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Si en nueve días se sabrá quién va a dirigir los destinos del país para el cuatrienio 2018-2022, este viernes 8 de junio se resolvió otra encrucijada del poder en Colombia: la presidencia de la Dimayor que hasta este viernes ocupaba el abogado Jorge Fernando Perdomo. Como estaba advertido desde hace dos semanas, sus días al frente del organismo rector del fútbol profesional colombiano estaban contados y hoy sus detractores reclaman victoria. Aunque las cuentas parecían favorecerlo, en los círculos del fútbol quedó claro que los opositores de su mandato le ganaron el pulso.
Como se sabe, después de la pelea pública que libraron hace dos semanas Perdomo y el presidente de la División del Fútbol Aficionado (Difutbol), Álvaro González Alzate, luego de que el primero denunció que González había recibido dinero de la Conmebol por asesorías no permitidas y trascendió el malestar del segundo por manejos del fútbol femenino y la Pony Fútbol entre otros aspectos, el poder de Perdomo quedó resquebrajado. Primero se vio forzado a convocar a una asamblea extraordinaria de la Dimayor. Después logró impedir el adelanto de la fecha de la asamblea, pero finalmente no fue suficiente para nivelar las cargas.
La única realidad es que tras una apretada votación de 20 a 16, Perdomo no pudo sostenerse en el cargo que regentaba desde noviembre de 2015. Sin embargo, es claro que lo sucedido no supera el ambiente caldeado que hoy existe al interior de la Dimayor. No tanto por las relaciones entre Perdomo y el presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, Ramón Jesurún, que fueron normales, sino por otro ingrediente menos político. El nudo de la discordia es económico y se relaciona con las expectativas que tienen los clubes profesionales para incrementar sus ingresos a través de los derechos de trasmisión de partidos por televisión.
En la actualidad, la Dimayor recibe US$33 millones al año para repartir entre 36 afiliados. Este margen de utilidades se consolidó a partir de la creación del canal Win Sports, en 2012. Un negocio tan rentable que en pocos años logró participación del 94% del mercado de la televisión por suscripción. No obstante, la idea de crear una nueva señal llamada Win Premium, y la expectativa de sumar las utilidades a US$70 millones a través del pago de una cuota mensual cercana a los $30.000, dejando la señal básica para repetir partidos y programas de análisis, armó revuelo en el mundo del fútbol.
De puertas para afuera, la iniciativa de pagar una mensualidad por ver fútbol, que ya tiene ejemplos para mostrar en Argentina, parece abrirse paso. Sin embargo, la posibilidad de que operadores distintos a Win entren a competir al mejor postor por esos derechos, es parte del dilema. En medio de rumores de ofertas de otros interesados y la resistencia de quienes quieren el monopolio del negocio, ha salido a relucir la incógnita que gravita alrededor de los clubes profesionales. Y esa suspicacia no es otra que las ganancias de Win Sports frente a lo que hoy llega a las arcas de los clubes.
Y el detonante es que, desde que asumió como presidente de la Dimayor, Jorge Perdomo se interesó por este espinoso tema e incluso contrató una auditoría para revisar las cuentas del contrato que tiene vigencia hasta 2026. Con esa nueva perspectiva, como anotó una fuente consultada por este diario, Perdomo “les abrió los ojos” a los presidentes de los clubes, no sólo respecto a la diferencia de ingresos con países como Chile y Perú, sino en torno al pago de comisiones a terceros, entre ellos al mismísimo presidente del canal Win Sports, Mauricio Correa.
Este detalle, sumado a la expectativa frente al Win Premium con nuevos oferentes, encendió las alarmas en todos los sectores vinculados al fútbol nacional. De paso, revivió viejos antagonismos y juegos de poderes en el balompié, al punto de que mientras algunos hacían cuentas para destronar a Perdomo moviendo fichas en las instancias directivas, otros trataban de respaldarlo basados en una premisa: la trasparencia como regla de conducta frente a quienes pretenden que los problemas del fútbol se resuelvan al interior del fútbol, es decir, sin veedurías del Estado.
Para entender la disyuntiva que hoy afronta la Dimayor es necesario hacer historia. Después de los tiempos de León Londoño Tamayo como máximo jerarca del fútbol colombiano en los años 80, el organismo empezó a ser controlado por el dirigente huilense Jorge Correa Pastrana, que lo orientó entre 1990 y 2002. Sin embargo, en medio de los coletazos del proceso 8000, salió a relucir el capítulo del fútbol, al punto de que el presidente de Colfútbol, Juan José Bellini –ex directivo del América de Cali entre 1987 y 1991-, fue puesto preso por nexos con el narcotráfico y las oficinas de la Federación allanadas.
