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La capacidad mental es la que pone a un deportista de alto rendimiento por encima del promedio. Para ganar no es solo necesario el trabajo técnico, táctico y físico. Tampoco es suficiente tener la mejor bicicleta, los guayos más caros o la raqueta menos pesada y que más duro le dé a la bola. La clave del éxito de un campeón está en el trabajo mental, en tener una cabeza fuerte que le permita sortear las dificultades y confiar en sus capacidades para ganar. Las grandes potencias deportivas en el mundo son conscientes de esto y por eso le dedican parte de su presupuesto a la preparación mental de los atletas. Lo hacen desde las etapas de formación, que es el momento ideal para enseñar estas ideas y, obvio, hacen un acompañamiento en los momentos en los que más adelante la competencia lo exige.
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Mariana Pajón, una de las deportistas más ganadoras en la historia del deporte colombiano, la única doble medallista dorada en Juegos Olímpicos, destaca que en buena medida su salto de calidad y éxito profesional se deben a la preparación mental. “En el deporte de alto rendimiento la diferencia se hace por pequeños detalles. No creo que un triunfo dependa de factores externos. Cuando uno se prepara mental y físicamente, todo depende de ti. Cuando uno se enfoca y se propone un objetivo, no hay nada que lo detenga”, afirma.
Esa seguridad se la inculcaron en la Escuela de Campeones, un centro de entrenamiento mental que crearon los hermanos Jonathan y Xitlali Bustamante, y quienes han acompañado a la bicicrosista desde 2010. Ambos fueron karatecas de alta competencia y desde su época de deportistas se dieron cuenta de la importancia de prepararse mentalmente. “Hay que reconocer que falta algo, que siempre se puede mejorar”, asegura Xitlali; cuando el deportista se da cuenta de eso, comienzan a llegar los resultados. En la Escuela de Campeones trabajan bajo una metodología de cinco pasos que debe seguir la persona que quiere vencer sus limitaciones.
Primero que todo está la conciencia, que es saber qué se quiere y a dónde se quiere llegar. Luego viene la serenidad, que consiste en tener técnicas de relajación para que el deportista esté tranquilo antes, durante y después de la competencia. El tercer paso es la decisión, que consiste en pensar siempre positivo y hablar de una forma empoderada. Se trata de verse siempre como ganador y visualizando el momento del triunfo. El cuarto paso es la confianza, que es cuando el deportista sabe lo que quiere y para dónde va. Que está con la seguridad que le va a ir bien y que como se ha preparado va a ganar. Finalmente está la voluntad, que es dar siempre todo lo que se tiene y no dosificarse, independientemente de la importancia de la prueba.
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Carlos Alberto Gutiérrez es el psicólogo del Deportivo Cali, uno de los pioneros del neuroentrenamiento enfocado al fútbol y el que comenzó a aplicar desde hace nueve años en el Cúcuta Deportivo. “No soy un psicólogo de consultorio, mi método es en cancha. La psicología del deporte moderno se entrena todos los días, no solo cuando hay crisis”, asegura. Es por eso que en cada jornada de entrenamiento del equipo azucarero, en la sede de Pance, se pone pantaloneta, guayos y sale al campo de juego a liderar sus trabajos con los futbolistas.
Es un aliado del técnico Lucas Pusineri, a quien conoció en el Cúcuta y fue la persona que lo llevó al Cali desde comienzos de este año. Él es parte del cuerpo técnico y sabe que todos los días dispone de 25 o 30 minutos para poder hacer sus ejercicios. “A veces se trabaja con toda la plantilla o en otras oportunidades prefiero dividir el grupo en dos. Se realizan ejercicios de neuroentrenamiento, que es todo lo relacionado con el cerebro, partiendo de la base que el fútbol no se juega solo con los pies, sino que se necesita la cabeza”, explica.
En Colombia, la mayoría de los clubes, incluso la Federación Colombiana de Fútbol, trabajan solo lo técnico, táctico y físico, pero dejan de lado el factor mental. “Lo que hay que entender es que el cerebro siempre domina al cuerpo y no el cuerpo al cerebro”, asegura Gutiérrez.
Su trabajo principal consiste en potenciar los órganos de los sentidos, porque por ahí se estimula al deportista. “Utilizo unos lentes inhabilitadores de campo visual. El jugador está acostumbrado a mirar el piso y el balón, y se pierde del panorama de la acción, este tipo de ayudas hacen que pueda sentirse más cómodo”, explica.
Hay trabajos individuales y grupales. Cuando se comienza la pretemporada psicológica se hace un análisis individual y grupal. Se hacen una serie de pruebas para identificar cómo están de ansiedad, atención y coacción grupal. De acuerdo con esos resultados, se empiezan a hacer trabajos específicos. Si hay casos puntuales de jugadores con problemas de tipo familiar o falencias personales, se remiten a un psicólogo especialista en esas áreas, dice Gutiérrez. “Esto es como la medicina, hay médicos especialistas en áreas. Lo mío es en psicología del deporte, pero hay otros que se dedican a otras cosas y pueden guiar mejor a los pacientes en diferente situaciones”.
