María Paula Rincón: La primera colombiana en la Liga saudita
Esta bogotana ha sido protagonista en la transformación cultural a favor de las mujeres que viven ese país de Oriente Medio.
En los últimos años Arabia Saudita ha tenido cambios sustanciales con respecto a la incorporación de las mujeres en la vida cotidiana, gracias al príncipe heredero Mohamed Bin Salmán, quien les permitió mayor participación en la vida laboral, el ingreso a los estadios y practicar diferentes disciplinas deportivas.
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En los últimos años Arabia Saudita ha tenido cambios sustanciales con respecto a la incorporación de las mujeres en la vida cotidiana, gracias al príncipe heredero Mohamed Bin Salmán, quien les permitió mayor participación en la vida laboral, el ingreso a los estadios y practicar diferentes disciplinas deportivas.
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En el mundo occidental el fútbol femenino ha tenido muchas batallas, pero, ¿cómo es en Medio Oriente? Eso es lo que cuenta María Paula Rincón, una futbolista bogotana de 25 años, quien estudió ciencias del deporte en la Universidad de Portugal y desde que era una niña sabía que el fútbol iba a ser protagonista en su vida.
En sus primeros años de colegio su compañía siempre eran los balones y sus amigos. Tanta fue su dedicación, que recibió el llamado a un microciclo de la selección colombiana con tan solo 12 años. Compartió con Liana Salazar, Paola Sánchez, las gemelas Ariza y otras más de esa generación. Lastimosamente la diferencia de edad era de casi seis años y la intensidad, así como la carga física, le hicieron abandonar ese proceso.
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En Portugal encontró la oportunidad de alternar sus estudios con la práctica deportiva y pudo estar en una pretemporada con el club Valladares Gaia. Posteriormente realizó sus prácticas como entrenadora de la sub-11 en una sucursal del primer equipo portugués en el que estuvo, Dragon Force. Allí también jugó y probó sus habilidades con los más pequeños. Con estas experiencias y la finalización de su carrera académica logró obtener el nivel Uefa C de directora técnica, avalado por la Fifa.
En 2019 su vida cambió cuando a su pareja le ofrecieron trabajo como entrenador en Arabia Saudita. Para poder acompañarlo debía casarse, una idea que ya tenían en mente.
En ese país, solo hasta 2018 las mujeres pudieron ingresar a los estadios y en 2019 anunciaron la creación de la Liga Nacional de Fútbol Femenino, por iniciativa del príncipe Bin Salmán, la directora técnica de la selección nacional y el Ministerio del Deporte, con el ánimo de tener mayor fogueo internacional y sumar puntos en el escalafón FIFA.
María Paula llegó y se vinculó pronto al Al Yamamah FC, en el que además de jugar y pudo ser entrenadora en divisiones menores. Este club fue uno de los 16 que disputaron la primera edición de la Liga Femenina de Arabia Saudita.
Tenía todo tipo de jugadoras, desde compañeras huérfanas hasta cinco princesas. Precisamente una de ellas es capitana y su familia dueña del equipo, así como de algunos clubes de Inglaterra, Francia, Bélgica, Dubái e India. “Encontré a mujeres que a pesar de su condición económica son afines a mi personalidad y muy humanas”.
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En medio de la conmoción por la pandemia, Rincón volvió a Colombia y solo pocas semanas antes de la reanudación de la Liga en Arabia Saudita, sus compañeras de equipo la llamaron para que volviera. Pagaron todos los gastos de su traslado, así como los de su esposo, con el ánimo de que fuera parte del plantel en la primera liga femenina.
Antes existían juegos clandestinos, puesto que ningún ente gubernamental los supervisaba. Las mujeres organizaban partidos, pero ninguno contaba con la presencia de hombres. De hecho, lo que más impresionó a María Paula fue la adecuación de los escenarios deportivos, porque todos estaban cubiertos para que no las pudieran observar, pese a que ya se había anunciado la aceptación de las mujeres en las canchas.
También le costó asimilar tener que utilizar una licra en condiciones climáticas arriba de los 30° C, puesto que no podía mostrar las piernas. No entendía por qué siendo extranjera tenía someterse a esas mismas reglas, aunque algunas de sus compañeras sí debían utilizar un Hijab deportivo que cubriera su rostro y una licra sobre brazos y piernas.
Otro requisito para integrar un equipo de fútbol allá es el consentimiento informado de los padres, hermanos o parejas de las jugadoras. Ellos las autorizan a jugar, pero muchos las limitan. “El 80 % de mi equipo no tenía permitido mostrar su cara en redes sociales ni en medios por cuestiones religiosas y políticas”.
La Liga, avalada por el gobierno, cuenta con diferentes fases: la primera era la regional y estaba conformada por 16 equipos distribuidos en tres ciudades: Riyadh, Jeddah y Dammam.
En esa fase, Al Yamamah FC, el equipo en el que María Paula jugó, quedó campeón. Y luego, en la final nacional, frente a clubes de otras regiones, finalizó en el tercer lugar.
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“Allá las jugadoras no viven del fútbol. La mayoría tienen sus trabajos externos y el deporte es algo recreativo. Ninguna recibe salario, aunque ganamos $32 millones por obtener el campeonato regional y $212 millones por el tercer lugar nacional”, dice.
María Paula, que en Colombia no alcanzó a jugar la Liga profesional, está agradecida por la experiencia que vivió y no duda en volver a Arabia Saudita para una próxima edición del torneo, que ratifica la transformación cultural a favor de las mujeres que vive ese país.