José Pékerman, un todero de la vida
No habló mucho, si lo hizo fue por obligación. Por protocolo. Los meses pasaron, el silencio llamó la atención y sonaron los disparos. Pero cuando llegaba el momento, José tomaba el micrófono: calma, tranquilidad, respeto. Fue paternal.
Thomas Blanco- @thomblalin
No habló mucho, si lo hizo fue por obligación. Por protocolo. Los meses pasaron, el silencio llamó la atención y sonaron los disparos. Pero cuando llegaba el momento, José tomaba el micrófono: calma, tranquilidad, respeto. Fue paternal. Seis años y siete meses de opiniones divididas. Pero él, a su manera, sin hacer bulla, se ganó el cariño de la gente. Pasaron 2.421 días desde que Pékerman asumió el timón de la selección de Colombia. Uno que dejó vacante el pasado martes. Lo que lo convierte en el técnico más longevo al mando del equipo tricolor.
Superó los 2.133 días -eso sí,en cuatro ciclos distintos- que dirigió Francisco Maturana. Y es que los resultados del argentino hablaron por sí solos: clasificó a Colombia a un mundial tras 16 años de ausencia. En Brasil 2014 se registró la mejor participación del país en una Copa del Mundo (quinto puesto) y además contó con el goleador del certamen, James Rodríguez (6). Y en Rusia 2018 dejó a los suyos en el noveno puesto. No fue una mala presentación, pero se esperaba un poco más.
Se sufrió también: el fracaso de la Copa América de Chile, el camino rocoso en las pasadas eliminatorias, pero el saldo, al final del día, fue más alegre que espinoso. En las 58.104 horas de José al mando del combinado tricolor estos fueron los números finales: 77 partidos disputados, 42 victorias, 20 empates y 16 derrotas.
Se le criticó su silencio, que alguna vez coqueteó con el oscurantismo. Nunca dio una entrevista como DT de Colombia. Pero el timonel de 69 años limpió un terreno que no le había dejado cosas positivas al país: los periodistas dejaron de ser protagonistas y tuvieron que dedicarse a lo suyo: al análisis y a informar. No hubo privilegios, tampoco concesiones. Eso le costó muchos enemigos. Sin embargo, esa es una estela que los directivos quieren mantener, que es oriunda del Marcelo Bielsa en la selección de Argentina modelo 1998-2004.
Eso sí, se marchó cabizbajo. Con un nudo en el estómago por tener que guardarse lo que no le gustó, lo que le molestó, lo que lo alejó de forma definitiva del país que lo arropó como un colombiano más. Su intención no era marcharse, eso podrán decir los papeles. Pero no sus gestos y sus frías y vacías palabras. ¿Vendrá un técnico con mejores credenciales que él? ¿Alguien que supere ser tricampeón mundial juvenil y tres veces mundialista? Hoy por hoy, las cartas son muy escasas. Y la principal firmó este lunes con Paraguay, así haya reconocido públicamente que su prioridad era Colombia.
Pékerman, un todero de la vida
Nacido en Villa Domínguez, en la provincia de Entre Ríos, Pékerman es nieto de abuelos ucranianos, un reflejo de los numerosos inmigrantes que se afincaron allí, en la Mesopotamia argentina, a finales del siglo XIX. Sin embargo, el hijo menor de Óscar —un obrero ferroviario— y Raquel no tiene demasiados recuerdos de aquella infancia. Más allá de su nacimiento, el 3 de septiembre de 1949, el hombre pausado, de gesto adusto, ancló sus primeros recuerdos en Ibicuy, al sur de esa misma provincia, donde vendía helados junto a su hermano Luis.
No obstante, al pequeño José le quedaba un traslado más, esta vez definitivo, pues su familia decidió radicarse en Buenos Aires y allí, además de hacer algunos oficios (mesero en la pizzería de su padre, ayudante de cocina), descubrió el fútbol. Fue en las divisiones menores de Argentinos Juniors, equipo con el que debutaría el 12 de julio de 1970.