En el Deportivo Cali está planteado, a mediano plazo, montar el primer laboratorio de neuroentrenamiento aplicado al fútbol en Colombia. “Hemos ido comprando equipos, ya hicieron las mediciones y más temprano que tarde contaremos con eso”, cuenta el psicólogo del cuadro azucarero, quien invita a que los otros clubes de fútbol y las diferentes organizaciones deportivas en el país entiendan la importancia de trabajar la mente.
El técnico Luis Fernando Suárez, dos veces mundialista y quien recientemente dirigió a La Equidad y Júnior, es uno de los entrenadores que reconocen la importancia de trabajarle la cabeza al futbolista, y por eso en sus dos últimas experiencias en la liga local integró a su cuerpo técnico a Felipe Camacho, también especialista en neuroentrenamiento. “En Colombia está la idea de que el que va al psicólogo es porque está enfermo y por eso el futbolista muchas veces se aleja de este tipo de personas que están a su servicio. Por eso hay que estructurar el trabajo mental como algo de proceso, que siempre esté y no como una herramienta para afrontar crisis”, explica Suárez en diálogo con El Espectador.
Suárez vio este modelo de trabajo en equipos en Inglaterra, Alemania y España, pero más que en el fútbol, como fanático del deporte, repitió algunos conceptos de entrenamientos de Phil Jackson en los Chicago Bulls de la NBA, en la época dorada de ese quinteto. “Hacían un trabajo antes y después de los juegos para convencer al jugador, algo sistemático. Los deportistas al principio son apáticos, pero cuando ven los resultados es que se convencen”, dice.
Descansando del entrenamiento y dedicado a estudiar y prepararse para el momento que nuevamente esté al frente de un equipo o una selección, Suárez es claro en afirmar que “la gran mayoría de los técnicos llamamos a un motivador cuando hay problemas. A un coaching de esos que va a empresas, un tipo que sobrevivió a tragedias o a gente de este perfil. Tengo muy claro que esas historias motivan, pero esa motivación dura lo que dura un día. Por eso hay que creer en el entrenamiento mental como algo que se mantiene, que para el jugador es tan cotidiano como cuidar su cuerpo y entender la táctica. Los dirigentes deben entender que esto es un proyecto a largo plazo”, concluye.
La crisis de Santa Fe
En Santa Fe no ha existido un proyecto de neuroentrenamiento, ni en su época dorada en la que recientemente obtuvo títulos locales, continentales e intercontinentales, ni mucho menos ahora que está sumergido en la peor crisis de su historia. Eso sí, desde 2011 hay un proyecto que lidera la psicóloga Mercedes Alfonso, dedicado exclusivamente a las divisiones menores. Allí conoció a hombres como Juan Daniel Roa, Sebastián Salazar, Jhon Velásquez, Juan Sebastián Pedroza y Edwin Herrera, quienes están ahora en el primer equipo.
A finales del año pasado, cuando ya comenzaba esta racha de malos resultados deportivos y el técnico era Gerardo Bedoya, ella comenzó a trabajar con algunos jugadores, la mayoría de ellos que ya conocía, y poco a poco fue haciendo lazos con los referentes. Sin embargo, no tenía un espacio fijo en los entrenamientos ni un contacto periódico con ellos, sino los que voluntariamente acudían a sus consejos y guía. Luego pasó a tener espacios especiales, pero su proyecto se vino abajo cuando llegó el técnico Patricio Camps, quien no contó más con sus servicios.
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Con la llegada de Hárold Rivera empezaron los cambios y esta semana fue el presidente Eduardo Méndez quien la buscó para pedirle su ayuda y que comenzara a trabajar en la parte psicológica y mental con el primer equipo. “Un proceso psicológico toma tiempo, no es apagaincendios”, explica, como dando a entender que su función no es hacer milagros. Su idea va por el mismo lado de la del técnico Rivera, quien dice que todo lo que llegue a sumar en este momento es bienvenido, así que cree en que el profesionalismo suyo le servirá al plantel.
“Siento un grupo con toda la actitud para salir de esto. Un plantel que trabaja de una manera increíble. No entiendo cómo no se da un resultado viendo cómo se preparan. Un grupo dispuesto a recibir”, explica Mercedes, quien es consciente de que lo primordial es trabajar en las inseguridades de los jugadores. “No le podemos dar poder a la palabra. No podemos repetir más que algo raro pasa ni que hay algo detrás que no permite que se den los resultados. El primer muro para derribar es ese”, continua.
“No tengo nada contra los coach ni motivadores, pero la parte científica es importante, no nos podemos quedar solo con un discurso positivo y ya”, concluye la mujer que tiene la responsabilidad de recuperar la mentalidad de un equipo que se acostumbró a perder y este domingo, ante el Medellín, tendrá la oportunidad de darle la espalda al fracaso y comenzar a construir su regreso a la gloria, la cual los hinchas predican: “Nunca se fue de Santa Fe”.
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