Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Con 16 años, Jarlan Barrera llegó a Bogotá. Era un joven flaco, pecoso, con los dientes desalineados y un solo objetivo en la cabeza: convertirse en jugador profesional. Quería que el fútbol les diera vida a sus fantasías más delirantes. Era agosto de 2011 cuando Carlos el Pibe Valderrama, dueño de su pase, se contactó con Luis Fernando Chonto Herrera y Hugo Galeano para que lo dejaran probar en La Equidad.
El Pibe le consiguió un hogar sustituto en la 72 con 30, desde donde se desplazaba hasta el Centro de Alto Rendimiento, donde entrenaban los equipos de las fuerzas básicas del conjunto asegurador. El club se encargaba de su transporte, que no requería un trayecto largo como es costumbre en la capital, su recorrido no se demoraba más de 30 minutos.
Así, bajo las órdenes de Davian Puentes, el samario empezó a mostrar todo su talento con el balón en la categoría sub-17. Deslumbró de inmediato. “Mostraba algunos destellos de su calidad, era un jugador al que le gustaba encarar, hacer siempre la individual, el uno contra uno. Tanto así, que en un partido llegó a sacarse a 10 futbolistas, picó el balón y anotó un golazo”, recuerda Puentes.
Pero no solo brilló por la calidad que brotaba de sus pies y dejaba tirados rivales a lo largo y ancho del terreno de juego, también se destacó por la precisión en los cobros de tiro libre. Donde ponía el ojo, allí mismo ubicaba el balón. Era eficaz. “La mayor cantidad de goles los hizo de pelota quieta, tenía una facilidad muy grande”, afirma el entrenador del conjunto asegurador, quien irónicamente tiene entre sus anécdotas un penal que el mediocampista erró y significó la eliminación del equipo en el torneo nacional sub-17.
Aun así, siempre fue el diferente del equipo. Abrió los ojos de muchos en La Equidad, tanto que en 2012 ascendió a la categoría sub-20. Jugó con los jóvenes nacidos en 1993, cuando él era del 95. En esas categorías de formación, en las que la edad cumple un papel fundamental y marca diferencia, Jarlan Barrera superó ese escollo y se quedó con un puesto en la titular de una plantilla en la que compartió con jugadores hoy profesionales como Jersson Malagón (Patriotas), Óscar Barreto (Millonarios), Mauricio Cuero (Olimpia), William Cuesta (Tolima), Andrey Estupiñán (Pasto) y Amaury Torralvo (La Equidad).
La clave de su éxito en el equipo asegurador fue su responsabilidad. Nunca tuvo una falta grave. A pesar de que le costó acoplarse a la vida en una ciudad como Bogotá, siempre respondió ante las exigencias de sus entrenadores y nunca se le escuchó un no como respuesta. Su trabajo se dividía en dos: de 8:00 a.m. 10:00 a.m. lo hacía en la cancha y de 10:30 a.m. a 12:00 p.m. en gimnasio. “Había días en los que el entrenador (Alexis García) los citaba a una práctica con el grupo profesional. Allí también le pintó la cara a uno que otro”, destaca Davian Puentes.
Su paso por La Equidad fue brillante y en especial lleno de goles. Pero no se quedó por un tema administrativo. “El pase era de Carlos Valderrama y una vez cumplidos los dos años, él quería que se hiciera efectiva la opción de compra. En ese entonces tenía un valor de $50 millones, pero los directivos de ese momento, a pesar de la insistencia de los diferentes entrenadores, no quisieron hacer la inversión. Hasta los derechos de formación se perdieron, porque no los reclamaron”, recuerda Puentes.
Por esta razón el Pibe decidió buscarle equipo. La salida del mediocampista de La Equidad coincidió con la llegada de Alexis García al Júnior. Así que Valderrama aprovechó que el técnico lo conocía para ofrecérselo. García no lo pensó dos veces, se lo llevó y lo potenció.
Hoy, seis años después de su salida de La Equidad y con varios equipos interesados en sus servicios, entre ellos Atlético Nacional y Colón de Argentina, se espera que Jarlan lidere al conjunto barranquillero en la consecución de su octava estrella este domingo (4:30 p.m.).
Twitter: @J_Delahoz
jdelahoz@elespectador.com