Hay voluntad política para respaldar la idea de la Primera C
Desde las regiones se sigue fortaleciendo la idea de implementar un sistema de ascenso y descenso que genere mayor competitividad y oportunidades.
La eliminación de los equipos colombianos en la fase de grupos de la Copa Libertadores coincidió con la presentación de un proyecto para implementar la tercera división en país. Ante el fracaso de América, Júnior, Medellín y Tolima, se cuestionó nuevamente la calidad del campeonato local y la competitividad de sus clubes en el ámbito internacional.
La crisis económica de la mayoría de los 36 equipos de las categorías A y B, la imposibilidad de contratar refuerzos y, sobre todo, de retener a sus jóvenes figuras cuando reciben ofertas del exterior son algunas de las razones.
Otras son la falta de oportunidades para muchos futbolistas entre 18 y 23 años, que no tienen dónde jugar, pues los cupos en los clubes profesionales en el país son muy limitados.
Por eso, la Asociación Colombiana de Clubes de Fútbol Aficionado (ACCFA) planteó la idea de crear la Primera C y aprovechar el inmenso capital humano que existe, especialmente en regiones apartadas y ciudades intermedias.
Aunque la dirigencia del balompié de nuestro país no se ha pronunciado al respecto, la iniciativa comienza a tener adeptos en los ámbitos de la política y los medios de comunicación, que al unísono reclaman mayor trabajo en la base.
La propuesta concreta es implementar paulatinamente divisiones de ascenso y descenso en el fútbol colombiano, lo que generaría mayor competencia, posibilidades laborales, desarrollo del balompié e impacto social. “Lo que queremos es el progreso de nuestro fútbol. Que existan más alternativas para los futbolistas que están en formación y para los clubes que, con mucho esfuerzo, los están ayudando”, explica Andrés Guapacha, presidente da la ACCFA, entidad que ya logró que la Cámara de Representantes aprobara realizar una audiencia pública para socializar y discutir el tema con varias entidades, como el Ministerio del Deporte, el Comité Olímpico Colombiano, la Federación Colombiana de Fútbol, Dimayor (profesional), Difútbol (aficionado), Ascenfútbol (entrenadores), Acolfutpro (futbolistas), Aexpro (exfutbolistas), Acolarfut (árbitros) y Affutcol (jugadoras), así como otras personas y organizaciones con iniciativas similares, entre ellas Fútbol Naranja, que propone la creación de categorías cuarta y quinta, además de una segunda femenina.
“El impacto sería impresionante, porque ayudará a muchas regiones que no tienen fútbol profesional y permitirá que se usen adecuadamente los 272 estadios y escenarios de diferentes dimensiones que hay en Colombia”, agrega Guapacha.
Para comenzar se podría adaptar el torneo existente de la categoría sub-20 juvenil federativa a una tercera división semiprofesional, con la inclusión de 84 equipos aficionados de todo el país que estén afiliados a ligas de fútbol departamentales y tengan el respectivo reconocimiento deportivo vigente.
Así se haría una competición entre unos 120 clubes, democratizando la participación, como lo pide la FIFA. Además, los equipos profesionales de las categorías A y B podrían aprovechar la oportunidad para tener una filial y darles fogueo a sus nuevas promesas.
Consolidar el sistema de ascensos y descensos permite mayor competitividad y, sobre todo, evita que los equipos se conformen simplemente con participar en un torneo porque no sufren consecuencias por sus malas campañas, como ocurre actualmente.
Las categorías A y B son manejadas en Colombia por la Dimayor, mientras que Difútbol se encarga del tema aficionado. El proyecto invita a que se unan, como ocurre en casi todos los países del mundo, y generen mayores opciones de desarrollo y empleo no solamente para jugadores y entrenadores, sino para las personas que puedan aprovechar el entorno del fútbol para trabajar en diferentes labores.
La eliminación de los equipos colombianos en la fase de grupos de la Copa Libertadores coincidió con la presentación de un proyecto para implementar la tercera división en país. Ante el fracaso de América, Júnior, Medellín y Tolima, se cuestionó nuevamente la calidad del campeonato local y la competitividad de sus clubes en el ámbito internacional.
La crisis económica de la mayoría de los 36 equipos de las categorías A y B, la imposibilidad de contratar refuerzos y, sobre todo, de retener a sus jóvenes figuras cuando reciben ofertas del exterior son algunas de las razones.
Otras son la falta de oportunidades para muchos futbolistas entre 18 y 23 años, que no tienen dónde jugar, pues los cupos en los clubes profesionales en el país son muy limitados.
Por eso, la Asociación Colombiana de Clubes de Fútbol Aficionado (ACCFA) planteó la idea de crear la Primera C y aprovechar el inmenso capital humano que existe, especialmente en regiones apartadas y ciudades intermedias.
Aunque la dirigencia del balompié de nuestro país no se ha pronunciado al respecto, la iniciativa comienza a tener adeptos en los ámbitos de la política y los medios de comunicación, que al unísono reclaman mayor trabajo en la base.
La propuesta concreta es implementar paulatinamente divisiones de ascenso y descenso en el fútbol colombiano, lo que generaría mayor competencia, posibilidades laborales, desarrollo del balompié e impacto social. “Lo que queremos es el progreso de nuestro fútbol. Que existan más alternativas para los futbolistas que están en formación y para los clubes que, con mucho esfuerzo, los están ayudando”, explica Andrés Guapacha, presidente da la ACCFA, entidad que ya logró que la Cámara de Representantes aprobara realizar una audiencia pública para socializar y discutir el tema con varias entidades, como el Ministerio del Deporte, el Comité Olímpico Colombiano, la Federación Colombiana de Fútbol, Dimayor (profesional), Difútbol (aficionado), Ascenfútbol (entrenadores), Acolfutpro (futbolistas), Aexpro (exfutbolistas), Acolarfut (árbitros) y Affutcol (jugadoras), así como otras personas y organizaciones con iniciativas similares, entre ellas Fútbol Naranja, que propone la creación de categorías cuarta y quinta, además de una segunda femenina.
“El impacto sería impresionante, porque ayudará a muchas regiones que no tienen fútbol profesional y permitirá que se usen adecuadamente los 272 estadios y escenarios de diferentes dimensiones que hay en Colombia”, agrega Guapacha.
Para comenzar se podría adaptar el torneo existente de la categoría sub-20 juvenil federativa a una tercera división semiprofesional, con la inclusión de 84 equipos aficionados de todo el país que estén afiliados a ligas de fútbol departamentales y tengan el respectivo reconocimiento deportivo vigente.
Así se haría una competición entre unos 120 clubes, democratizando la participación, como lo pide la FIFA. Además, los equipos profesionales de las categorías A y B podrían aprovechar la oportunidad para tener una filial y darles fogueo a sus nuevas promesas.
Consolidar el sistema de ascensos y descensos permite mayor competitividad y, sobre todo, evita que los equipos se conformen simplemente con participar en un torneo porque no sufren consecuencias por sus malas campañas, como ocurre actualmente.
Las categorías A y B son manejadas en Colombia por la Dimayor, mientras que Difútbol se encarga del tema aficionado. El proyecto invita a que se unan, como ocurre en casi todos los países del mundo, y generen mayores opciones de desarrollo y empleo no solamente para jugadores y entrenadores, sino para las personas que puedan aprovechar el entorno del fútbol para trabajar en diferentes labores.