Por una Liga Femenina digna
El Espectador recogió las voces de distintos sectores del fútbol para conocer sus posturas sobre el campeonato este año, que duraría apenas mes y medio. Falta de recursos y de voluntad de clubes y dirigentes siguen siendo claves en el proceso.
Andrés Osorio Guillott
Paula Casas Mogollón
“Por una Liga Femenina digna”. Esa es la frase que se lee en las redes sociales por estos días luego de que la Dimayor diera a conocer, por medio de un comunicado, la duración del torneo para este año: “En el cronograma de la temporada, se tiene establecido que la Liga Femenina 2021 inicie el 18 de julio y finalice las primeras semanas de septiembre, debido a que la Conmebol remitió información de que la Libertadores Femenina 2020 será en marzo y la versión del presente año comenzará en septiembre”, anunció.
Las exigencias de las jugadoras son apenas justas. La realidad indica que es imposible que una futbolista viva del deporte en Colombia, pues con campeonatos tan cortos se ven en la obligación de tener un trabajo alterno los otros diez meses del año; sumado a eso, desde la competencia también es difícil que el juego mejore, pues en 45 o 58 días es muy complicado que se asimile una idea de juego y se llegue a un nivel óptimo. El reflejo de esto se vio con la pasada convocatoria de la selección femenina de mayores para los amistosos contra Estados Unidos. Además de que el combinado nacional no jugaba desde hacía año y medio, las jugadoras llamadas a los dos partidos, todas pertenecientes a la liga local, apenas habían estado dos meses en competencia en 2020, otras tal vez menos dependiendo de la instancia a la que llegaron en la cuarta edición del campeonato local.
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Según el informe de la Liga Femenina BetPlay, realizado por la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales (Acolfutpro), el campeonato va en retroceso y no en progreso. Tanto en duración como en participantes las cifras han disminuido: en la primera edición, realizada en 2017, el torneo duró 104 días y tuvo 18 equipos; en 2018 fueron 124 días y 23 equipos; en 2019 fueron 74 días y veinte equipos, y el año pasado fueron 58 días y trece equipos. En 2021, el certamen duraría 45 días y se desconoce el número de escuadras que estarían en competencia. En principio serían Nacional, América, Santa Fe, Cali, Medellín, Millonarios y Bucaramanga. Clubes como Tolima, Alianza Petrolera y Júnior estarían por definirse.
Un campeonato de mes y medio no es atractivo desde lo financiero ni desde lo deportivo. Por ejemplo, si una jugadora sufre un desgarro, una lesión que la alejaría de las canchas dos o tres semanas, ya se estaría perdiendo la mitad del torneo. Eso desde la competencia, pero en lo económico tampoco es rentable para nadie, pues además de la duración, para ninguna empresa privada es negocio invertir en un torneo que año tras año tiene la incertidumbre de realizarse. Apostarle a ello es un tiro al aire, y justamente la credibilidad y la confianza deben construirse desde las garantías que puedan dar los dirigentes para la realización del campeonato.
Pero ¿por qué un campeonato más corto que el anterior? Esto respondió Fernando Jaramillo, presidente de la Dimayor: “Tenemos varias limitaciones y yo sé que algunas de las jugadoras han declarado su inconformidad, pero pongamos en contexto: este año tenemos dos torneos de Copa Libertadores: uno en marzo y otro en septiembre. Eso nos limita la duración de un campeonato. También tenemos limitación de escenarios que tenemos que entregar en mayo por la Copa América. Todo esto puede sonar a disculpa, pero eso hace que tengamos un espacio muy breve. La idea es hacerlo. Podríamos empezar antes, pero eso quiere decir que los equipos tendrían que parar dos meses mientras se juega la Copa América. Soy consciente de que no es la mejor decisión. Encontramos que es lo más viable en este momento. De alguna manera, en ese torneo les daremos todas las garantías a las jugadoras”.
Esas garantías son las que exigen las futbolistas, que quieren mantenerse en competencia y mejorar su desempeño, pero dependen de los empleadores. El año pasado, por ejemplo, en marzo, recién inició la pandemia, solo tres equipos habían formalizado contratos con sus futbolistas: América, Santa Fe y Nacional. Las demás instituciones, argumentando la crisis económica que se produjo por el parón de todas las actividades, solamente firmaron con sus integrantes por el período en que se jugaría el torneo, es decir, entre octubre y diciembre.
