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Ayer, luego de cinco meses en su cargo, Martín Cardetti, quien llegó procedente del Bogotá FC, uno de los clubes más modestos de la segunda divisón del fútbol colombiano, fue destituido de su cargo de director técnico de Independiente Santa Fe. Agustín Julio será el entrenador encargado. El argentino dirigió apenas 20 partidos y encadenó cuatro derrotas al hilo, por lo que la clasificación a los cuadrangulares está en suspenso.
Una crisis en la que varios responsabilizan al sobrio y austero manejo deportivo del presidente Eduardo Méndez. El abogado penalista asumió su cargo en agosto de 2019, en reemplazo de Juan Andrés Carreño, un tipo con buenas intenciones, pero que no tenía la experiencia para asumir esa responsabilidad. Su foco no fue la parte deportiva, sino los negocios: habló de hacer un complejo hotelero, el famoso café, y el fútbol, al timón de Patricio Camps, se torció tras la clausura de la era dorada de triunfos del club y relevancia internacional con seis años al hilo clasificando a torneos internacionales, con el título de la Copa Sudamericana 2015.
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Méndez llegó en medio de una debacle económica, administrativa y deportiva: el club tenía una deuda de $16 mil millones (esa fue la suma que le dio el presidente a este diario por ese entonces) y, tras la salida de Huawei, hubo partidos en los que en su camiseta no había un solo patrocinador. También el tema del descenso, aunque fatalista, ya estaba en la conversación.
Asimismo, se trazó como primer objetivo hacer al equipo sostenible y mejorar su higiene financiera. Pero una cosa trae la otra: Santa Fe, aunque fue finalista de la Liga en diciembre de 2020, con una nómina corta al mando de Hárold Rivera, está a años luz de sus buenos días. Con muy poca inversión, recibiendo futbolistas a préstamo, Santa Fe ha tratado de competir. De sobrevivir.
El 19 de enero de 2022 Supersociedades admitió en audiencia pública un acuerdo de reorganización para que la institución pudiera reestructurar sus pasivos, bajo los términos de la Ley 1116 de 2006, por deudas de más de $23.200 millones y estableció que el equipo tendrá un término de 11 años para pagar sus créditos mientras continúa funcionando de manera normal.
Por todo el proceso pasaron dos futbolistas de primer nivel: John Arias y Daniel Giraldo. El primero duró seis meses y el segundo un año, y hasta terminó en Millonarios, un retrato del manejo deportivo del club. “No hay dinero”, “Estamos administrando pobreza”, los latigazos que ha soltado en las entrevistas Eduardo Méndez en el último año.
Una estela que parece innegociable para el presidente, pues tras dar la noticia de la desvinculación de Cardetti, siguió con el mismo tono en su discurso, con las mismas limitantes que cortaron las alas y aspiraciones de los hinchas: “El técnico que venga se debe acomodar a las circunstancias de la institución”.
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Una declaración que no hace de Santa Fe un lugar atractivo para entrenadores de primer nivel o para técnicos prometedores que buscan demostrar sus cualidades. ¿Un hombre como Amaranto Perea se jugaría su prestigio en un equipo con la visión y filosofía de Santa Fe? De momento no hay candidatos. Se tardarán en analizar hojas de vida, pero las posibilidades económicas son el filtro principal.
Eso sí, la llegada de tres referentes de los tiempos más felices de Santa Fe, como Wilson Morelo, Francisco Meza y Yulián Anchico, por lo que representan sus figuras, son una inyección de algo que ha carecido el club en los últimos años: sentido de pertenencia. También se apostó por un futbolista mundialista que no ha estado a la altura: Carlos Sánchez.
Además, las grandes apuestas que Cardetti llevó al plantel no han tenido un buen rendimiento: Alejandro Gutiérrez, Ezequiel Aguirre y Fernando Coniglio.
En medio de toda la crisis hay dos interrogantes más sobre el proceso deportivo del equipo: este semestre han tenido siete futbolistas expulsados. Y la lista de lesionados y jugadores entre algodones ha sido alta. La baja más renombrada, Wilfrido de La Rosa, que mostró un buen rendimiento en sus primeros juegos, pero que se ha perdido gran parte del semestre por lesión.
Además, la falta de consistencia defensiva es llamativa: Santa Fe no ha recibido gol en solo tres de los 17 partidos de la Liga.
Con De La Rosa, Matías Mier y Wilson Morelo, Santa Fe tiene un ataque competitivo. Y cuenta con un mediocampo prometedor con Carlos Sánchez, Yeiler Góez y Juan Sebastián Pedroza, pero es un plantel corto, muy corto. El futuro de Pedroza, uno de los pocos activos importantes que le quedan al equipo para vender, es uno de los interrogantes. Y es casi un hecho que Góez se iría del club en diciembre, una vez culmine su préstamo.
A tres fechas del final, Santa Fe deberá aspirar a ganar los tres partidos que le quedan (en el peor de los casos dos y empatar el otro) ante Jaguares, Cali y Once Caldas. El equipo cardenal está en el puesto 11 con 22 unidades.
Sobreviviendo, con la filosofía austera como carril principal, el equipo está lejos, bien lejos de las posibilidades de sus buenos días.