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Miguel Ángel Berrío: una estrella con nombre de Ángel

En la ceremonia del Deportista del Año homenajeamos a un valiente hincha de Millonarios que ahora apoya a su equipo desde el cielo.

María Paula  Lizarazo
17 de diciembre de 2023 - 12:00 a. m.
Eliana Borda, mamá de Miguel Ángel Berrío Borda.
Eliana Borda, mamá de Miguel Ángel Berrío Borda.

El 24 de junio de este año, luego de que Larry Vásquez cobrara e inflara la red, en una de las tribunas de El Campín se izó una bandera que decía “por los que ya no están”, junto al rostro de Miguel Ángel Berrío, quizás el hincha más querido por el Millonarios de Alberto Gamero.

Luz Dary Moreno y Jhon Fredy Vizcaya, su hermana y su cuñado, respectivamente, estuvieron en el estadio en esa final. “Yo no quería volver al estadio, pero Jhon me decía que si era su lugar favorito, ¿por qué no regresar? Lo tenía muy presente, si él hubiera estado allá se lo hubiera gozado como nosotros”, cuenta Luz Dary.

Miguel Ángel nació hace 25 años. Poco después de cumplir su primer año, le diagnosticaron un síndrome por el que decidió practicarse la eutanasia el 11 de mayo. “Aceptar que todo cambia no es un proceso fácil, pero no nos centramos en el dolor, nos centramos en pensar que él quería estar bien y en que nos decía que nosotros también íbamos a descansar”, agrega Eliana Borda, su madre.

Recuerda que la primera vez que su hijo estuvo en el estadio fue en 2010. “Su papá juega fútbol, entonces la pasión que Miguel Ángel no pudo desbocar en el juego la vivió siguiendo todas las ligas. Ya en su juventud y adultez fue más incisivo y nos pedía que lo lleváramos a los partidos”. Tenía camisetas de la selección de Colombia, de la Juventus, el Real Madrid, el Barcelona, la selección francesa, y hasta suéteres de equipos de la NBA.

Su amor por Millonarios llegó con una nana que es muy hincha y se reforzó cuando conoció a su cuñado. “El tema en esta casa siempre fue el fútbol”, cuenta su hermana, “él quería ser árbitro y estuvo en cursos, sabía cuándo una jugada era falta, cuándo no, tenía las tarjetas, todo”.

Entre sus mayores tesoros del fútbol también guardaba su relación con David Mackalister Silva, que empezó hace pocos años, en un partido en el que su hermana lo llevó a la zona mixta. Ahí conoció a Silva y a Wilker Faríñez, y se quedó con el contacto del ahora capitán y con el de su mamá, a quien con el tiempo le empezó a decir abuelita Pancha. “En El Campín liberaba tanto dolor que sentía su cuerpo”, dice Moreno.

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En 2015 se aprobó la resolución para hacer efectivo el derecho a morir con dignidad. Después de eso, recuerda Borda, se hicieron mediáticos un par de casos en los “que se controvertía si la eutanasia aplicaba y los tipos de enfermedades que podían acogerse, entonces él se empezó a impregnar de información y a hablar de que podía ser una posibilidad”. Al principio su familia evadía el tema y le ofrecía otros caminos para aliviar la vida, como dedicarse a proyectos y viajes. Hasta que, pocos años después, en una consulta de control de neurología, él preguntó por el proceso “y el doctor activó una ruta. Nos empezaron a hacer seguimiento, a enviarlo a todos los especialistas, hacer juntas, hacerle exámenes, y en todo eso se pasaron ocho meses”, cuenta Borda.

Durante esos meses hubo un viaje a Cancún, celebraciones de cumpleaños y otros momentos en los que Miguel Ángel empezó a despedirse de su familia. El 9 de mayo recibió la noticia de que sí podrían practicarle la eutanasia y de que tenía un mes para seleccionar una fecha. Primero dijo que al día siguiente y al instante cambió de opinión y pidió que fuera el jueves 11. El miércoles jugaban Millonarios y Alianza Petrolera un partido aplazado por la fecha tres.

Ese día en la mañana, una hincha del equipo publicó en X una foto de Miguel Ángel en el estadio diciendo que él, un conocido de su familia, quería conocer al plantel. En la noche, mientras algunos nos acomodábamos en el estadio, a Miguel Ángel lo recibieron en el camerino Daniel Cataño y Mackalister, y así fueron saludándolo Montero, Vargas, Llinás, Gamero... todos. Hicieron una oración por él. Después lo llevaron a conocer la gramilla y le ofrecieron un palco, pero quiso quedarse en la tribuna occidental, en donde siempre se hacía. “Él salió del partido feliz, se sentía muy importante”, cuenta su cuñado.

Miguel Ángel fue homenajeado en la reciente ceremonia del Deportista del año de El Espectador y Movistar. Esta conmemoración, así como la nominación al Hincha del año de los premios The Best de la FIFA, son parte de su sueño de ser famoso, dice Borda, desde su casa en el barrio La Soledad en Bogotá.

Él es de las más de 300 personas que, desde 2015 que hay registros oficiales de las eutanasias aplicadas, se han acogido a tener una muerte digna, de acuerdo con un informe del Laboratorio de Derechos Económicos, sociales y culturales (DescLAB).

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“Juguemos este partido por él”, dijo Mackalister antes de salir a la cancha, “si nos va a dejar, que nos deje feliz”. Al minuto 39, en un tiro libre desde Oriental, Cataño pateó al área y Vargas la mandó al fondo. Dos minutos después hubo un penal que Alianza metió.

A mitad de tiempo todos se quedaron callados en el camerino. Nada se escuchaba más que las tribunas en las que Miguel Ángel había visto ese 1-1 inicial. Después del partido, Vargas contó en rueda de prensa que nadie quería decir una palabra, les estaba dejando un “mensaje bastante grande”.

Al minuto 64, tras más de diez pases consecutivos y una tocadita de Leo Castro desde el centro del área, el silencio se volvió a romper. Y, al 83, con un tiro de esquina de Cataño, otra vez desde Oriental, Vargas metió otro tanto. 3-1. El resto del semestre es historia. La estrella sí que brilló en nombre de los que ya no están.

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