Hárold Rivera y un final inevitable en Santa Fe
Luego de dos años al mando del club cardenal, el DT tolimense fue despedido. Así fue su camino durante este tiempo al mando del cuadro bogotano.
El fútbol suele ser generoso, pero con la misma celeridad que lleva a pedestales baja a purgatorios. En el segundo semestre de 2019, Hárold Rivera fue el entrenador sensación del torneo colombiano.
Llegó cuando en Santa Fe se hablaba de descenso, algo impensado, quizá improbable, pero la angustia del mal momento generaba especulaciones. Y con el cuadro cardenal se metió en el grupo de los ocho con su recordada marca de siete triunfos sin recibir goles y lo que vino más adelante, como, por ejemplo, la victoria 4-2 en el clásico frente a Millonarios.
Le puede interesar: La inestabilidad de los entrenadores en la liga colombiana
En 2020, el primer año de la pandemia, Santa Fe, también con Rivera, llegó a los cuarenta puntos en la fase de todos contra todos, superando las 39 unidades alcanzadas en 2017. En ese momento el club tenía 24 victorias en 45 partidos (63 % de rendimiento) en la era del DT, un registro más que positivo.
Y si bien no obtuvo títulos, llegó a una final (perdió con América) y demostró que podía tener una nómina equilibrada, eficiente con base en la realidad de una institución con problemas económicos.
Pero el primer detonante llegó en la Copa Libertadores de este año. Santa Fe apenas sumó tres puntos en seis salidas, producto de tres empates (no pudo ganar) y fue último del Grupo D, por detrás de Fluminense, River Plate y Júnior. Y esa idea que generó Rivera los años anteriores, o que construyó, se fue esfumando por varios factores, en especial por no modificar y mutar como es necesario hacerlo, porque en el fútbol cuando hay que cambiar se cambia a tiempo para que ser efectivo.
Como si se tratase de las antípodas, el club marchó bien en el primer semestre de 2021, fue segundo en la primera fase (solo por detrás de Nacional) y se habló de dos equipos: uno que no tenía peso a escala continental, como les sucedió a la mayoría de conjuntos colombianos, y otro que sorteaba sin mayores problemas la liga.
En otras noticias: Todo lo que necesita saber de la Vuelta a España 2021
Santa Fe perdió en cuartos con Júnior y quedó fuera de repetir lo hecho en el campeonato anterior cuando fue finalista. Ya en el segundo semestre las cosas cambiaron y el ambiente en el grupo también. Esa unidad de antes se esfumó y, por supuesto, eso se vio reflejado en las primeras seis jornadas con una victoria, una igualdad y cuatro derrotas.
El detonante no fue el empate con Deportivo Pereira el sábado pasado, sino las palabras de Rivera, tan lejanas a la realidad de lo que estaba sucediendo, el mal desempeño en la cancha y un equipo sin ideas, sin norte, sin las cosas claras, con relaciones rotas. Entonces, en medio de ese caos, Rivera se reunió con el presidente Eduardo Méndez y llegó a un acuerdo para rescindir su contrato luego de 84 partidos dirigidos y el 54 % de efectividad.
Una solución que puede parecer superficial si se tiene en cuenta que Santa Fe atraviesa una dura crisis económica y que las medidas de fondo no llegan y, en cambio, son reemplazadas por determinaciones que son suficientes para cumplir o, mejor, para existir.
Lea aquí: Así le fue a Arturo Reyes en su debut con Júnior de Barranquilla
Ahora bien, más allá del entrenador, no se puede ocultar que Santa Fe tiene una nómina ligera y que no hubo intenciones de reforzarla ni dar herramientas. Y eso aumentó la discordia y la tensión al interior.
En cuanto a las especulaciones de si fueron o no las palabras de Luis Manuel Seijas las que tuvieron peso para la salida de Rivera, es mejor dar cifras, pues los números son siempre comprobables: seis partidos este semestre, 16,6 % de efectividad, seis goles a favor y diez en contra, sin mencionar los dos encuentros que no pudo anotar (contra Equidad y Nacional).
La victoria contra Millonarios en el último clásico no apaciguó una crisis y una pelea interna a piedra y lodo. Pero eso es lo difícil del oficio de entrenador, que siempre será más sencillo reemplazar a uno que a muchos.
Para lo que resta del campeonato, Grigori Méndez y Francisco Delgado quedarán a cargo del primer equipo y lo de Rivera será un paso que dejó un subtítulo de la liga, el regreso a la Libertadores y tres clasificaciones a segundas fases de tres posibles.
