Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El ruido de la gente ya se escuchaba antes de salir a la cancha. Ahí estábamos paradas, esperando en el túnel de El Campín cuando Laura López, la jefa de prensa del equipo, se nos acercó y nos dijo: “el estadio está llenísimo, nos tocó abrir las tribunas que estaban cerradas porque la gente está loca por entrar”. Ahí, de verdad, empecé a sentir la ansiedad, los escalofríos en el cuerpo y la piel que se erizaba.
La noche anterior, antes de dormir, lo único que podía imaginarme era cómo levantaríamos la copa. Todo el torneo nos habíamos puesto como objetivo ser las primeras campeonas femeninas del fútbol colombiano, lo mismo que logró Santa Fe en el fútbol masculino. Así que ese día me acosté sin poder pensar en otra cosa.
Más de los 80 años de Santa Fe: James Mina Camacho: música en el arco
La mañana siguiente fue tranquila. Desayunamos temprano como siempre y nos reunieron para darnos una charla. Ahí nos mostraron un vídeo en el que varios campeones de Santa Fe, muchos de la primera estrella, nos mandaban su apoyo y aliento para lograr el campeonato.
En la tarde, después de almorzar, Agustín Julio, que era nuestro entrenador, nos dio la charla final antes de salir para el estadio. Nos dijo que el partido no se iba a resolver hasta los minutos finales, así que nos pidió tranquilidad y cabeza para manejar el 2-1 a favor que conseguimos en Neiva contra Atlético Huila. Ahora íbamos a jugar en casa, en Bogotá, y ahí no podíamos perder.
En el camerino se sentía la ansiedad, pero siempre tratábamos de estar muy alegres. Yo fui una de las que se encargó de poner la música durante todo el campeonato. Escuchábamos mucho merengue y nos gustaba poner Rikarena. La idea era siempre tener el ánimo arriba y estar muy sueltas. Ese día nos pusieron otro video en el vestuario y fue muy emocionante porque era de nuestras familias, saludándonos y enviándonos su apoyo.
También del León: Santa Fe empezó a celebrar sus 80 años derrotando a Chicó en El Campín
Creo que antes de un partido importante yo siempre medito sobre todo lo que me ha costado llegar hasta donde estoy y sobre lo agradecida que me siento por tener otra oportunidad de hacer lo que más quiero en la vida. Pienso mucho en el esfuerzo de mi familia y en el mío, que tuve que alejarme de ellos persiguiendo mi sueño y yendo en contra de todos los estereotipos del ideal que existe de la mujer costeña.
Me acuerdo de mi pueblito, San Sebastián, en Lorica, Córdoba, y de esos días cuando jugaba al fútbol con los pies descalzos porque no teníamos para los guayos. A nosotros nunca nos faltó nada, pero tampoco nos sobraba.
A mi memoria viene siempre mi papá Elizaith Santos, que me acompañó en este sueño desde que se me metió en la cabeza. Cuando decidí irme a Bogotá, buscando ese objetivo, mi familia organizó rifas, bingos, recolectaron bonos y mi mamá, Diana Herrera, vendió la cría de cerdos que teníamos en casa para poder mantenerme por seis meses. Era una apuesta, ellos me mandaron sola, no se vinieron conmigo de una, pero al final llegaron los resultados.
Me acuerdo mucho, por ejemplo, de la primera convocatoria a la selección de Colombia Sub-17 y de la emoción de mis padres. Lo mismo que pasó cuando fui al Mundial y ellos me vieron por primera vez en televisión, fue un momento irrepetible, que nunca borraré de mi memoria.
Ese día antes de jugar la final pensaba en todo eso. Sabía que mis papás iban a estar en el estadio y eso me motivaba. En todo el campeonato, ellos no habían podido ir, pero esta noche era especial, era diferente.
Más del León: Léider Preciado y su amor por Tumaco y Santa Fe
Cuando pisamos la cancha fue una sensación única. La gente gritaba y no cabía nadie. Empezaron a sonar fuegos artificiales y de las gradas bajó una pancarta que decía: ¡Vamos las leonas! Por un instante no hubo tiempo de pensar en nada, era como estar en una fiesta, desconectada del mundo viviendo lo que siempre había soñado.
Pero nos tocó volver a concentrarnos porque empezó el partido y no fue sencillo. Tuvimos el control del juego desde el primer minuto, como nos lo pidió Agustín, y sabíamos que en cualquier momento iba a llegar el gol, pero era angustiante pensar que cualquier error o cualquier contraataque de Huila iba a terminar con nuestra ilusión.
Llegó el minuto 70 del partido. Estábamos jugando muy bien y habíamos generado muchas acciones de peligro, pero lo chistoso fue que el gol llegó en una jugada muy accidentada. Chinyelu Asher, desde la mitad de la cancha, envió una pelota larga al área que la defensa de Huila despejó mal. Vi que el balón me quedó de frente, lo bajé de pecho y le pegué de zurda desde el borde de la medialuna.
Ese gol fue una liberación, desde ahí ya nos sentíamos campeonas. Todas nos abrazamos en el suelo, mientras me tomaba la cara con las manos, no lo podía creer. Ahora recuerdo que cuando era pequeña una vez mi papá estaba jugando la final de un torneo del pueblo en la plaza de San Sebastián. Y acabando el partido mi papá hizo el gol del campeonato. Antes de que pitaran el final entré a la cancha corriendo, no me importaba nada, estaba emocionada, y me le tiré encima, me sentía tan feliz que no quería soltarlo.
Y ahora, en esa final contra Huila, había sido yo la que hizo el gol del campeonato y él con mi familia estuvieron ahí para verlo.
Más: Santa Fe, 80 años: datos inéditos, curiosidades y detalles en la historia del ‘león’
Hoy, que estoy en España jugando en Atlético de Madrid, mi papá todavía me sigue dando consejos y los valoro mucho porque él es el que más me inspira a exigirme a mí misma, pero también es el que más festeja mis logros y me felicita por ellos.
Tal vez, esa noche en que logramos el campeonato con Santa Fe, es el momento en que más felices he visto a mis padres. Cuando levantamos la copa todos los familiares de mis compañeras bajaron con nosotras a dar la vuelta olímpica, pero mis papás no lo hicieron. Los busqué con la mirada en la tribuna, pero no los encontré. Al final los vi junticos en la grada, nos encontramos y nos dimos un abrazo.
Más de los 80 años: Las travesuras de Wilson Gutiérrez
Creo que fue uno de los momentos más emocionantes de mi vida. A Santa Fe, el equipo de mi corazón, le debo mucho porque prácticamente fue el que me dio la oportunidad de ser profesional y de hacer lo que más amo en la vida. Lo que logramos esa noche será inolvidable. En ese entonces no lo dimensionábamos, pero ahora me doy cuenta de lo histórico que fue ese título para la institución. Somos las primeras campeonas del fútbol femenino, así como somos los primeros campeones del Fútbol Profesional Colombiano y eso nunca nadie nos lo podrá quitar.
*Texto adaptado por Fernando Camilo Garzón - @FernandoCGarzon
**Entrevista hecha por Paula Casas, Fernando Camilo Garzón y Andrés Osorio Guillott