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El pasado miércoles 24 de mayo la cancha del estadio Pascual Guerrero en Cali estuvo cerca de convertirse en un campo de batalla. En el partido por la Copa Águila entre el Deportivo Cali y su rival de patio América, los hinchas invadieron el gramado del coliseo ubicado en el barrio San Fernando de la capital vallecaucana. Las provocaciones fueron el orden del día. El botón de la tragedia estuvo cerca de ser oprimido. Por suerte las cosas no pasaron a mayores, pero este comportamiento desató el rechazo unánime del país contra las llamadas barras bravas.
Como era de esperarse ante la gravedad de las imágenes que se vieron en muchos países, la decisión de la Dimayor fue sancionar a ambos equipos. La plaza quedó suspendida para ambos equipos por cinco fechas (dos en Liga y tres en la Copa), pero sin multa económica. Este miércoles, América enfrentó al Deportivo Pasto y debió jugar sin público en las tribunas en el Pascual Guerrero. El Cali lo había hecho con Millonarios en la última fecha del torneo todos contra todos. Para ambas escuadras faltaban cuatro fechas para completar la sanción, es decir que hoy Cali debía jugar contra Medellín con las graderías vacías.
Sin embargo, sucedió algo inesperado. Ayer, después del partido entre América y Pastro, la Comisión Disciplinaria de la Dimayor, a través de la resolución No. 009 de 2017 firmada por su presidente Francisco Ochoa Palacio, se dispuso que sí podrá haber ingreso de seguidores del cuadro vallecaucano a las tribunas occidental y oriental al estadio de Palmaseca para su encuentro de hoy con Medellín. ¿Qué sucedió para que la Comisión Disciplinaria tomara esta decisión que los aficionados al fútbol no entienden y mucho menos los que critican la forma como las barras bravas han dado lugar a interminables episodios de violencia?
Lo cierto es que, ante la apelación del Cali a la sanción, la Comisión Disciplinaria aplicó una singular vuelta de tuerca y resolvió que, para minimizar los graves perjuicios que colateralmente alcanza a los diversos actores del espectáculo futbolero y gracias a los videos aportados, se debe atenuar la sanción para enfocarla en sus responsables. Según la Comisión, “fluye la razonabilidad de la sanción, pues de un lado se estirpa el mal de donde realmente reside, y se amortigua el efecto reflejo de las sanciones tan generalizadas que alcanzan en un momento dado injustamente a espectadores de bien y los demás actores del espectáculo”.
En otras palabras, que los sancionados deben ser los integrantes de las barras bravas y no la gente “bien” del equipo Deportivo Cali. Así las cosas, la Comisión adoptó la decisión de habilitar las tribunas occidental y oriental y dejar suspendidas las localidades de norte y sur para el encuentro que se disputará hoy en el estadio de Palmaseca, situado en Palmira (Valle). La suspensión total aplicó únicamente para la primera fecha. La norma también va a beneficiar también al América de Cali si llega a clasificar a las semifinales de la liga. Ante las críticas de por qué entonces no se dejó jugar al América con su público en el partido contra Pasto, la razón de la Comisión es que América pagó su primera fecha sin público, como lo hizo Cali contra Millonarios.
Sin embargo, a raíz del giro de 180 grados en la sanción al Cali y el América, y a pesar de que el propio presidente de la Dimayor Jorge Perdomo había protagonizado en los micrófonos, incluso tratando de extender su competencia a las transmisiones radiales y deportivas de los partidos de ambos oncenos, los seguidores de las decisiones de la Comisión Disciplinaria recordaron que no es la primera vez que este organismo no mide con igual rasero. Para la muestra lo que sucedió el 10 de agosto de 2016, cuando los hinchas de Millonarios invadieron el terreno de juego del estadio El Campín en un partido contra el Atlético Bucaramanga.
Era un partido adelantado, válido por la fecha 14 del rentado nacional. Cuando faltaban pocos minutos para finalizar el encuentro, ante el desagrado de los hinchas por la derrota parcial contra los leopardos en condición de local, un grupo significativo de ellos invadió el terreno, lo que obligó al árbitro a finalizar el encuentro. En esa ocasión, la Comisión Disciplinaria de la Dimayor aplicó la máxima severidad con el conjunto embajador. Lo sancionó con cuatro fechas en condición de local, una multa económica de (17,925,804 millones de pesos) y la pérdida del partido por retirada o renuncia, lo cual dejó el marcador final en contra de Millonarios por tres a cero.
Un golpe duro a las finanzas del cuadro embajador. En ese momento, la decisión se vio como una solución ejemplar a la conducta impropia de los espectadores. Además, como advertencia para episodios similares. La Comisión quería sentar un precedente y, por eso, a través de la resolución 36 de 2016, negó la apelación de Millonarios y concluyó que “la conducta impropia de los espectadores en un recinto deportivo es previsible y controlable, motivo que de plano desecha cualquier otro análisis”. En la sanción original había dicho: “La invasión del terreno de juego, la violencia sobre las personas y el lanzamiento de objetos que generaron la terminación anticipada del encuentro futbolístico, fueron de tal gravedad que hacen pertinentes las sanciones impuestas”.
Al final, Millonarios pagó las cuatro fechas de suspensión de su plaza. Todavía su presidente Enrique Camacho se queja públicamente de lo que significó para el club esa sanción. Por eso, cuando ocurrió el episodio del pasado miércoles 24 de mayo con los aficionados de Cali y América en la cancha del Pascual Guerrero, en una invasión de campo que pudo haber terminado en tragedia, todos los aficionados del fútbol entendieron que se venía una sanción similar. Y así fue. El presidente de la Dimayor fue el más incisivo en sus declaraciones y hasta el alcalde Cali aseguró que estaba dispuesto a prohibir el fútbol en la ciudad.
Sin embargo, después de los rostros de severidad de los dirigentes del fútbol colombiano, en menos de una semana cambió la perspectiva. Ayer, la Comisión decidió que lo protagonizado por los aficionados de Cali y América no fue tan grave, o si lo fue, pero solo deben ser sancionadas las barras bravas. La gente “bien” no tiene por qué pagar por lo que hacen los desadaptados. En el caso de la sanción a Millonarios, no hubo distinción entre barras bravas y gente “bien”. Tampoco se tuvo en cuenta que en el partido entre Cali y América hubo incidentes antes y después del partido, e incluso se registraron disparos que crearon inseguridad en el sector de San Fernando.
El problema es que la Comisión Disciplinaria de la Dimayor no tiene quien la contradiga. Solo quedan los antecedentes que prueban cómo se aplican las normas con distinto rasero. Por ejemplo, en el partido final de la Copa Águila de 2016 entre Nacional y Júnior en Barranquilla, la afición se metió a la cancha al final del encuentro e incluso una persona alcanzó a agredir levemente con un arma blanca al jugador Miguel Borja. La Comisión Disciplinaria multó al equipo barranquillero y lo suspendió por dos fechas. En otras ocasiones son agredidos los buses de los equipos con los jugadores a bordo y no se expresa. Definitivamente, no es el tribunal disciplinario de la Dimayor el organismo que lidere la urgencia que pide Colombia: la eliminación de la violencia en el fútbol.