La gigantesca brecha en el fútbol suramericano
Con la eliminación de Junior de la Copa Libertadores, repasamos algunas de las razones por las que se ha hecho tan difícil competir en torneos continentales frente a potencias como Brasil y Argentina.
El sueño continental de la Copa Libertadores acabó para Junior y para Colombia. Ni los miles de hinchas que acompañaron al tiburón en el Metropolitano de Barranquilla, ni la experiencia y determinación de un goleador como Carlos Bacca, lograron frenar el ímpetu de Colo-Colo de Chile, que selló su clasificación a los cuartos de final del torneo continental.
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El sueño continental de la Copa Libertadores acabó para Junior y para Colombia. Ni los miles de hinchas que acompañaron al tiburón en el Metropolitano de Barranquilla, ni la experiencia y determinación de un goleador como Carlos Bacca, lograron frenar el ímpetu de Colo-Colo de Chile, que selló su clasificación a los cuartos de final del torneo continental.
Con Arturo Vidal, quien ingresó en los últimos minutos del partido, el “Cacique” derrotó por 2-1 (3-1 en el marcador global) al cuadro colombiano dirigido por Arturo Reyes, quien en este partido crucial para su continuidad en el equipo, alineó a varios hombres en ataque quedando desprotegido en defensa y con poca creatividad en la mitad de la cancha.
Cuando más se necesitaba concentración, Junior se desorientó. Cayó en desespero y terminó perdiendo en una serie en la que tenía buenas oportunidades de avanzar. “La única explicación que puedo dar es que la serie la perdimos nosotros. Tuvimos siete opciones de gol en dos juegos y convertimos solo una vez. Ellos sí fueron eficaces, y la diferencia estuvo ahí”, aseguró Reyes, quien tiene contrato hasta diciembre, y hasta el momento permanece en el equipo.
Pese a su nómina extensa y de renombre, el tiburón fue cazado en esta edición del torneo en el que no pudo conseguir ninguna victoria de local. Su destacada actuación en la victoria por 3-1 ante Botafogo en Brasil, en el primer partido de la fase de grupos, resultó siendo algo fugaz. Terminó como líder invicto del Grupo D, tras cuatro empates y dos victorias, pero no brilló en su fútbol y terminó decepcionando.
Colombia sigue en deuda
Junior es un reflejo del bajo nivel de los equipos colombianos en la Copa Libertadores en los últimos años. De cuatro equipos clasificados, el tiburón fue el único que avanzó a los octavos de final del torneo.
Atlético Nacional y Águilas Doradas se quedaron en la fase dos luego de perder contra Nacional de Paraguay y Bragantino de Brasil, respectivamente. Millonarios, por su parte, clasificó a la fase de grupos, pero quedó último en el suyo. El equipo albiazul, con una nómina corta, empató en tres ocasiones y perdió en las otras tres. Dejó escapar puntos claves en Bogotá y de visitante no rindió de acuerdo con las expectativas.
Sin embargo, esto no es algo reciente. Desde la edición de 2016, en la que Atlético Nacional logró su segunda Copa Libertadores, tan solo un equipo ha logrado avanzar de los octavos de final. Ese club fue el Deportivo Pereira que, en la edición del año pasado, finalizó como segundo del Grupo F, por detrás de Boca Juniors, subcampeón del torneo, y derrotó en octavos a Independiente del Valle, que venía de ser campeón de la Copa Sudamericana y de la Recopa Suramericana.
De resto, clubes como Millonarios, Santa Fe, América de Cali, Deportivo Cali, Deportes Tolima y Junior se han quedado en fase de grupos o en octavos de final, que realmente no ha sido en muchas ocasiones. En casi una década, después del campeonato del verdolaga, quienes lograron avanzar de la fase de grupos fueron Nacional (2018), Tolima (2022), Pereira y Nacional (2023), y Junior (2024).
Pese a que se necesitan evidentes mejoras en el formato de la Liga local, en el torneo de ascenso, en las divisiones menores de los clubes colombianos, en el número de equipos participantes en la primera división, entre otras, una de las mayores brechas que existen en el fútbol suramericano es por el dinero.
El dominio de los brasileños
No es casualidad que Brasil se haya quedado con las últimas cinco ediciones de la Copa Libertadores. En principio, clubes como Flamengo, Palmeiras o Fluminense reciben varios millones de dólares por los derechos de televisión. Por ejemplo, en esta temporada, el equipo que más recibió dinero fue Flamengo, con US$55 millones, y el que menos recibió fue São Paulo, con US$22 millones. En Colombia la cifra no supera los US$50 millones para todos los clubes.
A estas millonarias cifras les siguen las ganancias por transferencias. En una tierra en la que abundan los grandes futbolistas, los equipos brasileños logran vender a sus jugadores por más de 30 millones de euros. Por ejemplo, en 2023, Paranaense vendió a Vitor Roque a Barcelona por 40 millones de euros y, un año antes, Real Madrid compró a Endrick de Palmeiras por unos 72 millones de euros, entre fijos y variables.
Estas cifras le permiten a Brasil no solo retener a sus jóvenes talentos por unos años, sino que también pueden darse el gusto de armar plantillas de lujo e incluso repatriar a algunos de jugadores que están en un gran nivel en Europa y no en el ocaso de sus carreras.
En Brasil, los equipos con mayor valor de mercado son Palmeiras, con 191,50 millones de euros; Flamengo, con 185,80 millones, y Botafogo, con 116,75 millones. Esta es una brecha abismal, pues en Colombia el equipo de mayor valor es Atlético Nacional, con un costo estimado de 23,60 millones; seguido por Millonarios, con 23,23 millones, y Junior, con 20,10 millones.
Fuera de esto, los equipos brasileños son unas máquinas de hacer dinero con merchandising, patrocinios y boletas para los partidos. Además, luchan en un campeonato en el que los históricos pueden irse al descenso tras una mala temporada y en la que la mayoría de los equipos compiten no solo en el Brasileirao, sino también en la Copa Libertadores y en la Copa Sudamericana. Sin contar los torneos regionales. Los únicos que pueden llegar a competirles en este aspecto son River Plate y Boca Juniors de Argentina.
En contraste, el fútbol colombiano enfrenta limitaciones económicas que restringen su capacidad para retener a jugadores claves y mejorar su infraestructura. Esta diferencia impacta directamente en la competitividad internacional, donde los equipos colombianos luchan por volver a estar en lo más alto de la Copa Libertadores.
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