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Sigue siendo un enigma cuándo y por dónde llegó el fútbol a Colombia. En lo que sí coinciden los historiadores es en el cómo. Miembros de la aristocracia criolla, que estudiaban en Europa o viajaban constantemente a España, Francia e Inglaterra, aprendieron a jugarlo allá y trajeron reglamentos y balones para enseñarles a sus conocidos. También lo hicieron ingenieros británicos que trabajaban en la construcción del Ferrocarril de la Costa y organizaban partidos con sus obreros.
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Eso ocurrió hace más o menos 130 años, pero todavía no está claro si fue primero en Santa Marta, Barranquilla o Tumaco. Pasto y Bogotá también se proclaman cuna de nuestro balompié, porque en esas ciudades se desarrolló y organizó más rápidamente.
Lo cierto es que aunque muchas veces se tome a 1948 como el año en el que surgió nuestro fútbol, porque fue cuando se jugó la primera edición del torneo rentado, varias décadas antes comenzaron a gestarse las características de ese fenómeno social que ha marcado la historia del país y que, aunque internacionalmente no haya sido tan exitoso como el ciclismo, sí es un elemento fundamental de la identidad nacional.
En 1892, el primer partido
Hay archivos de prensa que indican que el 22 de junio de 1892 se jugó el primer partido de fútbol en Colombia. Fue organizado por Henry Rowan Lemly, un militar, escritor, historiador e ingeniero civil estadounidense, que llegó al país años antes como docente de la Escuela de Cadetes. Él se encargó de promover la hasta entonces desconocida práctica deportiva en la institución, ubicada al costado sur de la Casa de Nariño. Fue allí en donde, reglamento en mano, se dio a la tarea de instruir a los novatos jugadores, en una época en la que lo que a los jóvenes les apasionaban era la cultura, la música y, sobre todo, la política, más que esa extraña actividad que ni siquiera entendían.
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Lo mismo pasó en potreros y playas de la Costa, en donde los trabajadores del ferrocarril y las bananeras jugaban en sus ratos de descanso. En las playas del departamento de Nariño, los marineros impresionaban con sus piruetas y extraños accesorios, pues entonces los gorros eran parte del uniforme, así como el pantalón tres cuartos y los zapatos.
Paulatinamente se fueron organizando equipos, especialmente en colegios, universidades y clubes sociales, instituciones exclusivas para la alta sociedad criolla de finales del siglo XIX y comienzos del XX, que eran las que tenían recursos para comprar balones y acondicionar escenarios, en este caso, al menos demarcar potreros y construir las porterías.
Para 1910 el fútbol ya era el principal pasatiempo nacional. El Polo Club y el Foot Ball Club Bogotá fueron los epicentros en la capital, al lado del Club Bartolino. El Barranquilla mandaba la parada en el Atlántico, al igual que el Club Esmeralda, en donde se jugó el primer partido oficial con árbitro, organizado por Arturo de Castro. También se comenzaron a organizar equipos en Cali y Medellín, con los que se programaban intercambios deportivos una vez al mes, pues las distancias eran largas y las condiciones de los viajes, por trochas y caminos destapados, complicadas.
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En esas circunstancias se fueron fraguando rivalidades regionales que se intensificaron con la creación de la Asociación Nacional de Fútbol (Adefútbol) en 1924 y la realización de las dos primeras ediciones de los Juegos Nacionales. En 1928, en Cali, el ganador del torneo fue el onceno de Cundinamarca. Y cuatro años después, en Medellín, Atlántico fue el vencedor.
Ya en esa época eran comunes las giras de clubes internacionales por nuestro país. Incluso los equipos locales habían contratado a jugadores extranjeros, pues la FIFA, en su ánimo de expandirse por todo el mundo, afilió a Colombia en 1936. Existían ya, entre otros, Deportivo Cali, Júnior, Medellín y América. Claro, no como grandes clubes, sino como equipos de fútbol legalmente constituidos.
La primera selección colombiana se conformó para un cuadrangular internacional amistoso con motivo de los 400 años de fundación de Cali, ante México, Argentina y Cuba. En el equipo nacional, que fue dirigido por el uruguayo Donaldo Ross, estuvieron, entre otros, Romelio Martínez y Roberto el Flaco Meléndez, en cuyo homenaje se bautizarían muchos años después los dos estadios de Barranquilla.
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Hubo otra selección integrada solamente por jugadores vallecaucanos y una de antioqueños. La disputa regional se intensificó y cada liga departamental comenzó a funcionar con autonomía, lo que debilitó la Adefútbol.
El Bogotazo, otro empujón
La crisis social que estalló con el Bogotazo, el 9 de abril de 1948, e intensificó la guerra bipartidista, obligó al gobierno de Mariano Ospina Pérez a impulsar actividades de recreación para la gente. Una de ellas fue la Liga Profesional, que arrancó en el segundo semestre con el liderazgo de Alfonso Senior Quevedo y Humberto Salcedo Fernández.
El 15 de agosto, con 10 equipos, se inauguró el torneo rentado (porque la gente comenzó a pagar para ver los partidos) y con él una nueva etapa de nuestro balompié. Santa Fe, con el peruano Carlos Carrillo Nalda como entrenador y de la mano de figuras como Julio ‘Chonto’ Gaviria, Jesús María Lires López y Hermenegildo Germán Antón, salió campeón. Ganó 12 partidos, empató tres y perdió solo tres. Marcó 57 goles y permitió 29, para superar al Júnior, subcampeón.