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¿Cómo nació su amor por Santa Fe?
Desde que vi ese uniforme tan lindo me enamoré. Recuerdo que tenía siete años cuando comencé a ir al estadio. Iba a la tribuna de gorriones y veía los partidos. Me enamoré de los colores del equipo, me hice santafereño y pensé que quería jugar en Santa Fe. Ese sueño se cumplió.
¿Qué le ha dado Santa Fe a su vida?
Cambió mi vida, me ayudó a darle un futuro a mi familia. Gracias a Dios pude dar lo mejor de mí para ayudar a mis padres a salir adelante. Eso fue muy importante. Tengo buenos recuerdos de todas mis etapas en el club. Sigo yendo al estadio y sufro como todos los hinchas. Me gustaría seguir jugando (risas).
¿Cómo fueron sus inicios en el equipo?
Comencé como mensajero. Gonzalo Rueda, que era el presidente en esa época, me dio la oportunidad de jugar. Oswaldo Panzzuto era el técnico en ese momento y me brindó la opción de estar con el primer equipo. Debuté en el año 1964. Yo ayudaba en la parte de utilería y en los entrenamientos miraba a los profesionales y soñaba ser como ellos.
De los tres títulos que consiguió, ¿cuál recuerda más?
Todos fueron de lo mejor que me pasó como futbolista. En el de 1966, la verdad, se armó un gran equipo. Fue mi primer título y pude demostrar mis capacidades. Era una época difícil para los jugadores colombianos, porque no había muchas opciones para nosotros, así que en cada partido tocaba demostrar más que los extranjeros. Yo aproveché la oportunidad y demostré que podía ser grande dentro de la institución, no sólo en ese año, sino por mucho tiempo.
Sin ser delantero, usted es el goleador histórico del club…
Me llena de orgullo. Yo era más volante por la derecha, pero se me facilitaba llegar al área para definir, y eso me ayudó a meter muchos goles. Con mis condiciones pude ser importante para el equipo, me acomodé al juego de mis compañeros y eso facilitó mucho las cosas. Con los años me volví más inteligente a la hora de jugar, pensaba más y corría menos.
Muchos hinchas dicen que usted es el máximo ídolo en la historia. ¿Se siente así?
Me considero un jugador más de la institución. Ayudé en lo que pude al equipo, pero jugué con muchos grandes. Creo que dejé una huella como un caballero dentro y fuera de la cancha, y eso al final es lo más importante. Obvio que defiendo lo mío: conseguir tres títulos no es fácil en una institución tan grande.