Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Las calles de la comuna 15 de Medellín fueron el lugar en el que nació la relación entre Sebastián Ortiz y la pelota de fútbol. Con el permiso de sus padres, una vez cumplía sus obligaciones académicas en el colegio La Salle Campo Amor, salía a jugar con sus amigos del barrio Guayabal. Apostaban la gaseosa en partidos de cinco contra cinco. Su estilo, desde pequeño, fue el de un jugador habilidoso, con la capacidad de eludir rivales con facilidad. Túneles, taquitos, sombreros, pisadas y goles.
Con la pelota en sus pies llamaba la atención. Su sueño de ser futbolista fue apoyado por sus padres, quienes lo metieron a entrenar en Atlético Nacional. Hizo todo su proceso de formación allí, hasta que cuando tenía 15 años se cansó de que su entrenador, Felipe Merino, se pusiera bravo cada vez que él comenzaba a hacer jugaditas en medio de los partidos. “No me sobreactuaba. Sabía que el fútbol es un deporte colectivo y tocaba pasar la pelota, pero me gustaba hacerlo de una manera diferente”, recuerda Sebastián.
Ronaldinho Gaúcho fue su inspiración. De hecho, él veía por internet las jugadas que el astro brasileño hacía con la selección de su país y la camiseta del Barcelona de España y se iba al parque a imitar sus movimientos. Prueba y error, hasta que todo le salía de memoria. Entendió que como futbolista quizá no tendría mucho futuro y por eso una tarde se despidió de Arley Rodríguez y Sebastián Pérez, quienes fueron sus compañeros de equipo en las inferiores de Nacional. “Quería ser el mejor. En el freestyle quizá lo podría lograr, en el fútbol sería más difícil”, asegura.
El hecho que lo llevó a tomar esa decisión fue la invitación de un amigo de Medellín a un evento de una marca de ropa deportiva, en el que necesitaban a jóvenes con buen dominio de balón que hicieran jugadas en un escenario. Le pagaron, fue la estrella de la noche y se visualizó haciendo esto por muchos años. “Quería vivir de hacer esto. Como me pagaron, me di cuenta de que si me seguía preparando, sería posible”. Boyka, el protagonista de la película Invicto, lo motivó a ponerse este sobrenombre. “Era el luchador más completo del mundo. Quería ser el freestyler más completo. Por eso me puse este nickname”.
En noviembre de 2008, por invitación de Miguel Ángel Tregos (pionero de esta disciplina en Colombia) participó en su primer torneo, el Red Bull Street Style, en el cual se limitó a conocer el ambiente, los rivales y a hacer contactos. Su preparación comenzó a hacerla de una manera más profesional y cuatro años más tarde, en este mismo evento que se desarrolló en Cali, consiguió el título.
Boyka ha ganado ocho campeonatos nacionales de fútbol freestyle de manera consecutiva, siendo el mejor exponente de esta disciplina en Colombia. En el ámbito internacional ha representado a nuestro país de gran manera, consiguiendo tres títulos en la F3 Football Freestyle en modalidad de rutinas, en 2012, 2013 y 2014, y un título Mundial en Londres, 2014-2015, al vencer en la final al argentino Charly Iacono.
Más adelante, gracias a su excelente participación en las paradas de República Checa y Australia, obtuvo el subcampeonato mundial en 2016. El año pasado lo invitaron a ser juez de varios campeonatos y ahora, con 23 años, quiere repetir el título mundial. Será el 22 de febrero en Tokio, Japón, en la primera parada del Mundial de Fútbol Freestyle. La segunda será en República Checa, el 20 de agosto.
Actualmente Sebastián se dedica a entrenar nuevos talentos en el departamento de Antioquia, dando clases personalizadas. Todos los sábados por la tarde se reúne en el Complejo Deportivo Atanasio Girardot con jóvenes y niños de todas las comunas de Medellín para compartir sus conocimientos en cursos gratuitos.
Como futbolista no hubiera hecho una carrera así de exitosa. No se arrepentirá de esta decisión y espera, eso sí, que a Nacional, el equipo del que es hincha, le vuelva a ir igual de bien que a él, que lo ha ganado todo.