El trasegar en el oficio lo llevaría a Colombia, donde jugaría con el Independiente Medellín 101 partidos y convertiría 15 goles. En la capital antioqueña nació su primera hija, Vanessa. Y todo parecía andar bien hasta que una lesión en la rodilla acabó con su carrera deportiva, apenas a los 28 años.
Regresó a Argentina, compró un taxi y recorrió las calles de Buenos Aires para ganarse la vida. Llevando y trayendo pasajeros, amasaba el sueño de dirigir. Se sumaría entonces a Ricardo Trigilli, por entonces en Estudiantes de Caseros, y con él pasaría a Chacarita y luego a Argentinos. Y aunque Trigilli salió, Pékerman se mantuvo y asumió las divisiones menores. Y una gran carrera comenzaba entonces.
Un año más tarde, en Qatar, ganó un Mundial de la categoría juvenil para Argentina, luego de una sequía de 12 años, con una generación notable: Juan Pablo Sorín, Walter Coyette y Ariel Ibagaza. Dos años después, se llevó el Sudamericano y también el torneo orbital con una brillante camada de jugadores: Esteban Cambiasso, Juan Román Riquelme y Lionel Scaloni. Y aunque en 1999, en la cita de Nigeria, no pudo revalidar el título, volvería al trono mundial juvenil en 2001, en Argentina, llevándose la copa con una actuación demoledora y unos nombres que sobresalían: Pablo Aimar, Javier Saviola, por nombrar algunos.
Su próximo gran reto sería la selección mayor, con la que haría una brillante eliminatoria y llegaría a los cuartos de final del Mundial de Alemania. Aunque Grondona intentó persuadirlo para que continuara en el cargo, Pékerman decidió que un ciclo había terminado. Dejó a Messi en el banco ante los germanos, en uno de los peores errores en la historia del fútbol argentino. La eterna imagen de Leo con pies estirados y mirada resignada nunca se borrará de la memoria del país albiceleste.
Entonces dirigió a Toluca y a Tigres, en México, hasta que decidió tomarse un tiempo de descanso. Y se cansó de rechazar ofertas. Todo cambió el 4 de enero de 2012. Se sentó al banquillo de la selección de Colombia. Y la alegría ha sido de bando a bando. Porque él tampoco había durado tanto en un cargo que no fuera con equipos juveniles. El argentino más colombiano.
No habló mucho, si lo hizo fue por obligación. Por protocolo. Los meses pasaron, el silencio llamó la atención y sonaron los disparos. Pero cuando llegaba el momento, José tomaba el micrófono: calma, tranquilidad, respeto. Fue paternal. Seis años y siete meses de opiniones divididas. Pero él, a su manera, sin hacer bulla, se ganó el cariño de la gente. Pasaron 2.421 días desde que Pékerman asumió el timón de la selección de Colombia. Uno que dejó vacante el pasado martes. Lo que lo convierte en el técnico más longevo al mando del equipo tricolor.
Superó los 2.133 días -eso sí,en cuatro ciclos distintos- que dirigió Francisco Maturana. Y es que los resultados del argentino hablaron por sí solos: clasificó a Colombia a un mundial tras 16 años de ausencia. En Brasil 2014 se registró la mejor participación del país en una Copa del Mundo (quinto puesto) y además contó con el goleador del certamen, James Rodríguez (6). Y en Rusia 2018 dejó a los suyos en el noveno puesto. No fue una mala presentación, pero se esperaba un poco más.
Se sufrió también: el fracaso de la Copa América de Chile, el camino rocoso en las pasadas eliminatorias, pero el saldo, al final del día, fue más alegre que espinoso. En las 58.104 horas de José al mando del combinado tricolor estos fueron los números finales: 77 partidos disputados, 42 victorias, 20 empates y 16 derrotas.
Se le criticó su silencio, que alguna vez coqueteó con el oscurantismo. Nunca dio una entrevista como DT de Colombia. Pero el timonel de 69 años limpió un terreno que no le había dejado cosas positivas al país: los periodistas dejaron de ser protagonistas y tuvieron que dedicarse a lo suyo: al análisis y a informar. No hubo privilegios, tampoco concesiones. Eso le costó muchos enemigos. Sin embargo, esa es una estela que los directivos quieren mantener, que es oriunda del Marcelo Bielsa en la selección de Argentina modelo 1998-2004.
