La inestabilidad de los técnicos, otro mal del fútbol colombiano
Van cinco fechas del campeonato y el mismo número de entrenadores que han abandonado sus cargos. La ausencia de proyectos duraderos perjudica el nivel del balompié en el país.
En el fútbol profesional colombiano no hay procesos. Y por eso el nivel es tan bajo con respecto al de otras ligas. Eso queda demostrado en los torneos internacionales, en los que ya hay que celebrar como un título superar la fase de grupos. Aquí la mayoría de aspectos terminan jugando en contra del buen espectáculo y de los resultados de los clubes.
Le puede interesar: Las escuelas que han marcado la historia del fútbol colombiano
No es un secreto que los torneos cortos han promovido la mediocridad. Aunque han quedado campeones equipos que con el formato largo sería casi imposible que lo lograran, el afán por un título ha derivado en que los entrenadores se muevan con tanta constancia como se equivocan pases en el césped.
Cuando apenas iban tres fechas del actual campeonato, Giovanny Ruiz salió de la dirección técnica del Deportivo Pasto, que, como otras instituciones, volvió a confiar en un estratega que en el pasado obtuvo buenos resultados: en este caso Flabio Torres, quien en otras ocasiones también habría protagonizado este tipo de artículos.
El pasado domingo, luego de perder el clásico del Eje Cafetero contra Deportivo Pereira, Eduardo Lara anunció en rueda de prensa la decisión de los dirigentes de dejarle el cargo a Fernando Dortti, gerente deportivo del Once Caldas. Su asistente será el histórico exjugador del club Elkin Soto. No obstante es de manera interina, y para ocupar dicho banquillo el más firme candidato es el argentino Juan Cruz Real, quien fue campeón con América en diciembre pasado y tuvo que dejar ese club este año.
Otro que renunció fue Dayron Pérez. Lo hizo después de que el Atlético Huila perdiera este lunes 2-0 en condición de local ante Águilas Doradas. El conjunto opita lucha por no regresar a la segunda división. Actualmente se encuentra a cinco puntos del Deportes Quindío, que por ahora se está salvando.
Y ayer dos más. Jorge Luis Bernal dejó de ser el entrenador de Patriotas. Seguirá vinculado a ese club, en el que reemplazó como DT del primer equipo a Jhon Mario Ramírez (QEPD). Y también se anunció la salida de Luis Amaranto Perea de la dirección técnica del Júnior de Barranquilla. Es un hombre que obtuvo la licencia Uefa Pro -la máxima que otorga la entidad que rige el fútbol en Europa-, que trabajó en España en las divisiones menores de Atlético de Madrid y que quizás en algún momento regrese al Viejo Continente a implementar los conceptos aprendidos. Allá respetan un poco más los procesos.
“En Colombia nunca vi procesos reconocidos. Los proyectos se comunican a la afición, pero nunca se muestran de verdad, como en otros lugares, que hay proyectos y se cumplen. Hablamos de proyectos a dos o tres años, pero nunca se cumplen. Se contrata a un entrenador: si gana, se queda; si pierde, se va. A algunos le dan un partido más, pero es muy difícil. Además, fíjese que uno escucha los programas deportivos y primero hablan 30 minutos mal del entrenador, después le piden a la gente que escriba y opine si se tiene que quedar o se tiene que ir. Luego de esas introducciones, ¿la gente qué va a decir?: que se tiene que ir. Y eso es jugar con el trabajo de las personas, pero hay que convivir con eso”, analizó Julio Comesaña, el entrenador más ganador en la historia del Júnior.
Lea también: La retrospectiva de Julio Comesaña
Hay dos grandes más que tienen a sus técnicos al borde del despido o de pedirles gentilmente la renuncia -eso les conviene más económicamente-. Hárold Rivera llegó en 2019 a Independiente Santa Fe, lo sacó de una crisis que hizo nombrar la palabra “descenso” en el entorno cardenal y fue subcampeón en 2020. A pesar de haberle ganado el clásico bogotano a Millonarios, el lunes perdió 2-0 en El Campín contra La Equidad y volvieron a multiplicarse las solicitudes para que se marche. “Hay que seguir afianzando conceptos, debemos sacudirnos de esta situación y poner a Santa Fe donde tiene que estar”, dijo el ibaguereño que espera continuar dando declaraciones como técnico albirrojo.
(Las convicciones futbolísticas de Hárold Rivera)
Y en Deportivo Cali la incertidumbre no cesa. El sábado pasado, el elenco verdiblanco empató 2-2 frente a un Millonarios que terminó con un jugador menos. “No tengo que poner excusas. Cuando el equipo juega mal, el culpable soy yo”, expresó el entrenador uruguayo Alfredo Arias. Después de la rueda de prensa se despidió de los periodistas que allí estaban. Luego los futbolistas pidieron que se quedara, que les dieran un partido más para demostrarle su respaldo. Ese encuentro será el próximo domingo ante Alianza Petrolera, en Barrancabermeja.
Puede haber miles de movimientos de entrenadores en el fútbol colombiano y tal vez eso beneficie en ciertos momentos a algunos clubes. En otros, los perjudicará. Lo cierto es que dicha situación va en contravía del buen juego, cuyo pilar, casi siempre, son los procesos serios y duraderos. A eso se suma que aquí los futbolistas se destacan y rápidamente se van al exterior, que los torneos cortos parecen tener futuro infinito, que las divisiones menores de la mayoría de los clubes no funcionan coordinadas entre sus categorías y el equipo profesional, y que los equipos no tienen el dinero para sostener una estructura exitosa, entre otros puntos.
