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Todo empezó el 18 de julio de 2015. Minuto 74: sale Andrés Roa y debuta un chico de la cantera que acababa de cumplir la mayoría de edad. Un tal Nicolás Benedetti. Algo le tuvo que ver Fernando Pecoso Castro, técnico del Deportivo Cali por esos días.
El muchacho se dio la bendición, rozó con sus palmas el gramado del estadio de Techo y para adentro. Era un partido enredado, el cuadro azucarero empataba 1-1 frente a La Equidad por la segunda fecha de la Liga Águila II y venía de perder en su debut. En el último cuarto de hora, Nicolás fue el cartucho escogido por el entrenador para salvar la tarde. Y no se equivocó.
Las 1.500 almas presentes atestiguaron el estreno de uno de los mejores prospectos del fútbol colombiano. En el minuto 85, Juan David Cabezas, de taquito, habilitó al vallecaucano, quien enganchó, se perfiló y mandó un disparo colocado imposible para Cristian Bonilla. El tiempo se detuvo, Benedetti sacó la lengua, estiró los brazos y sonrió mientras sentía la alegría de cumplir con algo que siempre había soñado: marcar en su debut.
Un periodista que estaba cubriendo el evento fue quien, al ver la calidad con la que jugaba el juvenil, lo llamó por primera vez “poeta”. Compartía apellido con uno de los escritores más renombrados de la historia, el uruguayo Mario Benedetti. Y fue así como nació el apodo con el que es referenciado el volante creativo del Deportivo Cali.
Tras el festejo, recordó sus inicios. Se dio cuenta de cómo los tres dientes frontales que perdió a sus cinco años en un accidente fueron la mejor inversión de su vida. El vínculo de Nicolás con la bicicleta era muy fuerte, pero todo cambió cuando un policía acostado, de esos que hay en las calles para reducir la velocidad de los carros, se atravesó en su camino y lo mandó de cara contra el pavimento. Le cogió miedo, nunca más volvió a montar.
Al ver esto, su padre, Eduardo, quien jugó en Independiente Santa Fe, decidió inscribirlo en una escuela de fútbol. El chico subió escalones muy rápidamente. Por donde pasaba, los entrenadores se daban cuenta de que no era un jugador del montón.
El 2017 ha sido el año en el que Benedetti se ha consolidado como futbolista profesional y se ha convertido en uno de los referentes del Deportivo Cali. A la fecha, el volante creativo registra 31 partidos disputados y siete goles. Fue una de las cartas principales del subcampeonato que consiguió el conjunto dirigido por Héctor Cárdenas el semestre pasado. Pero las cosas no terminaron de la manera esperada para El Poeta, pues en la semifinal frente al América convirtió un gol y en medio de la efusividad se quitó la camiseta y se ganó el cartón amarillo. Una tarjeta que le impidió jugar el partido de vuelta de la final frente a Atlético Nacional en el Atanasio Girardot. Aún le falta mucho por aprender.
Su equipo lo extrañó. Benedetti vivió con mucha impotencia el partido desde la tribuna. Tanto así que tras la derrota tuvo que ser hospitalizado por un cuadro tensional. El caleño es consciente de que el fútbol siempre da revancha. Tiene mucho que corregir, pero cuenta con el experimentado Máyer Candelo como maestro. “Es un crack, dentro y fuera de la cancha. Es muy importante para mí, le debo mucho. Me ha dado muchos consejos que estoy seguro me van a servir en el futuro”, afirma Benedetti acerca del futbolista de 40 años.
Su techo es jugar en el FC Barcelona, al lado de su ídolo y máximo referente, Lionel Messi. No ve lejos un llamado a la selección de Colombia de mayores si sigue con buen nivel. Por eso no descarta en un futuro liderar el combinado nacional junto a dos grandes amigos como lo son Juan Camilo El Cucho Hernández y Jeison Lucumí. El mediapunta cierra la charla con un “soñar no cuesta nada”. El tiempo lo dirá.