Bucaramanga y Santa Fe, por el título: la ilusión de pelear la estrella
Los leopardos sueñan con su primer título, pero los leones persiguen su décimo campeonato. Este sábado se juega el primer partido y la próxima semana habrá campeón. El partido es a las 7:30 p.m. en el Alfonso López, transmite Win Sports.
Fernando Camilo Garzón
Hay mucha simbología detrás de la final del fútbol profesional colombiano entre Bucaramanga y Santa Fe. En la batalla de felinos, el leopardo busca su primera estrella luego de 75 años de una sequía abrumadora. Hay mucho peso en esa deuda con la historia, la ilusión de toda una ciudad, muy futbolera, que jamás ha podido coronarse campeona. El león, por otro lado, es un grande consagrado; al contrario, busca engrandecer su legado. Anhela la décima estrella, un título que le ha sido esquivo desde que terminó su época más gloriosa, la era dorada del expreso rojo capitalino.
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Hay mucha simbología detrás de la final del fútbol profesional colombiano entre Bucaramanga y Santa Fe. En la batalla de felinos, el leopardo busca su primera estrella luego de 75 años de una sequía abrumadora. Hay mucho peso en esa deuda con la historia, la ilusión de toda una ciudad, muy futbolera, que jamás ha podido coronarse campeona. El león, por otro lado, es un grande consagrado; al contrario, busca engrandecer su legado. Anhela la décima estrella, un título que le ha sido esquivo desde que terminó su época más gloriosa, la era dorada del expreso rojo capitalino.
Santa Fe y Bucaramanga son dos de los mejores equipos del año en la Liga BetPlay. En términos deportivos, se puede hablar de que hubo justicia en la confrontación de los clubes que definirán el semestre. Los capitalinos, de hecho, son los mejores del año en la reclasificación. El cuatro capitalino suma 50 puntos, producto de 15 partidos ganados (10 en la fase regular y cinco en cuadrangulares), cinco empatados y apenas cinco perdidos. Si el equipo de Pablo Peirano se lleva el título, nadie podría dudar de su mérito, sería un premio a su regularidad.
El cuadro santandereano, por su parte, no se queda atrás. Bucaramanga terminó primero en el todos contra todos y en la reclasificación llegó a la final tercero, con 46 unidades, producto de 13 victorias (11 de ellas en fase regular), siete empates y cinco caídas. No es menor la valía del cuadro de Rafael Dudamel, un entrenador que llegó a la capital de Santander y construyó un conjunto de buenos valores para enaltecer a un equipo que tiene una deuda histórica.
Ahí reside la importancia de esta final, en el peso de la simbología que arrastran los dos equipos. Mientras los bogotanos ya saben el significado de jugar y ganar una final, los bumangueses son novatos en la materia. Muy lejos quedó esa disputa del título en 1997 con América de Cali, la única vez que el leopardo ha sido subcampeón del fútbol profesional colombiano. Pasarían décadas para que Bucaramanga volviera a disputar el título. Y ahora, que faltan solo 90 minutos para definir cuál de los dos cuadros felinos se llevará el título, hay que entender la gran diferencia entre el sueño de ir por la primera estrella y la posibilidad de pelear por una más.
Santa Fe, un equipo que ya jugó y ganó finales
Para Wilson Gutiérrez, olvidar el 2012 es imposible. El 15 de julio del año glorioso, cuando después de 37 años, Independiente Santa Fe volvió a gritar campeón. Artífice de esa gesta, al entrenador bogotano todavía se le pone la piel de gallina cuando recuerda ese título.
Hoy, que la hinchada santafereña está tan expectante por la posibilidad de regresar al sendero ganador de la década pasada, los referentes de esos tiempos recuerdan que el aura triunfal que viven los cardenales no es el mismo que se vivía en años de vacas flacas. Santa Fe lleva casi ocho años sin alzar el título de liga, pero en aquel entonces la deuda llegó casi a los cuatro decenios.
En eso piensa Gutiérrez cuando recuerda la consecución de esa séptima estrella y las dudas sobre el equipo. “La gente nos hizo sentir el nerviosismo y la tensión. Estábamos muy cerca, pero los antecedentes hacían dudar a la gente; era entendible. Cuando arrancó el partido, nunca dejamos de intentar imponer nuestro juego. Sin embargo, pasaba el tiempo y se sentía el miedo en el estadio, la gente estaba callada. El gol de Jonathan Copete fue una alegría total. La hinchada explotó y nosotros también. Cuando el juez pitó, fue una emoción muy grande. Es indescriptible ser campeón después de tanto”, dijo el estratega en una entrevista.
Ese pitido final también lo recuerda el periodista Santiago Rivas, quien habló con El Espectador sobre el significado de la final para la hinchada albirroja. Rivas creció como parte de esa afición cardenal que sacaba pecho al hablar del primer campeón de Colombia, pero que jamás había visto a su club levantando una copa. En 2012, cuando Santa Fe venció a Pasto, recuerda la incredulidad del aficionado cardenal. “¿Sí pitaron? ¿Somos campeones? La gente en el estadio dudaba de que fuera posible. Necesitaban confirmar que tanta dicha no era un engaño”, recuerda.