En el fútbol profesional colombiano no hay procesos. Y por eso el nivel es tan bajo con respecto al de otras ligas. Eso queda demostrado en los torneos internacionales, en los que ya hay que celebrar como un título superar la fase de grupos. Aquí la mayoría de aspectos terminan jugando en contra del buen espectáculo y de los resultados de los clubes.
Le puede interesar: Las escuelas que han marcado la historia del fútbol colombiano
No es un secreto que los torneos cortos han promovido la mediocridad. Aunque han quedado campeones equipos que con el formato largo sería casi imposible que lo lograran, el afán por un título ha derivado en que los entrenadores se muevan con tanta constancia como se equivocan pases en el césped.
Cuando apenas iban tres fechas del actual campeonato, Giovanny Ruiz salió de la dirección técnica del Deportivo Pasto, que, como otras instituciones, volvió a confiar en un estratega que en el pasado obtuvo buenos resultados: en este caso Flabio Torres, quien en otras ocasiones también habría protagonizado este tipo de artículos.
El pasado domingo, luego de perder el clásico del Eje Cafetero contra Deportivo Pereira, Eduardo Lara anunció en rueda de prensa la decisión de los dirigentes de dejarle el cargo a Fernando Dortti, gerente deportivo del Once Caldas. Su asistente será el histórico exjugador del club Elkin Soto. No obstante es de manera interina, y para ocupar dicho banquillo el más firme candidato es el argentino Juan Cruz Real, quien fue campeón con América en diciembre pasado y tuvo que dejar ese club este año.
Otro que renunció fue Dayron Pérez. Lo hizo después de que el Atlético Huila perdiera este lunes 2-0 en condición de local ante Águilas Doradas. El conjunto opita lucha por no regresar a la segunda división. Actualmente se encuentra a cinco puntos del Deportes Quindío, que por ahora se está salvando.
Y ayer dos más. Jorge Luis Bernal dejó de ser el entrenador de Patriotas. Seguirá vinculado a ese club, en el que reemplazó como DT del primer equipo a Jhon Mario Ramírez (QEPD). Y también se anunció la salida de Luis Amaranto Perea de la dirección técnica del Júnior de Barranquilla. Es un hombre que obtuvo la licencia Uefa Pro -la máxima que otorga la entidad que rige el fútbol en Europa-, que trabajó en España en las divisiones menores de Atlético de Madrid y que quizás en algún momento regrese al Viejo Continente a implementar los conceptos aprendidos. Allá respetan un poco más los procesos.
“En Colombia nunca vi procesos reconocidos. Los proyectos se comunican a la afición, pero nunca se muestran de verdad, como en otros lugares, que hay proyectos y se cumplen. Hablamos de proyectos a dos o tres años, pero nunca se cumplen. Se contrata a un entrenador: si gana, se queda; si pierde, se va. A algunos le dan un partido más, pero es muy difícil. Además, fíjese que uno escucha los programas deportivos y primero hablan 30 minutos mal del entrenador, después le piden a la gente que escriba y opine si se tiene que quedar o se tiene que ir. Luego de esas introducciones, ¿la gente qué va a decir?: que se tiene que ir. Y eso es jugar con el trabajo de las personas, pero hay que convivir con eso”, analizó Julio Comesaña, el entrenador más ganador en la historia del Júnior.
Lea también: La retrospectiva de Julio Comesaña
Hay dos grandes más que tienen a sus técnicos al borde del despido o de pedirles gentilmente la renuncia -eso les conviene más económicamente-. Hárold Rivera llegó en 2019 a Independiente Santa Fe, lo sacó de una crisis que hizo nombrar la palabra “descenso” en el entorno cardenal y fue subcampeón en 2020. A pesar de haberle ganado el clásico bogotano a Millonarios, el lunes perdió 2-0 en El Campín contra La Equidad y volvieron a multiplicarse las solicitudes para que se marche. “Hay que seguir afianzando conceptos, debemos sacudirnos de esta situación y poner a Santa Fe donde tiene que estar”, dijo el ibaguereño que espera continuar dando declaraciones como técnico albirrojo.
(Las convicciones futbolísticas de Hárold Rivera)
Y en Deportivo Cali la incertidumbre no cesa. El sábado pasado, el elenco verdiblanco empató 2-2 frente a un Millonarios que terminó con un jugador menos. “No tengo que poner excusas. Cuando el equipo juega mal, el culpable soy yo”, expresó el entrenador uruguayo Alfredo Arias. Después de la rueda de prensa se despidió de los periodistas que allí estaban. Luego los futbolistas pidieron que se quedara, que les dieran un partido más para demostrarle su respaldo. Ese encuentro será el próximo domingo ante Alianza Petrolera, en Barrancabermeja.
Puede haber miles de movimientos de entrenadores en el fútbol colombiano y tal vez eso beneficie en ciertos momentos a algunos clubes. En otros, los perjudicará. Lo cierto es que dicha situación va en contravía del buen juego, cuyo pilar, casi siempre, son los procesos serios y duraderos. A eso se suma que aquí los futbolistas se destacan y rápidamente se van al exterior, que los torneos cortos parecen tener futuro infinito, que las divisiones menores de la mayoría de los clubes no funcionan coordinadas entre sus categorías y el equipo profesional, y que los equipos no tienen el dinero para sostener una estructura exitosa, entre otros puntos.