Los días más dulces del matecaña
Por la Copa Libertadores, Deportivo Pereira juega uno de los partidos más importantes de su historia. Un repaso por sus años aciagos y gloriosos en entrevista con Guillermo Ruiz, a propósito de su nuevo libro: “La furia ‘Matecaña’ campeón”.
Fernando Camilo Garzón
Cuando el balón pasó la línea nadie se percató de que tocara la red. Antes de que decretaran gol, tras el remate seco y certero de Léider Berrío, ya se había “caído” la tribuna del estadio Hernán Ramírez Villegas. Fue ese 7 de diciembre. Manos arriba, puños cerrados. Unos se abrazaban, otros lloraban. El barullo no paró por días y hoy, casi seis meses después de la hazaña, Deportivo Pereira sigue celebrando que es el campeón del fútbol colombiano.
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Cuando el balón pasó la línea nadie se percató de que tocara la red. Antes de que decretaran gol, tras el remate seco y certero de Léider Berrío, ya se había “caído” la tribuna del estadio Hernán Ramírez Villegas. Fue ese 7 de diciembre. Manos arriba, puños cerrados. Unos se abrazaban, otros lloraban. El barullo no paró por días y hoy, casi seis meses después de la hazaña, Deportivo Pereira sigue celebrando que es el campeón del fútbol colombiano.
“Conseguir un título después de 79 años merecía hacerle un reconocimiento a la hinchada, que durante tanto tiempo, aun con sus crisis y fracasos, siempre siguió al lado del equipo”, pensó Guillermo Ruiz, el historiador más importante y reconocido del balompié nacional, que esa misma noche, coronada la estrella de diciembre en Risaralda, puso en marcha un libro que reuniera toda la historia del equipo.
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“Año tras año y jornada tras jornada. Las grandes figuras, sus récords y las fotografías de todos los equipos. Lo más importante y destacado de Deportivo Pereira, su historia condensada en un documento con el título que hace honor a su gran fiesta: La furia “Matecaña” campeón, agrega Ruiz.
Son los días más felices del cuadro risaraldense. El título de diciembre le dio paso a la Copa Libertadores. Y los azares del sorteo a enfrentarse con Boca Junios, al que estuvo a nada de sacarle un empate en la Bombonera y que ahora llegará al estadio Hernán Ramírez Villegas para un partido inédito.
Para Deportivo Pereira será uno de los encuentros más importantes de su historia. Antes de esta Copa jamás había jugado un torneo internacional de forma oficial. Por la capital risaraldense, de la década del 50 hasta entrados los 80, sí pasaron varios equipos extranjeros. La gente se acercaba para ver a los combos que venían de afuera. Recuerda Guillermo Ruiz, incluso, que Diego Maradona jugó contra los matecañas un partido el 9 de febrero de 1980 en el que, según Pelusa, hizo el gol más lindo de su carrera, por encima incluso de aquel contra Inglaterra en el Mundial de 1986.
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Pero nada de eso se asemejará a jugar en casa un partido con el cuadro xeneize. Se espera que no quepa un alma, que no haya rincón que no vibre el jolgorio, como ocurrió hace apenas unos meses. “Este juego parte la historia de Pereira en dos, porque jugar con Boca Juniors es un honor muy importante. Quedaron campeones, ahora juegan la Libertadores. Son cosas que Pereira vive por primera vez, que lo tienen respirando fino. Es un lujo que ahora se da Pereira y que ya ni se lo pueden dar los más grandes de Colombia”, dice Guillermo Ruiz.
El valor de la tradición
La furia matecaña es uno de los equipos históricos del fútbol colombiano. Estuvo desde los inicios de la Liga, más allá de que, entre altibajos y malos resultados, apenas ahora prueba las mieles del éxito.
La tradición de Pereira es de larga data. “Desde El Dorado tuvo equipos muy importantes. Conjuntos que eran casi una selección paraguaya, con Marcelino Vargas, Casimiro Ávalos, Vicente Sánchez o César López Fretes, que después fue entrenador y dirigió a un equipo extraordinario que conocimos como el ‘Kínder’ de López Fretes”, explica Ruiz, que también agrega la nómina que maravilló en el 65, con jugadores como Isaías Bobadilla, Miguel Escobar, Pedro Pollo Díaz, Efraín Padilla y José Antonio Rada. Y también a la del 74, en la que estaba Maestrico Jairo Arboleda, uno de los ídolos de Risaralda.
Deportivo Pereira es uno de esos equipos a través de los cuales Guillermo Ruiz, en sus palabras, ha “organizado la historia del fútbol colombiano”. Es un especialista en el tema y ha escrito numerosos libros, desde el abecé del balompié nacional hasta el registro histórico de todos los grandes del país.
Se encontró con el fútbol por su afición a las revistas, la prensa y la radio, medios especializados que, desde los años de El Dorado, empezaron a narrar a grandes rasgos la historia del naciente campeonato. Guillermo Ruiz se enamoró de la pelota por las revistas de El Gráfico, que encontraba escondidas en una caja en el Ingenio San Carlos del Valle del Cauca, donde creció. El niño, con la emoción del pequeño que desbarata el regalo de Navidad, se maravillaba con las fotos de los arqueros volando y equipos enteros de futbolistas, que más le parecían la fastuosa formación de un grupo de guerreros.
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Y con el amor cultivado desde la infancia empezó su titánica labor de narrar la historia local del fútbol, de ordenar miles de archivos, fotos y estadísticas, por allá en los años 80. Su cruzada la sigue hasta hoy, y una de sus batallas más recientes es la de Deportivo Pereira, un libro que sacó, sobre todo, con la fuerza de su espíritu.
Una historia que salió en medio del dulzor que impregna a los risaraldenses por estos días, muy distinta a las acostumbradas decepciones y descensos que marcaron más de siete décadas de historia. Una realidad que se explica, según Ruiz, como la de todos los equipos en Colombia, por administraciones que llegan unos años y cuando los títulos no aparecen abandonan el barco. Dirigentes que no están a la altura de las instituciones, ni de su hinchada, ni sus ciudades.
Pero por ahora en Pereira no se quiere saber de esas angustias de otros días, aunque la historia escrita está. Ahora celebran días felices. Y un triunfo desataría la “Furia Matecaña”, pues supondría buenas chances de pasar de ronda en la Libertadores, un destino inesperado hasta por el aficionado más optimista, pero que hoy en el Hernán Ramírez Villegas puede ser una realidad.
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