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Alberto Gamero y Hernán Torres: La mirada de Jhonny Ramírez

El exjugador, que fue campeón de la liga con los dos entrenadores, habla de las metodología de ambos estrategas, de su temperamento, de sus formas y de su idea de juego. No arriesga con un candidato, pero en su corazón, y por su pasado azul, quiere Millonarios alcance la estrella 16.

Fernando Camilo Garzón
17 de junio de 2021 - 07:58 p. m.
Jhonny Ramírez fue campeón con Millonarios, dirigido por Hernán Torres, y con Boyacá Chicó, dirigid por Alberto Gamero.
Jhonny Ramírez fue campeón con Millonarios, dirigido por Hernán Torres, y con Boyacá Chicó, dirigid por Alberto Gamero.
Foto: Crédito: Archivo El Espectador
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La historia de Jhonny Ramírez con Alberto Gamero y Hernán Torres es la de aquel que cumplió su sueño. El de él era ser profesional, jugar en un grande de Colombia y también ser campeón de la liga. Con Gamero, Ramírez consiguió el título en 2008 con Boyacá Chico y con Torres logró en 2012 la anhelada estrella 14 con Millonarios.

Por ambos — asegura— siente mucho aprecio y está muy agradecido porque le dieron los recuerdos que más atesora de su época como futbolista, siendo protagonista y figura de los dos equipos campeones.

Ramírez empezó en las inferiores de Envigado. Soñaba con jugar en un grande como Atlético Nacional, pero después de su paso por la Cantera de Héroes, y por Real Cartagena, el antioqueño recaló en Boyacá Chicó en 2008. Era una buena oportunidad de jugar en la primera división, aunque jamás esperó que allí iba a coronarse como campeón de la liga.

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Una sorpresa que se llevó desde que llegó al equipo cuando Eduardo Pimentel le aseguró al plantel, en el primer día de la temporada, que ese equipo sería campeón. El correr de la temporada demostró que el dueño del Chicó tenía razón y finalmente esa nómina, dirigida por el profe Gamero, quedó campeona del Fútbol Profesional Colombiano (FPC).

Y años más tarde, cuando Ramírez llegó a Millonarios, la alegría sería todavía más grande cuando en 2012 el antioqueño volvió a coronar la liga con los embajadores. Desde el primer día en que llegó a Bogotá la pregunta que más escuchó Ramírez en la capital fue “¿Y cuando nos van a dar la 14?”. Hazaña que alcanzaría de la mano de Hernán Torres aquel 16 de diciembre, después de 23 años de sequía.

Hoy en el retiro, después de una carrera en el muy exitosa en el FPC, Jhonny Ramírez es una de las voces más autorizadas para analizar el duelo de técnicos criollos en la final de la Liga BetPlay.

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¿Cómo ve la influencia de Alberto Gamero en sus equipos desde su experiencia en ese Chicó de 2008?

Muy importante. Gamero es uno de los técnicos que mejor lee las virtudes y las falencias de los rivales. De ahí, él aprovecha esas circunstancias a su favor. Es un estratega. Si un equipo tienen falencias de la mitad hacia atrás, sabe que tiene que atacar esas situaciones del rival y las aprovecha. Lee muy fácil esas situaciones.

Lo ha hecho desde siempre, desde sus comienzos. Ahora es, incluso, más inteligente y aprovecha mejor esas oportunidades.

Y por el otro lado, ¿cuál fue la influencia de Hernán Torres en el Millonarios campeón de 2012?

Lo principal: el trabajo. Cuando el profe Torres llegó, Millonarios no tenía mal equipo. Lo que nos faltaba era solidez en la parte defensiva y el profe Hernán, con mucha inteligencia, dejó la base del equipo. Era fácil salir de muchos jugadores que no habían tenido buen desempeño, pero él mantuvo la mayoría de la nómina, no trajo muchos jugadores y se dedicó a fortalecer la defensa.

Desde ahí empezó a mejorar el equipo y a hacerse más fuerte. Todo a través del trabajo porque el profe Hernán, y eso sí es innegable, es muy trabajador. Sobre todo en la parte defensiva y en la parte de volantes.

¿Qué tan similar es el trabajo Torres y el de Gamero?

Mucho. Incluso, te diría que en los dos campeonatos jugamos con el mismo sistema: 4-2-3-1. Son técnicos que les gusta el buen fútbol, aunque sí son diferentes en su manera de ser. El profe Hernán es, a lo mejor, más fuerte en su temperamento, más explosivo. Eso sí, tienen un buen corazón y es una persona muy sensible. El profe Gamero, por su parte, es muy dado a sus jugadores y a compartir con ellos. Él es muy diferente con el futbolista y por eso le tienen tanto cariño.

¿Cómo es eso de que a los dos les gusta el buen fútbol?

El trabajo de los dos parte del orden defensivo, siempre. Eso sí, a los dos les gusta el buen trato de la pelota. Les encanta tener el balón, que los jugadores hagan máximo uno o dos toques y la entreguen rápido. Son similares en sus formas de trabajo y en sus estrategias.

¿Podría profundizar en la idea que me dijo antes del temperamento de cada uno?

Si. Gamero es una persona más paternal. Él tiene más confianza con sus jugadores, le gusta hablar con ellos, jugar y ser cercano. Hernán, en cambio, es más temperamental, más fuerte, más rudo en ciertos momentos. No deja de ser una gran persona y que también le gusta charlar con sus jugadores. Lo que pasa es que todas las personas somos diferentes y tal vez el es más explosivo.

