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En cuanto al fútbol se refiere, uno de los recuerdos más entrañables que una persona puede tener es de la primera vez que fue al estadio, la primera vez que alguien lo llevó. Y no es una regla, pero sí es común que sea el padre quien lleve a sus hijos a ver al equipo que ha seguido desde siempre. Muchos sienten afinidad a priori por la camiseta del club que tiene su padre o madre, otros necesitan de esa primera vez en una grada, necesitan esa mirada curiosa, dubitativa, que observa a miles de personas coreando un nombre, gritando un gol, alzando el puño al cielo. La alegría y la energía de la infancia encajan en la fiesta de un estadio, en los gritos, los papeles picados, el humo de los extintores, el ondear de las banderas... En hombros o de la mano, pero para un niño su primera vez en un estadio puede ser el inicio de una vida cercana al deporte, al sueño de ser futbolista o a la tragedia de ser un hincha que deambula en ese tiempo cíclico de la esperanza de un título y la ira de un partido perdido un domingo en la noche.
“Desde muy pequeño mi papá empezó a llevarme al estadio. Él fue el que me inculcó ese amor. Los fines de semana si no estábamos viendo el partido por televisión estábamos en el estadio, y ya cuando fui más grande con un grupo de amigos nos empezamos a abonar. La primera persona que puso esa piedra para ser hincha de Millonarios fue él, y se lo agradezco mucho porque el sueño que estoy viviendo de jugar con esta camiseta es mucho más lindo cuando uno siente este tipo de cosas por el equipo”, dijo Andrés Llinás, quien siempre habla de su padre, Camilo, como un pilar fundamental en el sentido de pertenencia que tiene el defensa central de Millonarios por la institución.
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En la década de los 2000 ese niño rubio de ojos claros era visto en las gradas de El Campín junto a su padre coreando los nombres de Héctor Burguez o de Bonner Mosquera, los ídolos de su infancia, pero con el paso del tiempo esa pasión inculcada dejó de estar anclada a las tribunas y empezó a verse en las canchas donde entrenaban la Escuela de Formación de Millonarios, la Escuela Mario Vanemerak y las divisiones menores del cuadro albiazul. “Yo llego como delantero en 2006, como cualquier muchacho a los nueve años. Pero empiezan a ponerme de volante. Pasé todas las categorías: sub-11, sub-13, sub-15, sub-17 y siempre fui volante de marca, de primera línea. Con el Rolo Flórez, a los centrales que estaban en el equipo sub-20 se les cumplió la edad y no pudieron jugar más en esa categoría, así que me dice que está corto de centrales, que si le puedo dar una mano por unos partidos mientras los nuevos jugadores se acoplan o buscan otros defensas, y al principio no lo vi con gracia, pero con el paso de los compromisos me sentí cómodo, sentí que rendía bien y el profe me explicó que me puso ahí porque antes era el volante con más altura y que ganaba, por ende, los juegos aéreos, y como sacaba el equipo tan fácil, es que empiezo a destacarme como central en la sub-20. En ese sentido, el Rolo me ayudó mucho en esa transformación de volante a defensa”.
Fue el Rolo Flórez, pero también lo fueron entrenadores como Cerveleón Cuesta, Neys Nieto o Jorge Chamo Serna en las divisiones menores de Millonarios. Aunque con Miguel Ángel Russo no tuvo oportunidades en el equipo profesional, fue por el proceso que se inició con él que pudo crecer, pues avaló su traspaso a Valledupar, equipo en el que Nilton Bernal lo dirigió a él y a seis jugadores más del fútbol base de la institución azul: “Yo llego como central, pero Bernal me dice que me ve como volante, y yo respeté esa decisión. Todos los partidos que jugué allá fueron en esa posición. Tal vez al final si jugué unos partidos como defensa y ahí es cuando siento que mejor me fue”.
Llinás y el proceso del fútbol base en Millonarios
El convenio entre Valledupar y Millonarios, que tuvo sus mayores frutos en 2018, llevó a que Damir Zamora, Brayan Blandón, Kevin Salazar, Andrés Llinás, Jorge Rengifo, Juan Camilo García y Stiven Vega tuvieran más minutos y, por ende, un crecimiento deportivo importante. Los últimos cuatro jugadores nombrados son futbolistas que están en la plantilla de Alberto Gamero.
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El Rolo Flórez destacó en 2019, cuando la sub-20 de Millonarios ganó el torneo nacional de la categoría al vencer a Tolima en la final. Si bien Llinás en ese momento ya no hacía parte del plantel por su edad, sí se sintió como un campeón más, pues su proceso estuvo acompañado del de otros jugadores como Juan Moreno, Klíver Moreno, Édgar Guerra y Diego Abadía, quienes también hacen parte ahora del equipo profesional.
Y es que el acompañamiento y la apuesta de Millonarios con los juveniles es algo que se destaca en este último tiempo. Hace años el cuadro azul no mostraba un respaldo tan relevante a las divisiones menores, pues las salidas de jugadores como Pedro Franco, Harold Santiago Mosquera o Jorge Carrascal fueron en tiempos diferentes. Tres jugadores en casi una década, mientras que, en los últimos dos años, los azules han catapultado a más de una docena de futbolistas que hicieron parte de la cantera y son el reflejo de un proceso que empezó con Miguel Ángel Russo en 2017, y ha tenido el aval y el aporte de Jorge Luis Pinto y Alberto Gamero, los más recientes técnicos.