“Las jugadoras cuyos equipos no alcanzan a clasificar solo juegan un mes. Es triste. En estos momentos no tenemos condiciones. Son pocos los clubes que tienen contratos fijos con las jugadoras. No podemos hablar de garantías porque no hay. Creo que falta un poco de voluntad. Hay muchas jugadoras que no tienen un trabajo estable. Su único sustento es el fútbol, y recibir solamente un mes de sueldo no es justo. Muchas se ven afectadas. En mi caso estudio, pero muchas otras no tienen esa posibilidad. Es difícil sobrevivir si solo dependemos del fútbol. Ojalá pudiéramos fomentar el fútbol universitario y aficionado, como se hace en Estados Unidos. Reforzar esos campos ayudaría muchísimo. No podemos vender la Liga si no hay una estructura y un orden”, dijo Lina Gómez, delantera de Millonarios.
“Usted con un torneo de dos meses va a notar el decrecimiento de las condiciones de las mujeres. Desde 2018 se han venido reduciendo los participantes y las duraciones. Los directivos dicen que están fomentando, pero no sabemos qué. A las mujeres no se les está dando la oportunidad de competir. Solo tres equipos tenían contratos formales antes de la pandemia. El torneo se proyecta como un cumplimiento de una obligación, no como el interés de fomentar el fútbol femenino. Los clubes que participan en torneos internacionales tienen que cumplir con el equipo femenino según los requerimientos de la Conmebol, y en ese sentido lo que hay que cambiar es la concepción. Dicen que no hay patrocinador, pero quién va a patrocinar si no se sabe cómo será el torneo, si solo va a durar mes y medio. Y, por ejemplo, Fortaleza, América, Nacional, Santa Fe son los únicos que invierten en el desarrollo y tienen un proceso con las futbolistas. El problema es estructural. Muy pocos clubes tienen interés en desarrollar las divisiones menores con fútbol femenino y adelantar un proceso”, afirmó Carlos González Puche, presidente de Acolfutpro.
La realidad de lo que se planteo en un principio es lejana. El año pasado se había hablado de dos torneos: uno antes de la Copa Libertadores Femenina y otro después. De igual manera, como dijo Carolina Pineda, jugadora del América de Cali: “El año pasado, el presidente de la Dimayor presentó un patrocinador nuevo para el fútbol femenino, y este año dice que solamente hay recursos de parte del Ministerio del Deporte. ¿Qué pasó con ese patrocinador?”.
Sobre el Ministerio del Deporte y los recursos para el campeonato, en diciembre del año pasado se informó que el Gobierno había destinado $1.400 millones para el torneo del 2020, este año no se conoce el monto oficial, pero se esperaría que ronde esa cifra. Sobre ese apoyo, más el dinero que entrega la FIFA para impulsar el desarrollo del fútbol femenino, Jaramillo dijo que “el dinero que entrega la FIFA es un tema de la Federación Colombiana de Fútbol. Sí existe ese dinero y la idea no es solo que aporte al desarrollo del fútbol profesional femenino, sino también al aficionado, a otras manifestaciones del fútbol donde se debe repartir esa cifra. Sí hay unos recursos y los estamos tramitando con la Federación para que se puedan utilizar en la Liga. Es un presupuesto importante, no quisiera ser impreciso porque no está exclusivamente destinado al campeonato, entonces hay que repartirlo de alguna manera, pero son más o menos unos US$200 o US$300.000” (entre 700 y 1.100 millones de pesos).
Los recursos no están definidos todavía, pero al parecer eso no ayudaría a que el campeonato sea más extenso. Las molestias están justificadas y las cifras son claras en cuanto al retroceso de la Liga Femenina. Desde 2017 se esperaba que el campeonato mostrara avances, y más cuando en 2018 ya se había dado un gran resultado como el título de la Copa Libertadores obtenido por el Huila. Sin embargo, y más allá de la crisis causada por la pandemia, sigue habiendo cortos circuitos en las intenciones y los compromisos de todas las instancias del balompié nacional, pues los errores y los problemas involucran a la Federación, la Dimayor, los clubes del fútbol profesional, los medios de comunicación y los mismos aficionados.
