombres de Bacca, Gutiérrez, Viera o Díaz se inscribieron en las páginas contemporáneas de la historia de Júnior, pionero del fútbol nacional y equipo por el que pasaron los primeros grandes nombres del balompié colombiano.
Barranquilla fue el eje principal de la difusión del fútbol en nuestro país. Era la génesis de nuestro campeonato, cuando Júnior se fundó en 1923 bajo el nombre de Juventud Infantil en San Roque, uno de los barrios más populares de la capital atlanticense. De esa época aficionada pueden reconocerse varios nombres, pero los principales recaen Romelio Martínez y Roberto Meléndez, este último, además de figura como jugador, entrenador del Júnior subcampeón de 1948 en el primer campeonato que ganó Independiente Santa Fe.
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De ese antecedente histórico se puede partir para repasar otros nombres fundamentales en la historia juniorista como el de Juan Ramón ‘La Bruja’ Verón, principal artífice de la primera estrella del equipo, en 1977, u otros nombres de equipos que también alcanzaron estrellas como Alexis Mendoza, Miguel ‘Niche’ Guerrero, Víctor Danilo Pacheco, José María Pazo, Oswaldo Mackenzie, Jorge Bolaño, Iván René Valenciano, Martín Arzuaga o Carlos ‘El Pibe’ Valderrama.
Sin embargo, a partir de 2008 la historia de Júnior dio un vuelco y empezó a gestarse la revolución que les dio a los del Atlántico su era más laureada hasta la fecha. Júnior entró a la década de 2010 con cinco estrellas y salió con nueve, tras títulos en 2010, 2011, 2018 y 2019. Eso sin contar los cuatro subcampeonatos en liga durante los mismos diez años, el de la Copa Sudamericana y los dos títulos en la Copa Colombia y la Superliga.
Detrás de los años maravillosos hay varios nombres y equipos. Etapas construidas bajo una misma estructura deportiva y la financiación de la familia Char, una de las más poderosas de nuestro país. Carlos Bacca es figura rutilante de esos equipos. Un delantero de raza que ayudó a cimentar la época más gloriosa del equipo atlanticense.
El camino entre Puerto Colombia y Barranquilla
Para llegar a ser futbolista, Carlos Bacca primero fue pescador. Es una historia conocida. No obstante, un poco antes de estrenarse en Barranquilla F.C., de viajar a Venezuela para jugar en la segunda división, y volver a Colombia, en los años en los que Júnior puso sus ojos en él para reemplazar a Teófilo Gutierrez, Bacca también trabajó recaudando el dinero de los buses intermunicipales que viajaban de su natal Puerto Colombia a Barranquilla.
El goleador creció con el mar siempre en el horizonte. Lo observaba mientras crecía, también en el trabajo y después en los tiempos muertos. Más que paisaje, era su norte. Sentía su compañía, admiraba su inmensidad. Al llegar al puerto, después del trayecto del bus o antes de devolverse, mirando el océano era más fácil imaginar los sueños que el camino que tuvo que transcurrir para lograrlos.
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No obstante, en 2009 llegó la oportunidad. Y el que le dio la chance en Júnior fue el entrenador Julio Comesaña, otro estandarte de la gloria barranquillera de los años más recientes. Y de aquel debut en Pasto su historia en Barranquilla fue un idilio. Tanto que se fue del tiburón con la promesa del retorno. La hinchada anhelaba su regreso y él esperaba el reencuentro.
Por eso, la noche del sábado, en su nuevo debut contra Santa Fe, Barranquilla tenía una atmósfera desaforada. Sin haber pisado la cancha el estadio ya hervía y cuando el exdelantero de la selección de Colombia pisó la grama, y en la primera jugada asistió de taco, el ‘metro’ se vino abajo. Es ese amor, del puro. Es el reto de volver a la tierra donde se amó la vida, la ilusión de que vuelvan los campeonatos y de revivir esas épocas de gloria en las que Carlos Bacca se convirtió en ídolo de Júnior de Barranquilla.
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