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                                                                                                                                Carta a Juan Guillermo Cuadrado

                                                                                                                                Te recuerdo lo afortunado que eres de estar en Brasil y la responsabilidad tan grande que tienes: serás el representante de muchos de tus amigos de infancia que soñaron lo mismo que tú.

                                                                                                                                Juan Diego Ramírez, Enviado especial a Brasilia, Brasil

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En Necoclí todo sigue idéntico, Juan. Las calles difuminadas por el polvo que dejan los mototaxis, el calor de la cancha La Batea —donde metiste tu primer gol— y la música alborotada de la playa. Todo está intacto. Y tu casa, la de fachada angosta y color vinotinto, también se rehúsa a cambiar con el tiempo. Incluso algunos de tus amigos de infancia siguen acá y otros vienen de vez en cuando, como Larsen, que trabaja como policía en Medellín y ahora está de visita.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Pocos conocen el origen de tu carácter, pero seguramente nació de las dificultades, pues no cualquiera triunfa después de presenciar el asesinato de su propio padre. Tenías cuatro y sólo recuerdas el sonido de las balas, porque estabas metido debajo de la cama. Tú y tu familia lograron reponerse, a pesar de que se les fue el tiempo lamentando a Guillermo, que no te heredó el fútbol pero sí el coraje para ganarte la vida dignamente, como lo hizo él manejando camiones de gaseosa. Fue duro convertirse en una cifra más de injusticia, en un número más de esa guerra maldita en Necoclí y en todo el Urabá de los 90. Qué cabrón es este país a veces, ¿cierto?

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Él guarda esa imagen como un tesoro y ahí estás posando en un equipo de camiseta roja durante un torneo en Turbo.

                                                                                                                                No tenías los pelos ensortijados como ahora, pero sonreías como lo haces desde siempre por convertir goles. Se ven 18 niños en el retrato y tú fuiste el único que logró ser profesional. Uno de ellos, me cuenta José Leonel, está en una cárcel de Medellín por violación y homicidio. Entonces fíjate cuánta suerte has tenido. Sólo imagínate cuál hubiera sido tu destino sin el fútbol: tal vez tu mamá seguiría trabajando en la zona bananera de Apartadó o en la heladería de Necoclí. Pero no. La suerte se inclinó a tu favor en momentos decisivos, porque con el mero talento no bastaba. Tú, más que nadie, sabes que las habilidades no les han valido a muchos para ser profesionales. Por eso te digo que este país es bien jodido, bien injusto.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Aun así lo representas poniéndote la camiseta de la selección y lo has hecho con tanta dignidad que eres el primer futbolista necocliceño en un Mundial. Bien hubieras podido renunciar al equipo de un país que te quitó a tu padre, que en un principio te cerró las puertas al mundo del fútbol porque en el Deportivo Cali te rechazaron por ser flaco. Pero siempre fuiste valiente. Y por eso te has vuelto tan popular como para ser pretendido por el Barcelona. Eres todo lo que muchos quisimos ser y realizas piruetas que nosotros sólo podemos realizar en el Play Station. Estás muy lejos de esos mezquinos que juegan sin poesía y resumes desde siempre la idiosincrasia del fútbol colombiano: velocidad, fantasía y sensibilidad en el pie.

                                                                                                                                Por eso tu pandilla siempre te decía que ibas a llegar lejos. ¿Te acuerdas? Siempre te trataron como al mejor, como al capo. Y fíjate que acertaron: por eso tu casa, en el barrio Simón Bolívar, ahora está llena de trofeos y de seis cuadros en la entrada con fotos tuyas en el Deportivo Independiente Medellín. Por eso tu primo Juan José, queriendo ser tú, corre por ahí con la camiseta de la Fiorentina que le regalaste.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En Necoclí todo sigue idéntico, Juan. Las calles difuminadas por el polvo que dejan los mototaxis, el calor de la cancha La Batea —donde metiste tu primer gol— y la música alborotada de la playa. Todo está intacto. Y tu casa, la de fachada angosta y color vinotinto, también se rehúsa a cambiar con el tiempo. Incluso algunos de tus amigos de infancia siguen acá y otros vienen de vez en cuando, como Larsen, que trabaja como policía en Medellín y ahora está de visita.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Pocos conocen el origen de tu carácter, pero seguramente nació de las dificultades, pues no cualquiera triunfa después de presenciar el asesinato de su propio padre. Tenías cuatro y sólo recuerdas el sonido de las balas, porque estabas metido debajo de la cama. Tú y tu familia lograron reponerse, a pesar de que se les fue el tiempo lamentando a Guillermo, que no te heredó el fútbol pero sí el coraje para ganarte la vida dignamente, como lo hizo él manejando camiones de gaseosa. Fue duro convertirse en una cifra más de injusticia, en un número más de esa guerra maldita en Necoclí y en todo el Urabá de los 90. Qué cabrón es este país a veces, ¿cierto?

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Él guarda esa imagen como un tesoro y ahí estás posando en un equipo de camiseta roja durante un torneo en Turbo.

                                                                                                                                No tenías los pelos ensortijados como ahora, pero sonreías como lo haces desde siempre por convertir goles. Se ven 18 niños en el retrato y tú fuiste el único que logró ser profesional. Uno de ellos, me cuenta José Leonel, está en una cárcel de Medellín por violación y homicidio. Entonces fíjate cuánta suerte has tenido. Sólo imagínate cuál hubiera sido tu destino sin el fútbol: tal vez tu mamá seguiría trabajando en la zona bananera de Apartadó o en la heladería de Necoclí. Pero no. La suerte se inclinó a tu favor en momentos decisivos, porque con el mero talento no bastaba. Tú, más que nadie, sabes que las habilidades no les han valido a muchos para ser profesionales. Por eso te digo que este país es bien jodido, bien injusto.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Por eso tu pandilla siempre te decía que ibas a llegar lejos. ¿Te acuerdas? Siempre te trataron como al mejor, como al capo. Y fíjate que acertaron: por eso tu casa, en el barrio Simón Bolívar, ahora está llena de trofeos y de seis cuadros en la entrada con fotos tuyas en el Deportivo Independiente Medellín. Por eso tu primo Juan José, queriendo ser tú, corre por ahí con la camiseta de la Fiorentina que le regalaste.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Por Juan Diego Ramírez, Enviado especial a Brasilia, Brasil

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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