Como aficionado, Rivas dice que desarrolló lo que él llama un “prudente silencio santafereño”. Antes del festejo, primero se reconfirma. Es el espíritu de un equipo que, aunque ganador, se olvidó durante años de lo que significaba campeonar. Gracias a esa garra y su espíritu de lucha, después vivió una final tras otra, gestas que construyeron un periodo legendario.
Hoy la sequía de la escuadra santafereña, que no celebra un éxito desde 2021, cuando se llevó la Superliga contra América, parece muy pronunciada si se la compara con los años anteriores. Carlos Valdés, exdefensor que tuvo varios pasos por el cardenal, habló sobre la importancia de esa época. Antes de la estrella de 2012, el futbolista, que llegó a jugar con la selección nacional el Mundial de 2014, fue parte del plantel que quedó campeón en la Copa Colombia. “Si con la séptima se dudaba, imagínese en ese entonces. La gente en la calle no podía creer que Santa Fe ganara un título. Es incomparable la sequía de los últimos años con lo que representaron esas décadas de ninguna victoria”, explicó el oriundo de Cali.
Algo muy parecido opina Yulián Anchico, uno de los máximos referentes de Santa Fe, que habló con El Espectador cuando Santa Fe empezaba su camino en cuadrangulares. Desde entonces, el exfutbolista, que hoy es entrenador en las juveniles del cardenal, auguraba una buena actuación de Santa Fe, al que veía como favorito por el buen efecto que tuvo en el grupo Pablo Peirano. De todas las finales y los ocho títulos que ganó con el león, en su corazón está marcado el de esa Copa Colombia. “La séptima fue bonita, pero es indescriptible lo que sentimos cuando acabamos con esa mala racha”, aseguró.
Hoy Santa Fe vive otro presente. Se está reconstruyendo. Según Valdés, no importa hablar de lo que no se hizo en los otros años. “El equipo sufrió para encontrar un recambio. No es fácil igualar lo que se hizo en años anteriores. Sin embargo, aunque se perdió el norte durante muchos años, hoy los hinchas deben estar orgullosos de su equipo, un conjunto que lo devolvió a las finales y que, con personalidad, está optando el título”.
Bucaramanga y el sueño de la primera estrella
Cada hincha sigue su ilusión. Si para los santafereños lograr la décima será una alegría, para Bucaramanga alcanzar el primer título sería la apoteosis. De ese talante es la cita para el hincha santandereano, poco acostumbrado a alcanzar esta clase de citas. “La expectativa es total, es la más alta. Nunca habíamos vivido algo así y eso en la ciudad se siente. Hay un ambiente de felicidad que no recuerdo haber vivido. La serie es larga y se define en Bogotá, pero hemos demostrado que somos un rival competitivo”, dice Andrés Marocco, periodista de larga trayectoria y columnista de El Espectador.
El optimismo que se vive en un lado no es el mismo que se vive en el otro. Juan José Jotas Mantilla, también periodista y relator de fútbol, vive la final con una cautela que fácilmente podría entenderse como pesimismo. Y no lo es, es la conciencia de la prudencia: “Lo normal es perder el título. Nunca hemos llegado hasta acá y no tenemos nada que perder. Eso nos da otro impulso, la aspiración de lograr lo que nunca hemos conseguido”.
Bucaramanga nunca había sentido la posibilidad tan cercana y eso despierta pasiones. Anhelar una final no es lo mismo que jugarla: “La historia dice que Bucaramanga jugó una final en el 97, pero esa ocasión estuvo lejos de ser campeón. América tenía un equipo muy potente, un conjunto de nombres con experiencia en ganar títulos. Esa final es un recuerdo bonito, por haberla jugado, aunque sabíamos que era imposible ganarla. Esta vez estamos 50/50″.
La esperanza de la victoria se entiende en medio de las derrotas. Las caídas le dan significado a la gloria, pues cuando se consigue es cuando se recuerda para qué vale el sufrimiento. Revisar la historia de Bucaramanga es encontrar nombres icónicos como José Américo Montanini, Miguel Osvaldo González, Adolfo Riquelme, Misael Flórez, Jesús Barrios, Jorge Ernesto Ramoa o Juan Carlos Díaz. También equipos icónicos para la ciudad como el de 1958, que logró el tercer puesto de la Liga, o el de 1975, que fue cuarto. En 1977, el leopardo ya había sido finalista; en 1990, quedó tercero, y en 1997, como ya se ha dicho, consiguió el mejor resultado de su historia al ser subcampeón.
Sin embargo, también ha tenido derrotas pesadas. Dos veces casi desaparece por problemas financieros y en un par más terminó en la segunda división. Jotas Mantilla recuerda esos momentos, el último descenso de 2008 cuando en plena transmisión se le cortó la voz. “Hoy tenemos la fortuna de vivir un presente diferente, que ilusiona a los hinchas y nos hace soñar, por qué no, con que podemos ser campeones”.
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