El fútbol suele ser generoso, pero con la misma celeridad que lleva a pedestales baja a purgatorios. En el segundo semestre de 2019, Hárold Rivera fue el entrenador sensación del torneo colombiano.
Llegó cuando en Santa Fe se hablaba de descenso, algo impensado, quizá improbable, pero la angustia del mal momento generaba especulaciones. Y con el cuadro cardenal se metió en el grupo de los ocho con su recordada marca de siete triunfos sin recibir goles y lo que vino más adelante, como, por ejemplo, la victoria 4-2 en el clásico frente a Millonarios.
Le puede interesar: La inestabilidad de los entrenadores en la liga colombiana
En 2020, el primer año de la pandemia, Santa Fe, también con Rivera, llegó a los cuarenta puntos en la fase de todos contra todos, superando las 39 unidades alcanzadas en 2017. En ese momento el club tenía 24 victorias en 45 partidos (63 % de rendimiento) en la era del DT, un registro más que positivo.
Y si bien no obtuvo títulos, llegó a una final (perdió con América) y demostró que podía tener una nómina equilibrada, eficiente con base en la realidad de una institución con problemas económicos.
Pero el primer detonante llegó en la Copa Libertadores de este año. Santa Fe apenas sumó tres puntos en seis salidas, producto de tres empates (no pudo ganar) y fue último del Grupo D, por detrás de Fluminense, River Plate y Júnior. Y esa idea que generó Rivera los años anteriores, o que construyó, se fue esfumando por varios factores, en especial por no modificar y mutar como es necesario hacerlo, porque en el fútbol cuando hay que cambiar se cambia a tiempo para que ser efectivo.
Como si se tratase de las antípodas, el club marchó bien en el primer semestre de 2021, fue segundo en la primera fase (solo por detrás de Nacional) y se habló de dos equipos: uno que no tenía peso a escala continental, como les sucedió a la mayoría de conjuntos colombianos, y otro que sorteaba sin mayores problemas la liga.
En otras noticias: Todo lo que necesita saber de la Vuelta a España 2021
Santa Fe perdió en cuartos con Júnior y quedó fuera de repetir lo hecho en el campeonato anterior cuando fue finalista. Ya en el segundo semestre las cosas cambiaron y el ambiente en el grupo también. Esa unidad de antes se esfumó y, por supuesto, eso se vio reflejado en las primeras seis jornadas con una victoria, una igualdad y cuatro derrotas.
El detonante no fue el empate con Deportivo Pereira el sábado pasado, sino las palabras de Rivera, tan lejanas a la realidad de lo que estaba sucediendo, el mal desempeño en la cancha y un equipo sin ideas, sin norte, sin las cosas claras, con relaciones rotas. Entonces, en medio de ese caos, Rivera se reunió con el presidente Eduardo Méndez y llegó a un acuerdo para rescindir su contrato luego de 84 partidos dirigidos y el 54 % de efectividad.
Una solución que puede parecer superficial si se tiene en cuenta que Santa Fe atraviesa una dura crisis económica y que las medidas de fondo no llegan y, en cambio, son reemplazadas por determinaciones que son suficientes para cumplir o, mejor, para existir.
Lea aquí: Así le fue a Arturo Reyes en su debut con Júnior de Barranquilla
Ahora bien, más allá del entrenador, no se puede ocultar que Santa Fe tiene una nómina ligera y que no hubo intenciones de reforzarla ni dar herramientas. Y eso aumentó la discordia y la tensión al interior.
En cuanto a las especulaciones de si fueron o no las palabras de Luis Manuel Seijas las que tuvieron peso para la salida de Rivera, es mejor dar cifras, pues los números son siempre comprobables: seis partidos este semestre, 16,6 % de efectividad, seis goles a favor y diez en contra, sin mencionar los dos encuentros que no pudo anotar (contra Equidad y Nacional).
La victoria contra Millonarios en el último clásico no apaciguó una crisis y una pelea interna a piedra y lodo. Pero eso es lo difícil del oficio de entrenador, que siempre será más sencillo reemplazar a uno que a muchos.
Para lo que resta del campeonato, Grigori Méndez y Francisco Delgado quedarán a cargo del primer equipo y lo de Rivera será un paso que dejó un subtítulo de la liga, el regreso a la Libertadores y tres clasificaciones a segundas fases de tres posibles.