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Esta semana se confirmó el rumor de que Alianza Petrolera se moverá de Barrancabermeja a Valledupar y desde entonces no ha dejado de cesar la polémica en torno al cambio que aterrizó al entonces equipo aurinegro en el departamento del Cesar. Días atrás, en el Valle del Cauca se confirmaba la desaparición de Cortuluá uno de los equipos tradicionales de la región, fundado en 1967. El equipo pasará a llamarse Internacional F.C. Palmira y jugará en dicha ciudad del suroccidente del país.
Y aunque estos casos son nuevos, estas historias son muy comunes en nuestro fútbol, donde nos acostumbramos a ver equipos que nacen o desaparecen de forma frecuente y que generan polémicas en torno al irrespeto a la hinchada o a sus sedes que puede traer estos movimientos. El caso más reciente antes de los mencionados es el del propio Valledupar F.C., que dejó su ciudad para instalarse en el interior del país como Real Soacha. Esto es, 3 equipos con cambios de sede en menos de un año.
Y las críticas, comentarios, mensajes, regaños y demás se pueden resumir en 2 grandes posturas o visiones: la que ve el fútbol como un negocio y a los equipos como una empresa, y la que ve el fútbol como una pasión y los equipos como un sentimiento, ambas, por lo que parece, contrarias en estos casos.
Y es que es totalmente entendible el disgusto de los hinchas en Barrancabermeja si ven que su equipo se va de un momento a otro, el equipo al que alientan semestre tras semestre; pero a la vez es entendible la preocupación de unos dueños o accionistas al darse cuenta de que su “empresa” (como fue citado el equipo en el comunicado que anunció su mudanza) no está siendo rentable. Entonces, ¿cuál postura es la correcta?
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Por un lado, entender el fútbol como una pasión implicar avivar sentimientos que muchas veces pueden ser irracionales, esos que hacen que un hincha llore ante una derrota o que se emocione al escuchar un nuevo fichaje, esos que le dan un valor romántico el balompié y resumen todo en los colores, el escudo y el canto. Algo que en un deporte es totalmente entendible y necesario.
Esa visión nos dice que mudar un equipo es un sacrilegio, una falta de respeto y de comprensión por lo que es este deporte, más aún cuando hablamos de que son equipos profesionales. En medio de ese debate han habido quienes pidan a la Dimayor más envolvimiento para evitar tantas mudanzas y que no se conviertan en el “pan de cada día” de los equipos colombianos más modestos.
📌Alianza Petrolera 🇨🇴 se fundó en Barrancabermeja
— VarskySports (@VarskySports) January 17, 2024
📌Ascendió a la A en 2012
📌Jugará la Copa Sudamericana 2024
📌Los dueños mudan su sede a Valledupar
📌¿Más? El equipo dejará de usar 🟨 y ⬛️ y será Alianza FC
📌¿Este video? Retrato del sentir del hinchapic.twitter.com/Jd04au4WRb
Duele ver que los hinchas, especialmente los pequeños, pierdan la posibilidad de ir al estadio tras estos sucesos, con la impotencia de quien no puede hacer nada. Para los hinchas que no han sufrido esto, es algo así como el esposo enamorado que llega a su casa para encontrarse que su mujer se fue con el vecino.
Así, claramente, es muy difícil forjar hinchadas en estos equipos, pues son proyectos que ante cualquier eventualidad pueden llegar a desaparecer.
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Sin embargo, así como se ha criticado este tema, también muchas veces se ha debatido que estos mismos equipos, quebrados y sin un peso, deban meses de sueldo a jugadores y miembros de su plantel, algo que en su momento todos citamos como irresponsable y poco profesional por parte de sus dirigentes.
Es aquí cuando recordamos que el fútbol también es un negocio y que los equipos necesitan dinero para subsistir. Y no solo equipos pequeños, en el pasado hemos visto como equipos de los llamados grandes se han tenido que acoger a las leyes para evitar la quiebra, un caso actual es el del Deportivo Cali, que está incluido en la Ley 1116 de 2006 (régimen de insolvencia empresarial) ante sus problemas económicos.
Muchas razones se podrán argumentar para la falta de ingresos de estos equipos: la baja venta de abono o boletería, el poco pago que se les da por la distribución de los derechos de televisión, la no venta de jugadores o falta de patrocinios, pero lo cierto es que nuestro fútbol es limitado en cuestiones económicas, eso es lo que hace que tanto equipo no pueda consolidar su proyecto deportivo.
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Y, claramente, ante un mejor postor, los dueños deciden irse, resguardar su capital y ahorrar unos centavitos. “Por la plata baila el mono”, dice el refrán. Y es entendible, al fin y al cabo los equipos son sus empresas y deben garantizar que sean rentables y autosostenibles.
El problema es que esto tranca el crecimiento del FPC, lo estanca y mete en un círculo vicioso, en el que salvo por un puñado de equipos, más por tradición que por economía, todos están en riesgo de desaparecer. Con este contexto, es más que claro que la respuesta radica en consolidar equipos rentables, pero a la vez atractivos deportiva y socialmente en sus regiones, algo complejo y demorado, propio de un negocio como el fútbol.
🚨 Al estar inscrito en CONMEBOL como Alianza Petrolera, al menos —por ahora con el traslado a Valledupar—, se llamarán Alianza F.C. (eliminando el ‘petrolera’ 🔵⚪️🔴
— Pipe Sierra (@PSierraR) January 18, 2024
👀 Es probable que en junio se cambie a Alianza Valledupar F.C., según lo que se ha hablado con las autoridades pic.twitter.com/QJ13he1gD6
En este panorama, es la Dimayor quien debe actuar para garantizar que los proyectos deportivos puedan tener un desarrollo estable, entendiendo que fundar un equipo no es como montar una tienda, sino que tiene responsabilidades económicas y morales con el público al que pretenden acoger, y que si se da una mudanza se deben tener en cuenta todos estos factores. De igual forma, es importante buscar más respaldo tanto de patrocinadores como de entidades departamentales, especialmente en los equipos de regiones distales o municipios.
Los meses dirán si los dueños de estos “nuevos” equipos acertaron o se equivocaron con sus decisiones. Si logran forjar hinchadas o simplemente sobrevivir unos meses más con un capital que no es eterno. Si consiguen patrocinadores o deben recurrir a otro gestor político. Lo bueno de estas empresas es que siempre conoceremos sus desenlaces y el resultado de sus decisiones. Como dicen por ahí: el buen fútbol siempre se impone.
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