Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El paladar negro en el fútbol argentino se refiere a determinados clubes que, además de ganar, tenían que jugar bien, dar espectáculo, atacar siempre y deleitar con lo realizado en el césped. Históricamente, esos equipos son River Plate e Independiente. Este último, el rojo de Avellaneda, fue del que se enamoró Flavio Robatto cuando era niño y su mirada era feliz observando a Ricardo Bochini y Claudio Marangoni.
(El Barcelona de Guardiola: orígenes y revolución de una obra eterna)
“Eso no es un mito. En Independiente, si uno gana 1-0 jugando mal, la gente se va triste y te silba. No es como Boca, Racing o San Lorenzo, que no importa cómo triunfas. Independiente es otro tipo de gente: más exigente. Por eso, siempre fui de la idea del fútbol bien jugado”, manifestó Robatto, director técnico argentino del Atlético Huila, en diálogo con El Espectador.
Además de ver a sus ídolos, Robatto entrenaba con el club de su ciudad, Estudiantes de Río Cuarto —de donde también es Pablo Aimar—, y no dejaba de patear la pelota. “Jugaba en el colegio, en el club y con nuestros amigos, todos los días. Esa es la definición de la felicidad”. Luego de una corta carrera como profesional, en la que pasó por Platense, se retiró por una hepatitis y no tardó en aplicar sus conceptos desde los bancos.
Tras dirigir en varios cuadros del ascenso argentino, se fue a Ecuador y en 2017 arribó al Cúcuta Deportivo. También estuvo en Perú y volvió a Colombia para entrenar a Jaguares de Córdoba y, desde este año, a un Atlético Huila que busca retornar a la primera división. Sus pasos los ha dado con ideas innegociables: “Ser protagonista, tener la pelota y atacar todo el tiempo”.
Y es que Robatto es “guardiolista a morir”. En los tiempos en que el planeta vio el mejor fútbol de la historia (2008-2012), viajó hasta Barcelona para ver prácticas del equipo catalán. Cuando también observó la manera de trabajar de José Mourinho, concluyó: “Entrenan igual. Lo que los define son las características de los jugadores que tienen y la idea de cada uno”.
No se quedó con eso y fue a mirar a Marcelo Bielsa. “Para mí, en la forma de entrenar, es el mejor”, afirmó el DT Huila, quien ha compartido, además, con Diego Simeone, estratega del Atlético de Madrid. “Él es perfeccionista en trabajar en el error del jugador. Por ejemplo, se mira un video de tres horas para explicar algo de un minuto a un solo futbolista”.
(Luis Fernando Suárez: “Lo más importante del juego es que sea agradable para la vista”)
Robatto es de la corriente de César Luis Menotti, Johan Cruyff y Ángel Cappa. Y no le da mucha importancia al dibujo táctico. No le sorprende que la línea de tres se esté utilizando cada vez más, porque “siempre y cuando tengas claro a qué quieres jugar, todos los sistemas son buenos”. Sí le preocupa que en la actualidad los jugadores no vean fútbol, o que no lo sepan ver, y por eso implementó en el Huila una metodología en la que ellos realizan funciones que generalmente solo son del cuerpo técnico.
A los futbolistas que pierden determinados juegos que se llevan a cabo en los entrenamientos —virtuales o presenciales— les toca preparar un informe detallado de los próximos rivales en el torneo de segunda división o de equipos internacionales. “Justamente a dos les tocó analizar al Atalanta, que juega con línea de tres, y discutimos sobre su funcionalidad. Obviamente les ayudamos y les pasamos videos, pero ellos arman el informe. Ha sido una linda experiencia, en la que han aprendido a conocer contrincantes y armar equipos”, explicó Robatto.
Cada decisión que toma el argentino en medio de la actual atípica situación es con base en su idea de juego, la cual, hasta que se suspendió el fútbol, le había dado resultados, pues el Atlético Huila es cuarto del Torneo BetPlay, a tres puntos del líder, Deportes Quindío. “Los futbolistas están identificados con el estilo y vamos bien. Cuando ganas es más fácil que el convencimiento sea mayor. Y ellos siempre quieren jugar bien; es mentira que a un jugador solo le importa ganar. Creemos en lo que hacemos, no porque sea lindo, sino porque estamos convencidos de que es la manera que nos ayudará a lograr los objetivos”.
El técnico del elenco opita afirma que no sacaría a un delantero para meter a un defensor si va ganando 1-0 y corre el último minuto de un partido. Si ha sido victorioso jugando así, no tiene motivo para cambiar. En esa formación de conceptos también ha contribuido su mirada al colombiano Juan Carlos Osorio, DT de Atlético Nacional, de quien considera que “tranquilamente podría estar dirigiendo en la Liga de España”.
Con la experiencia que ha adquirido en el balompié colombiano, Robatto piensa que aquí se “juega mejor que en la mayoría de los países de Latinoamérica, pero no se juega bien”. Para darle un mejor trato a la pelota y que los éxitos colectivos aparezcan, es primordial la formación del futbolista. Así lo entiende y bajo esa premisa, durante la cuarentena obligatoria, a sus dirigidos les inculcó cine y literatura.
Lea también: Huracán, un club con equipos para el recuerdo
Jugar con el corazón, de Xesco Espar, entrenador de balonmano y amigo de Guardiola; y Fútbol, llamado a la rebelión, de Fernando Signorini, quien fue preparador físico de la selección de Argentina, son algunos de los libros que compartió Robatto con los futbolistas del Huila. También debatieron sobre la serie documental El último baile, basado en la vida de Michael Jordan y los triunfos de los Chicago Bulls; y acerca de la película Verano del 92, que cuenta la hazaña de la selección de Dinamarca que conquistó la Eurocopa de 1992.
Lo bueno que Flavio Robatto ha sacado de la pandemia es el hecho de “separar las cosas importantes de las que no lo son y rehacer la tabla de valores”. El poder analizar más fútbol de Guardiola, cuyos “equipos son inimitables y cambió el fútbol, porque fue el primero que empezó a defender para adelante, como Menotti antes, pero a un nivel de excelencia inigualable”. El reafirmar su convicción de que “la función principal del entrenador es mejorar al equipo y a los jugadores”. El acumular más argumentos para decir con propiedad que “en cualquier equipo, sea el primero o el último de la tabla, se puede intentar jugar bien”.