“En comparación con otras ligas, la nuestra no va en evolución sino en retroceso. Eso nos perjudica a todas las jugadoras. Hay personas que estamos hechas siendo unas guerreras. Estamos esperando por una igualdad de liga que no se ha dado. No solamente en el tema del trabajo y la duración, sino que a uno se le agotan las fuerzas; uno se prepara todos los días para hacer un gran torneo, pero en un mes y medio o dos meses no se va a poder mostrar. Sé que esto no se va a dar de un día a otro, pero se necesita el trabajo de todos, de nosotras, de la Dimayor, de los medios de comunicación, incluso los jugadores. Yo jugué el año pasado con Nacional. Independientemente de ser hombres o mujeres, estamos representando a un equipo. Todos éramos Atlético Nacional. No son equipos diferentes. Por parte de ellos el apoyo sería fundamental. ¿Cómo le va a decir a una niña de trece o catorce años que persiga sus sueños, que quiere ser como Leicy Santos o Natalia Gaitán, si una liga de Bogotá dura más que un torneo nacional profesional? No es un negocio que da garantías”, dijo Jessica Romero, exjugadora del cuadro verdolaga, que este año jugará en Cruzeiro de Brasil.
Finalmente, Fernando Jaramillo, el máximo dirigente de la Dimayor, reconoce que el proceso es lento y que requiere del compromiso y de la voluntad de todos poder enderezarlo: “Yo me comprometo a tener más recursos, es claro que es un tema de falta de recursos, y no solo en el Gobierno nacional. Gracias a ellos, logramos hacer el torneo en 2020. Los clubes tienen que tener un compromiso claro. Hay que darle sostenibilidad al fútbol femenino desde el punto de vista financiero. Hay que darles continuidad a las deportistas, eso es clave. La idea es que el campeonato tenga la misma duración de la Liga Masculina. También hay que ver el potencial. Siempre que terminamos un torneo hay exportación de futbolistas a muchos equipos del mundo, pero también hay que decir que no hay suficientes jugadoras para hacer un campeonato de 36 equipos, eso hay que tenerlo en cuenta también. Es un proceso que va paso a paso, pero si nos unimos Dimayor, Gobierno, clubes y empresa privada, vamos a lograr mejorar”.
“Por una Liga Femenina digna”. Esa es la frase que se lee en las redes sociales por estos días luego de que la Dimayor diera a conocer, por medio de un comunicado, la duración del torneo para este año: “En el cronograma de la temporada, se tiene establecido que la Liga Femenina 2021 inicie el 18 de julio y finalice las primeras semanas de septiembre, debido a que la Conmebol remitió información de que la Libertadores Femenina 2020 será en marzo y la versión del presente año comenzará en septiembre”, anunció.
Las exigencias de las jugadoras son apenas justas. La realidad indica que es imposible que una futbolista viva del deporte en Colombia, pues con campeonatos tan cortos se ven en la obligación de tener un trabajo alterno los otros diez meses del año; sumado a eso, desde la competencia también es difícil que el juego mejore, pues en 45 o 58 días es muy complicado que se asimile una idea de juego y se llegue a un nivel óptimo. El reflejo de esto se vio con la pasada convocatoria de la selección femenina de mayores para los amistosos contra Estados Unidos. Además de que el combinado nacional no jugaba desde hacía año y medio, las jugadoras llamadas a los dos partidos, todas pertenecientes a la liga local, apenas habían estado dos meses en competencia en 2020, otras tal vez menos dependiendo de la instancia a la que llegaron en la cuarta edición del campeonato local.
Puede leer: ¿Seguirá Bogotá como sede de la Copa América?
Según el informe de la Liga Femenina BetPlay, realizado por la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales (Acolfutpro), el campeonato va en retroceso y no en progreso. Tanto en duración como en participantes las cifras han disminuido: en la primera edición, realizada en 2017, el torneo duró 104 días y tuvo 18 equipos; en 2018 fueron 124 días y 23 equipos; en 2019 fueron 74 días y veinte equipos, y el año pasado fueron 58 días y trece equipos. En 2021, el certamen duraría 45 días y se desconoce el número de escuadras que estarían en competencia. En principio serían Nacional, América, Santa Fe, Cali, Medellín, Millonarios y Bucaramanga. Clubes como Tolima, Alianza Petrolera y Júnior estarían por definirse.