En medio de la crisis, en 1996 asumió la presidencia de Colfútbol el dirigente Álvaro Fina, quien también terminó envuelto en líos, en particular por el manejo de la boletería en la Copa América de 2001, que ganó Colombia. Lo sucedió Óscar Astudillo en 2002, justo cuando dejaba la Dimayor Jorge Correa Pastrana. Pero este dirigente huilense que controló la evolución del fútbol profesional colombiano durante 12 años, no se fue sin dejar dos polos a tierra. El primero de ellos, el dirigente pereirano Luis Bedoya que creció a su sombra; y el segundo su propio hijo Mauricio Correa.
Al tiempo que Luis Bedoya accedió a la presidencia de la Dimayor en 2002, Mauricio Correa empezó a crecer en el universo de la televisión y la difusión del deporte. Aunque comenzó en la empresa ComTV comercializando vallas electrónicas en los estadios, su paso por el Canal Caracol le dio la experiencia para entender el negocio. Por eso, después de la trasmisión del Mundial de Francia 1998, migró hacia la firma Panamerican Sports Network (PSN), luego pasó a SKY y TV Cable, hasta que se formalizó la venta de este último a Telmex de México, después trasformada en Claro TV.
En esas vueltas, y luego de que Claro no quiso contar con Mauricio Correa, este fortaleció su empresa Go Sports. Desde ese momento en adelante se convirtió en exitoso empresario superando las peleas por derechos de transmisión de televisión de la primera década del siglo XXI, hasta que constituyó Win Sports en el año 2012. En medio de ese largo trajinar por el mundo de los negocios, los organismos rectores del fútbol quedaron planteados a partir de la dupla Luis Bedoya, quien en 2006 pasó a ser presidente de Colfútbol y el dirigente barranquillero Ramón Jesurún como rector de la Dimayor.
A nivel de clubes, en medio de la crisis económica generalizada, se empezaron a proyectar nuevos liderazgos e intereses personales. En Atlético Huila, por ejemplo, en 2005 llegó Jorge Fernando Perdomo, quien fue presidente de ese club hasta 2008. En Envigado, tras el asesinato de su máximo accionista Gustavo Upegui en 2006, se perfiló el dirigente Alejandro Hernández. En 2010, Jorge Perdomo y Alejandro Hernández evidenciaron su ascenso como dirigentes del balompié nacional, al ser incluidos en el Comité Ejecutivo de la Federación Colombiana de Fútbol.
De manera simultánea, el otro caso que no pasó inadvertido fue la irrupción del dirigente Eduardo Méndez Bustos. A principios de 2003, la familia del asesinado dueño de Santa Fe, César Villegas, logró un acuerdo con Méndez para que manejara el equipo, aunque de inmediato salió a relucir su polémico pasado como abogado de personajes del mundo de la inteligencia en líos judiciales. A pesar de los comentarios, Méndez accedió a la presidencia de Santa Fe a finales de 2005. Con él, llegó a la junta directiva su socio César Augusto Pastrana. Los dos lideraron la trasformación del equipo.
Sin embargo, cuando todo parecía despejado para Eduardo Méndez, el panorama se le complicó cuando se supo que Estados Unidos lo requería por obstrucción a la justicia. En concreto, trascendió que, gracias a sus contactos en el mundo judicial, Méndez se enteró de que a un narcotraficante colombiano lo buscaban con fines de extradición, y lo alertó de lo que iba a pasarle. Al final, Méndez renunció a la presidencia de Santa Fe y viajó a Miami, donde se puso a disposición de las autoridades. Regresó al país hasta el año 2010, cuando Santa Fe vivía un próspero momento económico y deportivo.
Tres años después, estalló el escándalo de la Operación Cuenca del Pacífico, basada en confesiones a la justicia norteamericana de Carlos Rincón, alias ‘Chicharón’, socio de los narcotraficantes Daniel Barrera, alias ‘El Loco’, y Luis Agustín Caicedo. Según el testigo, el expresidente de Santa Fe, Eduardo Méndez había colaborado con la organización manejando autoridades judiciales, y parte de los dineros habían pasado por las cuentas del equipo. Al final, cuando se rumoraba que el club podía ser incluido en la lista Clinton, el escándalo cesó, el tema pasó de agache y la pesquisa quedó en el olvido.
