Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
La fijación de Daniel Ruiz por la pelota se la legaron su padre y su abuelo. Jugando con ellos se enamoró del balón, mucho antes de ir a un estadio o de ver a Ronaldinho, su primera inspiración. De hecho, recordar su infancia es pensar en imágenes que dan vueltas; y la pelota siempre rodaba, en la casa, en un parque o en las calles de su barrio, donde jugaba con sus amigos.
Mire: Lo mejor del fútbol colombiano lo encuentra en El Espectador
“Mi mundo es una bola y tiene que girar”, cantaba Pelé, tal vez, el más grande de todos los tiempos. Una obsesión que comparte el volante de Millonarios, que al buscar en su memoria las razones por las que se dedicó al fútbol, solo encuentra explicaciones a través de la pelota. Los grandes momentos de su vida se definen con un balón en sus pies. Como cuando debutó por primera vez con los embajadores, tras haber llegado desde Fortaleza. “Solo jugué dos minutos, pero fue una sensación indescriptible. Sin duda, uno de los momentos más emocionantes que he vivido”.
En su casa, sus viejos, los que le metieron el fútbol por las venas, son hinchas de Santa Fe. Sin embargo, el amor por los leones quedó en un segundo plano cuando se confirmó que Ruiz jugaría con el azul. “Ellos estaban más felices que yo cuando todo se confirmó. Y desde que abrieron los estadios, ellos son los primeros que están ahí para verme”.
Su familia siempre acompañó su proceso. Desde que inició en una pequeña escuela bogotana, el Club Deportivo Dinhos, y empezó a escalar en todas las selecciones menores del Distrito. Deportivo Cali se lo llevó para sus inferiores y en la capital del Valle del Cauca estuvo dos años, antes de llegar a Fortaleza, conjunto en el que debutó como profesional. Un ascenso vertiginoso que lo terminó llevando a Millonarios cuando solo tenía 19.
Más: Jader Valencia: el sueño del niño sincelejano
Y aunque creció en una casa santafereña, nunca se inclinó por ningún equipo en su infancia. Ahora, las circunstancias en algo han cambiado su corazón porque en el último año la hinchada de Millonarios, “que es otra cosa”, según sus palabras, lo ha acogido como si fuera un futbolista surgido de sus propias entrañas.
Sus principales destrezas siempre estuvieron, cómo no, en el control de la pelota, la habilidad para pisarla, dominarla y pensar qué hacer con ella. Y, por supuesto, también brillaba por su remate de media distancia. De hecho, en la final que hace poco los azules jugaron con Tolima, el 17 de Millonarios clavó un golazo, disparando, desde un costado del campo, un remate que se coló en el ángulo de Álvaro Montero. Cuenta Ruiz que en Fortaleza ya había anotado varias veces así, pero que ese día lo acompañó la fortuna: “Podemos dejarlo en que tiré al arco”.
Perder esa final fue un golpe. “De pasar de tener el título en nuestras manos a que se escapara en diez minutos. Fue muy duro. Era la primera final de muchos y teníamos el anhelo de quedar campeones. Éramos un equipo muy joven y muchos no creían que llegaríamos hasta donde lo hicimos”.
El dolor ya se superó y, para Daniel Ruiz, Millonarios ahora es un equipo mucho más maduro. “Esa derrota nos enseñó bastante y creo que todos hemos evolucionado para este torneo”. Ruiz asegura que la clave del albiazul, para esta temporada, es la unidad del grupo. La experiencia de hombres como David Macalister Silva o Fernando Uribe nutre a los más jóvenes. Lo mismo que pasa con Alberto Gamero, un entrenador exigente que nunca se conforma con lo mínimo. “El profe Gamero para mí ha sido muy importante. Siempre me dio confianza, me acogió muy bien y me llevó al ritmo que él creía que era conveniente. Uno siempre quiere ir más rápido, pero él, con su experiencia, supo llevarme muy bien”.
Daniel Ruiz es una de las piezas claves de los embajadores, una ficha importante del engranaje ofensivo del cuadro bogotano. “El equipo está bien enfocado. Creo que lo hemos demostrado en los últimos partidos, estamos unidos y jugando muy bien con la pelota”.
También: Deportivo Pasto: la tutela que busca asegurar las mínimas condiciones laborales
Y una vez más, Ruiz vuelve sobre su obsesión: el balón. No abandona su cabeza ni por un segundo. Está seguro de que, siguiendo la idea de Gamero, proponiendo el control de la pelota, el amor de su vida, el cuadro embajador logrará el título de la liga que se les escapó en el último semestre.