Un campeonato de mes y medio no es atractivo desde lo financiero ni desde lo deportivo. Por ejemplo, si una jugadora sufre un desgarro, una lesión que la alejaría de las canchas dos o tres semanas, ya se estaría perdiendo la mitad del torneo. Eso desde la competencia, pero en lo económico tampoco es rentable para nadie, pues además de la duración, para ninguna empresa privada es negocio invertir en un torneo que año tras año tiene la incertidumbre de realizarse. Apostarle a ello es un tiro al aire, y justamente la credibilidad y la confianza deben construirse desde las garantías que puedan dar los dirigentes para la realización del campeonato.
Pero ¿por qué un campeonato más corto que el anterior? Esto respondió Fernando Jaramillo, presidente de la Dimayor: “Tenemos varias limitaciones y yo sé que algunas de las jugadoras han declarado su inconformidad, pero pongamos en contexto: este año tenemos dos torneos de Copa Libertadores: uno en marzo y otro en septiembre. Eso nos limita la duración de un campeonato. También tenemos limitación de escenarios que tenemos que entregar en mayo por la Copa América. Todo esto puede sonar a disculpa, pero eso hace que tengamos un espacio muy breve. La idea es hacerlo. Podríamos empezar antes, pero eso quiere decir que los equipos tendrían que parar dos meses mientras se juega la Copa América. Soy consciente de que no es la mejor decisión. Encontramos que es lo más viable en este momento. De alguna manera, en ese torneo les daremos todas las garantías a las jugadoras”.
Esas garantías son las que exigen las futbolistas, que quieren mantenerse en competencia y mejorar su desempeño, pero dependen de los empleadores. El año pasado, por ejemplo, en marzo, recién inició la pandemia, solo tres equipos habían formalizado contratos con sus futbolistas: América, Santa Fe y Nacional. Las demás instituciones, argumentando la crisis económica que se produjo por el parón de todas las actividades, solamente firmaron con sus integrantes por el período en que se jugaría el torneo, es decir, entre octubre y diciembre.
“Las jugadoras cuyos equipos no alcanzan a clasificar solo juegan un mes. Es triste. En estos momentos no tenemos condiciones. Son pocos los clubes que tienen contratos fijos con las jugadoras. No podemos hablar de garantías porque no hay. Creo que falta un poco de voluntad. Hay muchas jugadoras que no tienen un trabajo estable. Su único sustento es el fútbol, y recibir solamente un mes de sueldo no es justo. Muchas se ven afectadas. En mi caso estudio, pero muchas otras no tienen esa posibilidad. Es difícil sobrevivir si solo dependemos del fútbol. Ojalá pudiéramos fomentar el fútbol universitario y aficionado, como se hace en Estados Unidos. Reforzar esos campos ayudaría muchísimo. No podemos vender la Liga si no hay una estructura y un orden”, dijo Lina Gómez, delantera de Millonarios.
“Usted con un torneo de dos meses va a notar el decrecimiento de las condiciones de las mujeres. Desde 2018 se han venido reduciendo los participantes y las duraciones. Los directivos dicen que están fomentando, pero no sabemos qué. A las mujeres no se les está dando la oportunidad de competir. Solo tres equipos tenían contratos formales antes de la pandemia. El torneo se proyecta como un cumplimiento de una obligación, no como el interés de fomentar el fútbol femenino. Los clubes que participan en torneos internacionales tienen que cumplir con el equipo femenino según los requerimientos de la Conmebol, y en ese sentido lo que hay que cambiar es la concepción. Dicen que no hay patrocinador, pero quién va a patrocinar si no se sabe cómo será el torneo, si solo va a durar mes y medio. Y, por ejemplo, Fortaleza, América, Nacional, Santa Fe son los únicos que invierten en el desarrollo y tienen un proceso con las futbolistas. El problema es estructural. Muy pocos clubes tienen interés en desarrollar las divisiones menores con fútbol femenino y adelantar un proceso”, afirmó Carlos González Puche, presidente de Acolfutpro.