Eso sí, se marchó cabizbajo. Con un nudo en el estómago por tener que guardarse lo que no le gustó, lo que le molestó, lo que lo alejó de forma definitiva del país que lo arropó como un colombiano más. Su intención no era marcharse, eso podrán decir los papeles. Pero no sus gestos y sus frías y vacías palabras. ¿Vendrá un técnico con mejores credenciales que él? ¿Alguien que supere ser tricampeón mundial juvenil y tres veces mundialista? Hoy por hoy, las cartas son muy escasas. Y la principal firmó este lunes con Paraguay, así haya reconocido públicamente que su prioridad era Colombia.
Pékerman, un todero de la vida
Nacido en Villa Domínguez, en la provincia de Entre Ríos, Pékerman es nieto de abuelos ucranianos, un reflejo de los numerosos inmigrantes que se afincaron allí, en la Mesopotamia argentina, a finales del siglo XIX. Sin embargo, el hijo menor de Óscar —un obrero ferroviario— y Raquel no tiene demasiados recuerdos de aquella infancia. Más allá de su nacimiento, el 3 de septiembre de 1949, el hombre pausado, de gesto adusto, ancló sus primeros recuerdos en Ibicuy, al sur de esa misma provincia, donde vendía helados junto a su hermano Luis.
No obstante, al pequeño José le quedaba un traslado más, esta vez definitivo, pues su familia decidió radicarse en Buenos Aires y allí, además de hacer algunos oficios (mesero en la pizzería de su padre, ayudante de cocina), descubrió el fútbol. Fue en las divisiones menores de Argentinos Juniors, equipo con el que debutaría el 12 de julio de 1970.
El trasegar en el oficio lo llevaría a Colombia, donde jugaría con el Independiente Medellín 101 partidos y convertiría 15 goles. En la capital antioqueña nació su primera hija, Vanessa. Y todo parecía andar bien hasta que una lesión en la rodilla acabó con su carrera deportiva, apenas a los 28 años.
Regresó a Argentina, compró un taxi y recorrió las calles de Buenos Aires para ganarse la vida. Llevando y trayendo pasajeros, amasaba el sueño de dirigir. Se sumaría entonces a Ricardo Trigilli, por entonces en Estudiantes de Caseros, y con él pasaría a Chacarita y luego a Argentinos. Y aunque Trigilli salió, Pékerman se mantuvo y asumió las divisiones menores. Y una gran carrera comenzaba entonces.
Un año más tarde, en Qatar, ganó un Mundial de la categoría juvenil para Argentina, luego de una sequía de 12 años, con una generación notable: Juan Pablo Sorín, Walter Coyette y Ariel Ibagaza. Dos años después, se llevó el Sudamericano y también el torneo orbital con una brillante camada de jugadores: Esteban Cambiasso, Juan Román Riquelme y Lionel Scaloni. Y aunque en 1999, en la cita de Nigeria, no pudo revalidar el título, volvería al trono mundial juvenil en 2001, en Argentina, llevándose la copa con una actuación demoledora y unos nombres que sobresalían: Pablo Aimar, Javier Saviola, por nombrar algunos.
Su próximo gran reto sería la selección mayor, con la que haría una brillante eliminatoria y llegaría a los cuartos de final del Mundial de Alemania. Aunque Grondona intentó persuadirlo para que continuara en el cargo, Pékerman decidió que un ciclo había terminado. Dejó a Messi en el banco ante los germanos, en uno de los peores errores en la historia del fútbol argentino. La eterna imagen de Leo con pies estirados y mirada resignada nunca se borrará de la memoria del país albiceleste.
Entonces dirigió a Toluca y a Tigres, en México, hasta que decidió tomarse un tiempo de descanso. Y se cansó de rechazar ofertas. Todo cambió el 4 de enero de 2012. Se sentó al banquillo de la selección de Colombia. Y la alegría ha sido de bando a bando. Porque él tampoco había durado tanto en un cargo que no fuera con equipos juveniles. El argentino más colombiano.