Entre tanto, César Pastrana tocó la gloria en el momento más importante de Santa Fe en toda su historia deportiva. Eduardo Méndez pasó a la retaguardia, pero sin dejar el fútbol. Además, adquirió otra condición privilegiada: tras su paso por el sistema judicial norteamericano en calidad de procesado, se volvió experto en asesoría de colombianos que tuvieran que llegar a rendir cuentas a Washington. Y a finales de 2015, quien lo hizo fue el mismísimo presidente de Colfútbol, Luis Bedoya, que se entregó a la DEA después de estallar el escándalo del Fifagate.
Hoy, se dice entre los entendidos, que Méndez es el único dirigente del fútbol colombiano que tiene contacto con Bedoya, y que de alguna manera conoce hasta dónde ha ido o puede ir su colaboración con las autoridades norteamericanas. Y en ese rencauche que se permite el fútbol colombiano en sus extrañas volteretas, en 2017 terminó escogido como presidente del Unión Magdalena de Santa Marta. Esta condición lo regresó al tinglado de los 36 equipos de la Dimayor, con capacidad para intervenir en sus discusiones, entre ellas la salida de Jorge Perdomo de la presidencia de la Dimayor.
Tras el escándalo del Fifagate en 2015, el reacomodo permitió a Ramón Jesurún pasar a la presidencia de Colfútbol y a Jorge Perdomo acceder a la Dimayor. Sin embargo, con sus peleas, Perdomo terminó dándole alas a sus detractores, entre ellos el principal promotor de su caída: Eduardo Méndez. No le salió bien la apuesta de incidir en la elección del presidente de Santa Fe, que quedó en manos de Juan Andrés Carreño, en reemplazo de César Pastrana, desde agosto en el Comité Ejecutivo de la Federación junto a Jaime Pineda del Once Caldas, pero hoy puede cobrar victoria con el revés de Perdomo.
Una jugada estratégica con otro ganador a la sombra: Mauricio Correa, de quien se alcanzó a rumorar que tenía pretensiones de llegar a la máxima instancia de la rama profesional en Colombia. Se afirma que está a punto de dejar la presidencia de Win Sports, pero también que mueve sus hilos para salir bien librado en la eventualidad del negocio de Win Premium. En esta alianza de intereses, la pelea por la presidencia de la Dimayor quedó por ahora saldada en favor de los que manejan el fútbol profesional en Colombia desde hace dos décadas, frente a quienes buscan renovarlo.
Todo está por verse. Ramón Jesurún fue ratificado en Colfútbol, pero el capítulo central de la pelea quedó saldado con la caída de Jorge Perdomo, quien no alcanzó al tercer año frente a la Dimayor. El nombre de su reemplazo se conocerá en algunos días. Entre tanto, asumirá la actual secretaria del organismo, Claudia Guerrero, ex directora de inspección, vigilancia y control en Coldeportes. Ya se viene el Mundial Rusia 2018 y, una vez culmine la participación de la selección de Colombia, se volverán a barajar las cartas, pero quien sea el escogido, debe saber que ese poder tiene un reto: Win Premium.
Aunque de puertas para afuera se dice que a Perdomo le cobraron los excesivos gastos de sus viajes y de la nómina, las peleas con el inamovible González Alzate de la Difútbol, o su intención de acercar a los organismos de vigilancia del Estado al fútbol en busca de transparencia, la otra lectura es que ganó Mauricio Correa desde Win y que también cantan victoria los presidentes de los clubes que quieren más dinero por Premium, pero también menos controles. En resumidas cuentas, que continúe el show y los problemas del fútbol se sigan manejando al interior del fútbol.
En cuanto a Claudia Guerrero, presidenta encargada de la Dimayor, cabe recordar que el pasado 19 de febrero, la Procuraduría le abrió investigación disciplinaria, junto a Andrés Botero y Clara Luz Roldán. La investigación se abrió por el presunto mal manejo que le dieron a la pelea que libra el padre adoptivo de James Rodríguez por la ficha del Real Sincelejo, que quedó en manos de Gustavo Moreno, quien a su vez terminó transformando el club en el Atlético FC, donde funge como su principal accionista.