La gran familia de Carmelo Valencia
El delantero del equipo azul espera mantener su racha anotadora y marcarle al equipo que lo vio debutar.
Alfredo Yacelga Abreo
Cada gol que celebra Carmelo Valencia lo celebra su gran familia en toda Colombia. Y es que el delantero de Millonarios se considera un afortunado porque tiene cuatro que lo apoyan incondicionalmente y que se vuelven hinchas del equipo donde juegue: la primera es la que fundó con su esposa y su hija de tres años, Ana Valentina; la que lo trajo al mundo en Tutunendo (Chocó), con sus padres Carmen y Carmelo; otra en Medellín, la de su amigo Eduard Palacios, que lo ‘adoptó’ cuando arribó a aquella ciudad con apenas 15 años. Y finalmente, la familia de Brayan Maya, que le brindó calor de hogar en su paso por la fría Pasto y el equipo del sur.
“Lo importante en la vida es ser agradecido, porque uno nunca debe olvidar de dónde viene ni sus raíces”, dice el delantero de 24 años.
En poco tiempo Valencia se pegó a la piel la camiseta azul, y los hinchas se lo reconocen como uno de los pocos que tienen buen nivel por estos días. Aunque el delantero no olvida que Nacional fue el club que lo vio nacer para el fútbol (debutó allí en 2003), hoy le quiere ganar y anotarle.
“Estoy contento en Millonarios, quiero que gane y voy a dar el ciento por ciento... ¿Espinita con Nacional? ¿De qué? Si allá me lo dieron todo”, expresa el atacante chocoano, que lleva tres goles en el torneo. “Lo de Nacional no nos interesa, sólo queremos ganar el partido, lo que ellos viven es cosa de ellos. Nosotros tenemos la obligación de estar mejor en la tabla”.
Carmelo vive feliz en Bogotá, “una ciudad muy bacana, donde lo único malo son los trancones” y en la que le ha tocado viajar en buseta, con aquello del pico y placa. Esa tranquilidad la refleja en su rendimiento en la cancha.
“¿Cuál presión? Los hinchas siguen apoyando y nosotros estamos mejorando. Eso me tiene contento, tranquilo. Me llena de confianza. Tengo que seguir anotando para ver los frutos en junio”, advierte.
“El Señor es mi Pastor; nada me falta”, dice el Salmo 23 que no puede faltar en la oración que hace en el camerino antes de cada partido, sin embargo, por estos días Carmelo reza con una Biblia prestada, porque la suya se le perdió en la gira de pretemporada por Ecuador. “Se me perdió en el cuarto del hotel y tengo que comprarla. Ojalá el que la haya cogido la lea, pero te digo que robarse una Biblia... está mal, muy mal”, dice el jugador chocoano que tuvo su mejor momento en el Nacional de Quintabani en 2007, año en el que participó en el bicampeonato y marcó 16 goles.
“Eso ya es pasado, hoy tengo muchas metas: la primera es quedar campeón con Millonarios y luego llegar a las mejores ligas del mundo. Y claro, mi sueño máximo es llegar a la selección de Colombia”, dice un optimista Valencia.
Pese a su juventud, la madurez de Valencia se refleja en su disciplina y en sus sanas costumbres.
“Me considero un hombre muy casero, muy hogareño. No me gusta salir, estar en la casa viendo televisión y jugando play”.
Este amante del pescado frito, de las películas de acción y seguidor del fútbol aguerrido del Barcelona español, tiene hoy la misión de mantener su racha goleadora en el Atanasio, aquella plaza que conoce y donde fue vitoreado.
Y allí Millonarios buscará una victoria que lo saque de una vez por todas de la crisis de resultados con varias novedades en su nómina, como el estreno del volante Elkin Blanco, el arranque de Álex Díaz como titular en lugar de Mauricio Casierra y el debut del delantero Víctor Salazar en la norma Sub 18.
Cada gol que celebra Carmelo Valencia lo celebra su gran familia en toda Colombia. Y es que el delantero de Millonarios se considera un afortunado porque tiene cuatro que lo apoyan incondicionalmente y que se vuelven hinchas del equipo donde juegue: la primera es la que fundó con su esposa y su hija de tres años, Ana Valentina; la que lo trajo al mundo en Tutunendo (Chocó), con sus padres Carmen y Carmelo; otra en Medellín, la de su amigo Eduard Palacios, que lo ‘adoptó’ cuando arribó a aquella ciudad con apenas 15 años. Y finalmente, la familia de Brayan Maya, que le brindó calor de hogar en su paso por la fría Pasto y el equipo del sur.
“Lo importante en la vida es ser agradecido, porque uno nunca debe olvidar de dónde viene ni sus raíces”, dice el delantero de 24 años.
En poco tiempo Valencia se pegó a la piel la camiseta azul, y los hinchas se lo reconocen como uno de los pocos que tienen buen nivel por estos días. Aunque el delantero no olvida que Nacional fue el club que lo vio nacer para el fútbol (debutó allí en 2003), hoy le quiere ganar y anotarle.
“Estoy contento en Millonarios, quiero que gane y voy a dar el ciento por ciento... ¿Espinita con Nacional? ¿De qué? Si allá me lo dieron todo”, expresa el atacante chocoano, que lleva tres goles en el torneo. “Lo de Nacional no nos interesa, sólo queremos ganar el partido, lo que ellos viven es cosa de ellos. Nosotros tenemos la obligación de estar mejor en la tabla”.
Carmelo vive feliz en Bogotá, “una ciudad muy bacana, donde lo único malo son los trancones” y en la que le ha tocado viajar en buseta, con aquello del pico y placa. Esa tranquilidad la refleja en su rendimiento en la cancha.
“¿Cuál presión? Los hinchas siguen apoyando y nosotros estamos mejorando. Eso me tiene contento, tranquilo. Me llena de confianza. Tengo que seguir anotando para ver los frutos en junio”, advierte.
“El Señor es mi Pastor; nada me falta”, dice el Salmo 23 que no puede faltar en la oración que hace en el camerino antes de cada partido, sin embargo, por estos días Carmelo reza con una Biblia prestada, porque la suya se le perdió en la gira de pretemporada por Ecuador. “Se me perdió en el cuarto del hotel y tengo que comprarla. Ojalá el que la haya cogido la lea, pero te digo que robarse una Biblia... está mal, muy mal”, dice el jugador chocoano que tuvo su mejor momento en el Nacional de Quintabani en 2007, año en el que participó en el bicampeonato y marcó 16 goles.
“Eso ya es pasado, hoy tengo muchas metas: la primera es quedar campeón con Millonarios y luego llegar a las mejores ligas del mundo. Y claro, mi sueño máximo es llegar a la selección de Colombia”, dice un optimista Valencia.
Pese a su juventud, la madurez de Valencia se refleja en su disciplina y en sus sanas costumbres.
“Me considero un hombre muy casero, muy hogareño. No me gusta salir, estar en la casa viendo televisión y jugando play”.
Este amante del pescado frito, de las películas de acción y seguidor del fútbol aguerrido del Barcelona español, tiene hoy la misión de mantener su racha goleadora en el Atanasio, aquella plaza que conoce y donde fue vitoreado.
Y allí Millonarios buscará una victoria que lo saque de una vez por todas de la crisis de resultados con varias novedades en su nómina, como el estreno del volante Elkin Blanco, el arranque de Álex Díaz como titular en lugar de Mauricio Casierra y el debut del delantero Víctor Salazar en la norma Sub 18.