Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Cuando el vallecaucano fichó por el Bayern Munich, en esa época los clubes no estaban obligados a prestar a los jugadores a las selecciones. El acuerdo del equipo germano con Independiente Santa Fe era claro: el Tren podía jugar dos partidos de eliminatoria y debía llegar el 23 de agosto a Alemania. De lo contrario, el cuadro cardenal no recibiría el dinero.
El delantero jugó en el triunfo 2-1 frente a Argentina en Barranquilla y anotó un gol. Una semana después estuvo presente en el empate 1-1 del combinado tricolor frente a Paraguay en Asunción. Los cartuchos ya estaban quemados, el Tren ya no podía vestirse más con la camiseta de su país.
Para la última jornada de la eliminatoria, a Colombia le bastaba un empate para clasificarse al Mundial de Estados Unidos 1994. Una derrota frente a los argentinos obligaba a sacar la calculadora y a soñar con el repechaje. Empezó la odisea: el equipo dirigido por Francisco Maturana necesitaba del Tren.
El secretario de la Federación Colombiana de Fútbol, Álvaro Miguel Posada, viajó a Munich soñando con un milagro. Le mostró a Franz Beckenbauer, técnico del equipo, recortes de los periódicos colombianos mostrando la importancia que tenía el exdelantero de Independiente Santa Fe para su país. El presidente de ese entonces, Cesar Gaviria, y el cónsul colombiano en Munich, José Joaquín Gori, hicieron política y ablandaron el corazón de la directiva bávara.
Pero pusieron una condición: si en el partido que enfrentaba el Bayern Munich contra el Leipzig no se lesionaba el otro delantero, Marcel Witeczeck, Valencia podría viajar a Buenos Aires. Nunca antes el pueblo colombiano había orado tanto por la salud de un polaco. El conjunto bávaro se impuso 3-0 sin imprevistos.
Al mejor estilo de un hijo travieso, el Bayern Munich envió un funcionario del club junto al Tren para que lo cuidara y se asegurara de que se portara bien. Cómo lo conocían. “Ellos no querían que me fuera a tomar. Pero les salió bien caro el viaje porque me enrumbé con una argentina”, rememora el Tren en un diálogo con El Espectador.
-¿Cómo ves este partido a muerte frente a Colombia?- le preguntó un periodista a Diego Maradona.
-Tenemos que seguir históricamente como estamos. O sea Argentina arriba y Colombia abajo. Y así está todo bien- le afirmó el 10 argentino con una sonrisa pícara a la prensa de su país.
Y ese mismo era el pensamiento de todos los argentinos. El Tren, viejo zorro, coqueteó con una mujer en el hotel. Apostaron la cena. Contra todo pronóstico, Colombia ganó 5-0. El oriundo en Buenaventura marcó el último gol del, tal vez, partido más vibrante que ha visto el país. “Y nos fuimos a rumbear. Es que las mujeres argentinas se mueren por los morochos como yo”, asegura entre risas.
Colombia se clasificó al Mundial y mandó a Argentina al repechaje frente a Australia.“Siento que hice algo bueno por mi país ese día. Le agradezco de corazón a Dios por haber hecho parte de esa linda selección”, cierra el Tren. Los cinco de septiembre nunca volvieron a ser lo mismo.
Manténgase informado sobre las últimas noticias que suceden en Colombia y el Mundo, el más completo cubrimiento noticioso todos los días con el periódico El Espectador.