Róbinson Zapata: el sueño continental
El guardameta de 42 años anunció su retiro tras casi 23 de carrera profesional. Fueron muchos logros, pero sin duda uno de los más grandes fue la Copa Sudamericana con Santa Fe en 2015.
Andrés Osorio Guillott
Por muchos años el estadio El Campín no albergaba una alegría que trascendiera en la historia. Fueron cientos de domingos en los que solo ocurrieron emociones que salvaban los días siguientes, pero esa larga sequía de alegrías intrascendentes y pocos campeonatos la cortó Santa Fe en 2012, y en el paso de esa década los cardenales acuñaron una frase que se hizo realidad año tras año: celebrar títulos y no partidos. Fueron ocho títulos en un lustro, y en seis de esos ocho participó el protagonista de este relato: Róbinson Zapata.
Debutó en 1998 en América de Cali, un hecho no menor que nos dice que desde sus inicios Rufay, como se le conoce, estaba destinado a estar entre grandes, a saber vivir con la presión extra que tienen los clubes más laureados. “Desde las divisiones inferiores de América ya se veía que tenía unas condiciones extraordinarias, incluso mejores que las de los arqueros del primer equipo. En sus inicios le dije que iba a ser el arquero titular de la selección de Colombia”, le dijo Julián Téllez a El Espectador en 2016.
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Un año después logró su primer título como profesional con el cuadro escarlata en la Copa Merconorte, y en 2000 formó parte de la nómina que obtuvo la décima estrella. Empezar el nuevo milenio con un título bajo el brazo vaticinaba una carrera de grandes recuerdos, pero como todos los buenos momentos, hay instantes que se cuelan con adversidades, incertidumbres y derrotas que forjan el carácter y fortalecen las esperanzas de hacer historia.
Zapata vistió las camisetas de América, Rosario Central, Independiente, Belgrano, Deportes La Serena, Cúcuta, Steaua Bucarest, Galatasaray, Deportivo Pereira, Águilas Doradas, Millonarios, Santa Fe y Jaguares. Una carrera de muchos puertos y muchas identidades, una carrera de una gran diversidad que le sirvió para dejar un sello imborrable en el cuadro cardenal, en el que, quizá, tanto él como el león vivieron su época más dorada.
En cuanto al palmarés, dejó dos títulos con América (Copa Merconorte 1999 y Liga colombiana en 2000), uno con Cúcuta (Torneo Finalización 2006) y seis con Santa Fe (dos Ligas en 2014 y 2016, dos Superligas en 2015 y 2017, una Copa Sudamericana en 2015 y la Suruga Bank en 2016).
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Detrás de esos sueños realizados hubo varios intentos frustrados. Con América fue una de las figuras en la Copa Libertadores 2003, en la que atajó y cobró el penalti definitivo para avanzar a los cuartos de final del torneo contra Racing. En la siguiente instancia los escarlatas eliminaron a River Plate, pero en semifinales, ronda en la que también estaba Medellín y se soñaba con una final continental entre dos equipos colombianos, los rojos de Cali se enfrentaron a un Boca que andaba en su época de ensueño y los eliminó del torneo.
Boca fue la piedra en el zapato para Rufay, pues unos años después también fue el cuadro xeneize el que le arrebató el sueño al guardameta vallecaucano de hacer historia con el Cúcuta de Jorge Luis Pinto. En una noche gótica, en la que la neblina se apoderó de La Bombonera en el juego de vuelta por las semifinales de la Copa Libertadores en 2007, el equipo motilón cayó 3-0 y terminó perdiendo la serie tras el 3-1 a favor que había obtenido en territorio nacional.
Dos recuerdos en los que el sueño continental seguía sin realizarse. Zapata pasó por Europa y volvió a Colombia para encontrar su redención y su revancha. Estuvo en Pereira, Águilas y Millonarios buscando una gloria esquiva, pero que lo seguía seduciendo, y llegó a Santa Fe para materializar sus sueños. De los títulos ya mencionados, sin duda el que más pudo calar en su corazón, y que mejor dejó plasmado con la garra del León, fue el que obtuvo la noche del 9 de diciembre de 2015. Un penalti atajado y un liderazgo compartido con Ómar Pérez le dieron a Santa Fe su primer título internacional y otra razón más para seguir llamándolo el primer campeón, pues ese día, al derrotar a Huracán, se convirtió en el primer equipo colombiano en ganarse la “otra mitad de la gloria”.
“Hoy con agrado miro hacia atrás y me siento contento por todo lo realizado en mis casi 23 años de carrera como futbolista profesional. El motivo real de escribir esto es simple y llanamente agradecer a todas aquellas personas que hicieron parte de mis inicios, mi formación y del recorrido en estos bonitos años de trayectoria. Gracias a Dios por darme el don y guiarme en el camino abriéndome puertas, gracias a mis padres, hermanos, hermanas, amigos, esposa, hijos y profesores. Viví momentos difíciles y tuve la bendición de contar con personas que me ayudaron a entender que el fútbol es una pasión, pero es fútbol y la vida sigue. Ahora estoy viviendo esa otra parte de mi vida que me hace despertar feliz día a día al lado de mis hijos y mi esposa, disfruto recibirlos cuando llegan del colegio, disfruto de comer un “corrientazo” con mi esposa y estar los fines de semana en casa. Una vez más desde el fondo de mi corazón GRACIAS a ustedes por estar ahí... Dios los bendiga mi gente. Ahhh, pero esto sigue y muy pronto aportaré mi conocimiento a las nuevas generaciones, pendientes...”, dijo Rufay Zapata en su mensaje de despedida en redes sociales.