Eso sí, quiero ser claro: Gamero es más querido con sus jugadores que Hernán. No se trata tampoco de ocultarlo. Gamero es un técnico que puede durar mucho tiempo en sus equipos, mientras que Hernán genera un desgaste y por eso es de los técnicos que duran poco en los equipos.

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¿Recuerda alguna historia que refleje esas formas de ser?

Si. Por ejemplo, en los entrenamientos Hernán insistía mucho en donde se tenían que parar sus jugadores en la cancha y a veces lo explicaba de una manera muy fuerte. A mí me pasó varias veces.

Gamero, en cambio, es más paciente y maneja el vestuario diferente. Lo definiría con que es más cercano. Un ejemplo: Muchas veces uno lo veía jugando cartas con los del equipo, es algo que a él le encanta,.

A lo dos les gusta la disciplina. Aunque cuando un jugador se desordena tienen formas muy distintas de llamar la atención, de regañar. Se parecen en que los dos son muy abiertos al diálogo y a dar oportunidades para unir al grupo.

¿Cómo definiría el juego de Gamero?

Sencillo, pero bonito; simple y a dos toques. A él le preocupa, como es lógico, que sus equipos tengan estabilidad, pero también le gusta atacar rápido y su idea es ofensiva siempre, con transiciones muy rápidas.

¿Y el de Torres?

Ordenado. Un estilo que parte de lo defensivo, pero no se olvida de la rapidez y de la pelota. Lo esencial es que sus equipos se paran bien y desde esa fortaleza basan todo lo que hacen adelante. Hoy, él ha evolucionado mucho, es un Hernán Torres que ha cambiado bastante y es muy diferente al que teníamos en Millonarios.

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¿Cómo es la metodología de Torres y de Gamero?

Es muy parecida. Los dos están obsesionados con el juego. A los dos les gusta mirar muchos videos y estudiar los partidos. Tal vez, Gamero es más insistente en el análisis del rival y en explicarle a su equipo las falencias del contrario. Por eso digo que es uno de los mejores estudiando a los otros equipos. A Torres, en cambio, le gusta más preparar su estrategia desde el campo, parando a sus jugadores en la cancha y sin modificar su idea a pesar del rival. Él parte más desde la solidez del grupo, desde la base. Se podría decir que Gamero, le da más herramientas al jugador para que aproveche los errores que tiene el rival.

¿Qué es lo que más recuerda de ese primer campeonato con Chicó?

Hubo muchas cosas. Al profe Gamero, por ejemplo, se le murió el papá antes de jugar los partidos contra América. Él tenia una gran relación con su padre y fue muy nostálgico ese campeonato. El profe siempre decía que él quería que su papá lo viera campeón como técnico y no lo logró.

Y también pues tener en cuenta que Chicó no era un equipo grande y por eso siempre jugó contra viento y marea, con los árbitros encima. Entonces, quedar campeón después de todo eso reafirmó mi idea de que cuando las cosas son para uno nadie se las quita.

¿Y del de Millonarios?

Primero, el aprecio que me tenía el profe Hernán. En el equipo estaban Robayo, Juan Esteban Ganiza Ortiz y Elkin Blanco. Al principio yo jugaba con Blanco, después con Ganiza y al final con Robayo. Siempre jugué yo con los otros tres porque el profe confiaba mucho en mí. Y no era fácil porque había tres compañeros de gran nivel. Hernán a donde fue, siempre me quiso llevar. Lastimosamente, después de Millonarios, nunca se volvió a dar. Él confía mucho en sus jugadores.

Segundo, que también superamos muchas cosas porque teníamos un grupo muy unido. Por un lado, recuerdo mucho partidos muy complicados como el que jugamos en Ibagué y que Harrison Otálvaro definió en el último minuto. Por otro lado, por ejemplo, también recuerdo que superamos lo del 8-0 contra el Real Madrid, que pensábamos que nos íbamos a tumbar porque éramos la burla de todos. También fue muy especial la situación de la esposa de Lucho Delgado. Al final pudimos ganar el título por él.

Hablemos de la final. En el torneo actual Tolima a veces abandonó su idea y se adaptó a sus rivales. Millonarios siempre fue fiel a su estilo ofensivo ¿Cómo ves la evolución de los equipos?

Pues yo veo a un Millonarios que respeta el fútbol. Un equipo que, a pesar de tener juventud, siempre busca el arco y va adelante. Se ve el estilo de Gamero, que no se esconde y siempre va mano a mano. Esa es la mayor virtud que tiene el profe. Es ordenado, pero siempre respeta su juego, y lo ha hecho siempre, con Chicó o con Millonarios.

En cambio, en el equipo del profe Hernán se nota que lo importante es que el equipo sea ordenado. Tampoco es un técnico que se meta atrás, él también busca desequilibrar por las bandas y con las transiciones, pero es cierto que siempre procura jugar con la base de un equipo ordenado, esa es la diferencia entre los dos.

¿Hay favorito?

Difícil dar un candidato. Son dos equipos muy parecidos. Millonarios tiene una base de experiencia, pero es un equipo más joven. Tolima es más maduro y eso puede pesar. Eso no quiere decir que ellos vayan a ganar, pero eso también juega.

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Me gustaría que Millos quede campeón porque estuve ahí y por todo lo que viví. Me pondría triste, de todas maneras, que el profe Hernán se quedara sin la copa, pero sin duda me gustaría que Millonarios se lleve la 16.

Por: Fernando Camilo Garzón - @FernandoCGarzon

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