David González y las claves de la resurrección de Deportes Tolima

¡David González fue picante! Después del triunfo del fin de semana de Deportes Tolima contra Deportivo Cali, las palabras del entrenador, para muchos, fueron una pulla. Un dardo discreto, pero directo: “No se trata de venir y descrestar en una rueda de prensa a tirar términos. Hay maneras de decir lo mismo de una forma que todos lo entendamos. El aprendizaje debería ser así, sencillo, en todos los ámbitos y el fútbol no es ajeno a eso. En Tolima estamos aprendiendo conceptos y muchas cosas nuevas, pero lo hacemos de la manera más sencilla posible”. Mejor dicho, al que le caiga el guante…

¡David González fue picante! Después del triunfo del fin de semana de Deportes Tolima contra Deportivo Cali, las palabras del entrenador, para muchos, fueron una pulla. Un dardo discreto, pero directo: “No se trata de venir y descrestar en una rueda de prensa a tirar términos. Hay maneras de decir lo mismo de una forma que todos lo entendamos. El aprendizaje debería ser así, sencillo, en todos los ámbitos y el fútbol no es ajeno a eso. En Tolima estamos aprendiendo conceptos y muchas cosas nuevas, pero lo hacemos de la manera más sencilla posible”. Mejor dicho, al que le caiga el guante…

Razón debe tener el estratega antioqueño, porque desde que asumió el mando del cuadro de Ibagué, el vino tinto y oro se convirtió en una aplanadora. Su mensaje cundió en el grupo y, sin grandes artilugios ni sofismas al hablar, González convenció a sus dirigidos de que podían comerse al mundo: “Parte del secreto es eso, que hay que encontrar un equilibrio, un lenguaje que sea común para todos. Hay muchos conceptos que nosotros les hemos empezado a inculcar a los jugadores, pero tratamos de hacerlo sencillo. Sin que tenga que parecer algo raro o tenga que tener un nombre distinto”.

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David González es impasible. Se le ve en la cara. Su rostro es tenso y adusto. Su voz es serena y no es de sonrisa ligera. Más bien, es de expresión firme.

Su equipo no es tan diferente. Es un cuadro de tesituras diversas y mucho voltaje. El Tolima de González es un equipo intenso y rápido, con media distancia, velocidad por las bandas y mucha solidez defensiva. Es un equipo que no pierde la paciencia, marca personal del banquillo, y a la vez siempre propone: “No puedo decir que ya tengamos una filosofía. Tenemos muchas armas para hacer daño, pero todavía estamos puliendo nuestra versatilidad ofensiva. Entre más registros tengamos, más difícil va a ser defendernos”.

Hasta la llegada de David González, Deportes Tolima estaba por fuera de los cuadrangulares. Con Juan Cruz Real a cargo, los de Ibagué acumulaban tres derrotas, tres empates y solo dos victorias. Sin embargo, tras el revolcón del nuevo entrenador, los pijaos, de la noche a la mañana, se volvieron candidatos. Hasta ahora, suman 11 triunfos en 12 partidos. En los cuadrangulares llevan nueve unidades de nueve posibles y son los grandes candidatos del Grupo A para llegar a la final.

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González huye de esa presión, no le interesa: “Desde que llegamos en la fecha 11 veníamos con la mentalidad de que teníamos nueve finales. Las enfrentamos una a una. Así lo repetimos en los cuadrangulares y lo haremos en lo que falta. No nos interesa la presión de que tenemos que llegar a la final o de que tenemos que ser campeones. No hemos hecho nada todavía. Tenemos que ser muy cuidadosos, en especial la prensa, con los mensajes que le transmitimos a la gente”.

