La entereza de Juan Fernando Caicedo

Este miércoles, en el estadio Atanasio Girardot, el Medellín recibe al Deportes Tolima (7:00 p.m., RCN), por el partido de ida de la semifinal de la Liga Águila. El delantero regresa a la convocatoria luego de superar una lesión en la rodilla.

Jesús Miguel De La Hoz
21 de noviembre de 2018 - 03:00 a. m.
Juan Fernando Caicedo ha marcado cinco goles con Independiente Medellín este semestre. / Luis Benavides
Juan Fernando Caicedo ha marcado cinco goles con Independiente Medellín este semestre. / Luis Benavides
Foto: LABP

Cuando un delantero atraviesa una mala racha se oyen abucheos, groserías, silbatinas. Con la mirada puesta en el suelo, intentando encontrar una solución a los goles errados, cae en cuenta de algo: “Es el camino que elegí”. En algún momento, todos rompemos las esperanzas de alguien cercano o acabamos con su paciencia. En un estadio de fútbol, rodeado de gente a la que no conoce, pero que cada vez que ve al delantero jugar pone toda su ilusión en sus piernas, la vida se somete a la misma lógica: no tiene derecho a errar y menos portando esta camiseta. De pronto, cuando la afición se cansa de lo que ve en el campo deja de disimular y pide su cabeza. Incluso el amor entrañable posee límites.

Esto le ha sucedido una y otra vez a Juan Fernando Caicedo, delantero de Independiente Medellín. Una semana la tribuna pide su cabeza, a la siguiente lo venera y en la próxima lo extraña. Hay algo cierto en el fútbol: los días difíciles se olvidan enseguida. No vale la pena afligirse. “Hay mucha gente que siempre me apoyó, como hay otra que no. Es algo normal en este deporte, cosas de la vida. Hay personas a las que no les gusta cómo uno juega y nunca te van a apoyar. Lo cierto es que solo me queda enfocarme en lo que tengo, en mi potencial y en los compañeros que me rodean. Por algo he estado cuatro años aquí y siempre he jugado”, dijo.

Durante su estancia en Medellín ha sido muy resistido, pero en el último juego, en el que su equipo enfrentó al Atlético Bucaramanga y perdió, fue extrañado por todos. Muchos critican y lo hacen con vehemencia, pero Caicedo siempre hace oídos sordos, su fortaleza mental lo tiene enfocado en lo que quiere y no se deja amilanar por las adversidades. “El tener la capacidad de resistir situaciones difíciles, en especial con la hinchada, y demostrar su entereza no me sorprende. Porque tiene capacidad para salir adelante, los objetivos claros. Y cuando las cosas se ponen en su contra, sabe cómo superarlas”, destacó Octavio Zambrano, entrenador del Medellín.

Tener claro para dónde va es algo que ha demostrado desde el comienzo de su carrera, cuando las puertas del fútbol profesional se le abrieron en Villavicencio, en 2008, con Centauros. Allá debutó con la idea de ser un goleador, un jugador fundamental. Rápidamente deslumbró con su velocidad y gambeta. El que quedó más sorprendido fue Fernando Velasco, quien era técnico de Cortuluá en 2009. “Desde que lo vi, siempre quise contar con él. Y la oportunidad se me dio cuando ascendimos a primera división (2010). En ese momento nos pusimos en contacto con Hernando Ángel, quien era el dueño de sus derechos, y lo llevamos a Tuluá”, recordó Velasco.

No se quedó, a pesar de las peticiones del estratega. Pero cuando las cosas se ven oscuras aparece una mano para impulsar. Esa fue la de Fernando Pecoso Castro. “Antes de iniciar la temporada 2011 estuve en Cali para ver unos entrenamientos del equipo Boca Juniors y entre los jugadores que vi estaba Juan Fernando Caicedo. Me llamaron mucho la atención su estilo de juego, su actitud y velocidad. Lo llevé a Armenia a hacer la pretemporada con el Quindío y se ganó un puesto en el equipo. Fue un delantero importante, tanto que lo terminaron vendiendo para el exterior”, afirmó el manizaleño.

Jugó en Independiente de Argentina, equipo con el que no logró brillar, y se vio obligado a regresar a Colombia. Santa Fe fue otro paso en falso en su carrera. Las caídas parecían acumularse, pero nuevamente la mano del Pecoso apareció. Se lo llevó al Atlético Huila, donde tuvo un semestre de ensueño. “Hay jugadores que llegan al fútbol profesional sin tocar equipos en divisiones menores, que nacen con grandes cualidades y condiciones. Él tiene esa virtud, se mueve bien en el frente del área. Así logró un ascenso rápido en el fútbol colombiano y es por todo lo que ha demostrado y esa capacidad goleadora que está donde está”, resalta Pecoso.

Sus entrenadores lo catalogan como una persona alegre, con mucho carisma. Además de muy profesional. “Cuando lo conocí en una veeduría que hicimos en los entrenamientos de pretemporada en la base aérea (Rionegro), estaba lesionado, pero de inmediato demostró su deseo de jugar. Él insistía en que lo podía hacer y lo hizo por 15 minutos. Cuando lo vi mermado físicamente, le dije que parara. En ese momento me di cuenta del compromiso como profesional, de su entereza y que estaba dispuesto a asumir el riesgo que fuera por este equipo. Eso me dio una base de lo que podía ser como competidor”, señaló Zambrano.

Con esas cualidades se ganó un puesto dentro de este Independiente Medellín e incluso se convirtió en el líder de la plantilla tras la salida de Didier Moreno. “Lo demuestra siempre dentro y fuera de la cancha”, agregó el ecuatoriano. Por eso, a pesar de la resistencia que muchos le tienen, los entrenadores le dan el voto de confianza. Y hoy, cuatro días después de ser extrañado en Bucaramanga y superar una lesión de rodilla, regresa a la plantilla del Poderoso, que recibe en el Atanasio Girardot, por el partido de ida de las semifinales de la Liga, al campeón, el Deportes Tolima.

Por Jesús Miguel De La Hoz

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