Por muchos años el estadio El Campín no albergaba una alegría que trascendiera en la historia. Fueron cientos de domingos en los que solo ocurrieron emociones que salvaban los días siguientes, pero esa larga sequía de alegrías intrascendentes y pocos campeonatos la cortó Santa Fe en 2012, y en el paso de esa década los cardenales acuñaron una frase que se hizo realidad año tras año: celebrar títulos y no partidos. Fueron ocho títulos en un lustro, y en seis de esos ocho participó el protagonista de este relato: Róbinson Zapata.
Debutó en 1998 en América de Cali, un hecho no menor que nos dice que desde sus inicios Rufay, como se le conoce, estaba destinado a estar entre grandes, a saber vivir con la presión extra que tienen los clubes más laureados. “Desde las divisiones inferiores de América ya se veía que tenía unas condiciones extraordinarias, incluso mejores que las de los arqueros del primer equipo. En sus inicios le dije que iba a ser el arquero titular de la selección de Colombia”, le dijo Julián Téllez a El Espectador en 2016.
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Un año después logró su primer título como profesional con el cuadro escarlata en la Copa Merconorte, y en 2000 formó parte de la nómina que obtuvo la décima estrella. Empezar el nuevo milenio con un título bajo el brazo vaticinaba una carrera de grandes recuerdos, pero como todos los buenos momentos, hay instantes que se cuelan con adversidades, incertidumbres y derrotas que forjan el carácter y fortalecen las esperanzas de hacer historia.
Zapata vistió las camisetas de América, Rosario Central, Independiente, Belgrano, Deportes La Serena, Cúcuta, Steaua Bucarest, Galatasaray, Deportivo Pereira, Águilas Doradas, Millonarios, Santa Fe y Jaguares. Una carrera de muchos puertos y muchas identidades, una carrera de una gran diversidad que le sirvió para dejar un sello imborrable en el cuadro cardenal, en el que, quizá, tanto él como el león vivieron su época más dorada.
En cuanto al palmarés, dejó dos títulos con América (Copa Merconorte 1999 y Liga colombiana en 2000), uno con Cúcuta (Torneo Finalización 2006) y seis con Santa Fe (dos Ligas en 2014 y 2016, dos Superligas en 2015 y 2017, una Copa Sudamericana en 2015 y la Suruga Bank en 2016).
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Detrás de esos sueños realizados hubo varios intentos frustrados. Con América fue una de las figuras en la Copa Libertadores 2003, en la que atajó y cobró el penalti definitivo para avanzar a los cuartos de final del torneo contra Racing. En la siguiente instancia los escarlatas eliminaron a River Plate, pero en semifinales, ronda en la que también estaba Medellín y se soñaba con una final continental entre dos equipos colombianos, los rojos de Cali se enfrentaron a un Boca que andaba en su época de ensueño y los eliminó del torneo.
Boca fue la piedra en el zapato para Rufay, pues unos años después también fue el cuadro xeneize el que le arrebató el sueño al guardameta vallecaucano de hacer historia con el Cúcuta de Jorge Luis Pinto. En una noche gótica, en la que la neblina se apoderó de La Bombonera en el juego de vuelta por las semifinales de la Copa Libertadores en 2007, el equipo motilón cayó 3-0 y terminó perdiendo la serie tras el 3-1 a favor que había obtenido en territorio nacional.
Dos recuerdos en los que el sueño continental seguía sin realizarse. Zapata pasó por Europa y volvió a Colombia para encontrar su redención y su revancha. Estuvo en Pereira, Águilas y Millonarios buscando una gloria esquiva, pero que lo seguía seduciendo, y llegó a Santa Fe para materializar sus sueños. De los títulos ya mencionados, sin duda el que más pudo calar en su corazón, y que mejor dejó plasmado con la garra del León, fue el que obtuvo la noche del 9 de diciembre de 2015. Un penalti atajado y un liderazgo compartido con Ómar Pérez le dieron a Santa Fe su primer título internacional y otra razón más para seguir llamándolo el primer campeón, pues ese día, al derrotar a Huracán, se convirtió en el primer equipo colombiano en ganarse la “otra mitad de la gloria”.
“Hoy con agrado miro hacia atrás y me siento contento por todo lo realizado en mis casi 23 años de carrera como futbolista profesional. El motivo real de escribir esto es simple y llanamente agradecer a todas aquellas personas que hicieron parte de mis inicios, mi formación y del recorrido en estos bonitos años de trayectoria. Gracias a Dios por darme el don y guiarme en el camino abriéndome puertas, gracias a mis padres, hermanos, hermanas, amigos, esposa, hijos y profesores. Viví momentos difíciles y tuve la bendición de contar con personas que me ayudaron a entender que el fútbol es una pasión, pero es fútbol y la vida sigue. Ahora estoy viviendo esa otra parte de mi vida que me hace despertar feliz día a día al lado de mis hijos y mi esposa, disfruto recibirlos cuando llegan del colegio, disfruto de comer un “corrientazo” con mi esposa y estar los fines de semana en casa. Una vez más desde el fondo de mi corazón GRACIAS a ustedes por estar ahí... Dios los bendiga mi gente. Ahhh, pero esto sigue y muy pronto aportaré mi conocimiento a las nuevas generaciones, pendientes...”, dijo Rufay Zapata en su mensaje de despedida en redes sociales.