Así se levantó Tolima

Si David González tuviera que elegir una clave para explicar la resurrección de Tolima diría que lo más importante es lo que se demuestra y no lo que se dice. “No es el mensaje, es lo que los jugadores sienten en la cancha. Cuando acumulas experiencia y entrenamientos, los jugadores empiezan a encontrar más espacios. ¡Solos! Ellos ven cómo la práctica les da situaciones de gol. Cuando los jugadores inteligentemente ocupan espacios y empiezan a superar líneas, ven ellos mismos las zonas vacías del campo. A veces con tres toques o a veces con 10, o incluso con 20, pero ven que el trabajo los lleva de cara al arco”.

González no habla ni de revoluciones ni de testarudez. “No soy radical. Ni con 20 sesiones voy a jugar a lo que profeso, ni tampoco con dos me voy a ver obligado a jugar a lo que toque. Es un equilibrio. Es meter la información de a poco. Un jugador no hace en la cancha lo que no ha vivido en un entrenamiento. Solo lo hace si lo practicó y se dio cuenta de que funciona, de que le va a ir bien. El gran problema en Colombia es que siempre se habla de procesos, pero no se entrena para lograrlos”.

La actualidad de Tolima viró tan abruptamente, que para muchos el lavado de cara del cuadro de Ibagué fue un golpe de suerte. El equipo que se “quitó la sal”, el entrenador “siempre usa la misma ropa”. Pero cuando se lo preguntaron en una entrevista, pragmático, David González habló de su trabajo: “Nada tienen que ver las cábalas. Uso la ropa en función de los colores que tiene el equipo en la cancha. Desde que era jugador decía: ‘Cuando sea entrenador no puedo estar pegado de qué calzoncillos fueron los que me puse para ver si gano un partido’”.

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Cuando llegó a Ibagué, González más bien se puso a trabajar en el espíritu del grupo, en el sentimiento colectivo. “Con tantos problemas que había, uno no puede llegar a imponer su visión del mundo. En cambio, tocaba hacerles ver a los muchachos que no todo lo que había era malo. Llegamos a empoderar al jugador, a hacerlo sentir valioso, a crear un ambiente para entrenar bien y competir mejor”.

Y en esas piedras fundamentales de la estructura que tocó armar a las carreras, indica el técnico, había dos cosas por potenciar con urgencia: la defensa y la nómina. A esta altura, de los 11 partidos ganados de Tolima, ocho han sido con el arco en cero. El equipo armó una base sólida potenciada por el alto nivel de sus nombres: Neto Volpi, Julián Quiñones, Juan David Ríos, Juan Pablo Nieto, Yeison Guzmán y Jeison Lucumí, entre otros. Las claves de un David González que supo resucitar un equipo que deambulaba entre los muertos.

La segunda oportunidad de González

David González tiene apenas 41 años. Lleva poco más de 12 meses dirigiendo, desde que asumió como estratega de Deportivo Independiente Medellín en junio del año pasado. “Sin experiencia” está a un paso de llegar a su segunda final de Liga, pues con el DIM fue subcampeón en el segundo semestre de 2022.

Ídolo e hincha del poderoso, el sueño de González era sacarlo campeón. “No puedo decir que vivo un sueño, porque mi sueño es levantar muchos títulos con esta institución”, dijo cuando llegó al rojo de Antioquia. No obstante, su idilio se acabó rápido y de forma injusta, pues lo sacaron siendo finalista, con el equipo en los ocho y un rendimiento del 50%. En Medellín todavía se lamentan.

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Sin embargo, ahí llegó Tolima, su segunda oportunidad. La final depende de ellos y de que logren mantener o ampliar, obviamente, la ventaja de tres puntos que tienen frente a Junior. Al otro lado, para González y su Tolima, las grandes opciones las tienen Millonarios o Medellín.

Uno es el cuadro de Gamero, un duelo interesante para el DT novato. El otro es su DIM del alma, una historia épica, de las que hacen que la gente se enamore del fútbol. Aunque, como diría González, no hay que hablar antes de tiempo ni ensillar el caballo antes de la corrida. Por delante, todavía está la clasificación, más allá de que parece que Deportes Tolima será uno de los finalistas este diciembre.

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