Juan Moreno, Camilo Romero (arqueros), Bréiner Paz, Andrés Llinás (defensas centrales), Andrés Felipe Román (lateral derecho), Ómar Bertel (lateral izquierdo), Stiven Vega, Juan Camilo García, Klíver Moreno (volantes), Juan Camilo Salazar, Jorge Rengifo, Édgar Guerra, Emerson Rodríguez (extremos), Diego Abadía y Jáder Valencia (delanteros) hicieron parte del fútbol base y ahora conforman la plantilla profesional. En esta semana que ya termina, el cuerpo técnico de Millonarios convocó al partido contra Águilas Doradas —que terminó 0-0— a Yuber Quiñones, extremo de 19 años, otra de las apuestas juveniles en el azul, alcanzando así una cifra de 16 jugadores que estuvieron en divisiones menores.
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La identidad azul
Entre las banderas que han tapado las tribunas del Campín cuando juega Millonarios hay una donde están los rostros de John Mario Ramírez, Pedro Franco, Andrés Chitiva y Rafael Robayo, jugadores que en su momento demostraron sentido de pertenencia por el club.Llinás parece estar cobijado por los símbolos del embajador, por el amor que le inculcó su papá como hincha y por los referentes que han pasado por la institución a lo largo de los años y lo han guiado en su camino como futbolista. Mario Vanemerak, Cerveleón Cuesta, Arnoldo Iguarán y Alberto Gamero son algunos exjugadores y campeones que han creído en él y en toda la camada de canteranos que asumió la dura responsabilidad de pelear la clasificación a la fase final de la Liga.
Definitivamente, su etapa como hincha fue clave; de hecho, reconoce que un momento que lo marcó fue el título de 2012, cuando estuvo como recogepelotas el día de la final contra Medellín. Sus amigos y familia en las gradas, y él, en la cancha concentrado y sintiéndose parte de la nómina que cortó la mala racha de 24 años sin un título. “Ese momento me marcó mucho porque en esa época yo era simplemente un hincha de Millonarios. Yo jugaba en las divisiones menores, pero lo hacía más por hobby. Era un hincha del equipo, era abonado. En esa temporada yo estaba de recogebolas y me tocó ir al partido de la final. Lo que se vivió ese día fue único. Nunca había esperado tanto un partido en mi vida, me sentía importante para que Millonarios ganara el título porque sabía que tocaba estar atento, a veces los recogebolas juegan un rol importante y uno no se da cuenta. Entonces cuando lo fui recuerdo que estaba siempre concentrado. Vivir ese momento de Millonarios campeón con el estadio tan lleno, la alegría de la gente desde adentro, mirar para todos lados y ver, como decía Mayer Candelo, ese ‘mar azul’ fue algo muy loco y que me marcó realmente”.
Incluso, en ese Millonarios 2012 está el jugador que más admiró y al cual se parece en su juego: Pedro Franco. Su salida precisa, su capacidad para entender el concepto del primer pase, de entregar el balón al pie y no reventarlo es una virtud que también se vio en el central que fue campeón con Hernán Torres: “Pedro Franco siempre fue una referencia por todo lo que significó para Millonarios, por ser un jugador de la casa, que en su momento fue capitán de la selección de Colombia sub-20, porque fue importante en su época en Millonarios, por ser un jugador bogotano. Siempre lo vi como a alguien a quien me quería parecer. Después viene Mayer, otro jugador importante, que nos dio muchas alegrías”.
Llinás cumplió el sueño del hincha, y lo hizo a cabalidad la noche del 8 de mayo de 2019, cuando debutó y anotó su primer gol con Millonarios en la victoria 2-0 contra Tigres por la Copa Colombia: “Ese momento me produce felicidad. No me habían dado tanto la oportunidad de jugar, y esa noche contra Tigres sentí la satisfacción de que a pesar de no haber hecho un buen partido, se pudo terminar con un gol, con una anotación que nos servía para acabar primeros en el grupo y de haber llegado a la final hubiéramos terminado de locales, por eso digamos que ese tanto fue importante. Lo recuerdo mucho. Fredy Rincón era el asistente de Pinto y en ese entonces me apoyaba mucho, le gustaba mucho como jugaba y siempre estuvo pendiente de mí. Ese día estaba feliz por ese primer gol”.
Como hincha han sido más los momentos difíciles, pero reconoce que le pesaron mucho las semifinales que se perdieron en los últimos años; como jugador, afirma que lo más complicado fue “el semestre pasado, cuando ganamos el último partido a Alianza Petrolera, porque en el entretiempo, cuando escuchamos los resultados, pensábamos que si goleábamos nos metíamos a los ocho, y que si nos metíamos a los ocho íbamos a pelear el título, pero cuando llegamos al minuto 70 y nos dicen que todos los resultados están en contra fue un momento duro cuando salí del campo y sabía que el sueño de pelear la final estaba perdido”.