La realidad de lo que se planteo en un principio es lejana. El año pasado se había hablado de dos torneos: uno antes de la Copa Libertadores Femenina y otro después. De igual manera, como dijo Carolina Pineda, jugadora del América de Cali: “El año pasado, el presidente de la Dimayor presentó un patrocinador nuevo para el fútbol femenino, y este año dice que solamente hay recursos de parte del Ministerio del Deporte. ¿Qué pasó con ese patrocinador?”.
Sobre el Ministerio del Deporte y los recursos para el campeonato, en diciembre del año pasado se informó que el Gobierno había destinado $1.400 millones para el torneo del 2020, este año no se conoce el monto oficial, pero se esperaría que ronde esa cifra. Sobre ese apoyo, más el dinero que entrega la FIFA para impulsar el desarrollo del fútbol femenino, Jaramillo dijo que “el dinero que entrega la FIFA es un tema de la Federación Colombiana de Fútbol. Sí existe ese dinero y la idea no es solo que aporte al desarrollo del fútbol profesional femenino, sino también al aficionado, a otras manifestaciones del fútbol donde se debe repartir esa cifra. Sí hay unos recursos y los estamos tramitando con la Federación para que se puedan utilizar en la Liga. Es un presupuesto importante, no quisiera ser impreciso porque no está exclusivamente destinado al campeonato, entonces hay que repartirlo de alguna manera, pero son más o menos unos US$200 o US$300.000” (entre 700 y 1.100 millones de pesos).
Los recursos no están definidos todavía, pero al parecer eso no ayudaría a que el campeonato sea más extenso. Las molestias están justificadas y las cifras son claras en cuanto al retroceso de la Liga Femenina. Desde 2017 se esperaba que el campeonato mostrara avances, y más cuando en 2018 ya se había dado un gran resultado como el título de la Copa Libertadores obtenido por el Huila. Sin embargo, y más allá de la crisis causada por la pandemia, sigue habiendo cortos circuitos en las intenciones y los compromisos de todas las instancias del balompié nacional, pues los errores y los problemas involucran a la Federación, la Dimayor, los clubes del fútbol profesional, los medios de comunicación y los mismos aficionados.
“En comparación con otras ligas, la nuestra no va en evolución sino en retroceso. Eso nos perjudica a todas las jugadoras. Hay personas que estamos hechas siendo unas guerreras. Estamos esperando por una igualdad de liga que no se ha dado. No solamente en el tema del trabajo y la duración, sino que a uno se le agotan las fuerzas; uno se prepara todos los días para hacer un gran torneo, pero en un mes y medio o dos meses no se va a poder mostrar. Sé que esto no se va a dar de un día a otro, pero se necesita el trabajo de todos, de nosotras, de la Dimayor, de los medios de comunicación, incluso los jugadores. Yo jugué el año pasado con Nacional. Independientemente de ser hombres o mujeres, estamos representando a un equipo. Todos éramos Atlético Nacional. No son equipos diferentes. Por parte de ellos el apoyo sería fundamental. ¿Cómo le va a decir a una niña de trece o catorce años que persiga sus sueños, que quiere ser como Leicy Santos o Natalia Gaitán, si una liga de Bogotá dura más que un torneo nacional profesional? No es un negocio que da garantías”, dijo Jessica Romero, exjugadora del cuadro verdolaga, que este año jugará en Cruzeiro de Brasil.
Finalmente, Fernando Jaramillo, el máximo dirigente de la Dimayor, reconoce que el proceso es lento y que requiere del compromiso y de la voluntad de todos poder enderezarlo: “Yo me comprometo a tener más recursos, es claro que es un tema de falta de recursos, y no solo en el Gobierno nacional. Gracias a ellos, logramos hacer el torneo en 2020. Los clubes tienen que tener un compromiso claro. Hay que darle sostenibilidad al fútbol femenino desde el punto de vista financiero. Hay que darles continuidad a las deportistas, eso es clave. La idea es que el campeonato tenga la misma duración de la Liga Masculina. También hay que ver el potencial. Siempre que terminamos un torneo hay exportación de futbolistas a muchos equipos del mundo, pero también hay que decir que no hay suficientes jugadoras para hacer un campeonato de 36 equipos, eso hay que tenerlo en cuenta también. Es un proceso que va paso a paso, pero si nos unimos Dimayor, Gobierno, clubes y empresa privada, vamos a lograr mejorar”.