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El jugador que creció llegando tarde al colegio porque primero estaba el fútbol. En los potreros de Cantaclaro, un barrio de invasión de Montería, surgió Wilson Morelo, quien muchas veces no pudo jugar con los niños de su edad porque el equipo donde él jugaba siempre ganaba, y los de la escuadra contraria no querían perder, así que para no quedarse sin un partido, iba a la plaza a jugar con los más grandes.
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“Es un equipo grande, que no tuvo un buen torneo el semestre pasado. Hay que volverlo a poner en el lugar que se merece, el que nunca debe dejar. Cuando elegís un grande el único objetivo es salir campeón, es la meta más alta. Es complicado, pero la idea es esa. Un club como Santa Fe merece eso. Mucho trabajo, mucha garra, eso es lo que pide una institución como esta”, dijo Martín Cardetti, nuevo entrenador del conjunto cardenal, en su llegada al equipo el mes pasado.
Mucho trabajo y mucha garra, una mentalidad que define al que quizás es el rostro de la esperanza, el que se necesita siempre para reivindicar el sentido de pertenencia y liderar a un equipo en la cancha. Esa filosofía es la de Wilson Morelo, quien volvió a Santa Fe para ser campeón otra vez. El delantero de 34 años cumplirá su tercer ciclo con el león y seguramente el último con la institución y en su carrera como profesional.
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“Agradezco a Dios porque me cumple una vez más el anhelo de mi corazón de volver a Santa Fe. Todos saben que es el equipo que amo, al que quería venir. Estoy feliz. Sobran palabras para expresar todo lo que siento por el club. Había posibilidades de ir a otros clubes, pero la prioridad era volver. Hoy estoy aquí como un niño que está estrenando juguetes. Quiero aportar goles y experiencia a cada uno de mis compañeros”, dijo Morelo en su regreso.
En total son 138 goles como profesional, 72 de ellos con Santa Fe. Su primer ciclo fue entre 2014 y 2015, época en la que ganó un título de Liga, otro de Superliga y la Copa Sudamericana; en 2017 volvió para su segundo ciclo. En aquel entonces solo logró un subcampeonato por Liga. Y tras tres años en Argentina, donde obtuvo el trofeo de la Copa de la Liga Profesional con Colón en 2021, retornó para devolverle al club ese rumbo necesario para recuperar la gloria que hace años alcanzó en gran parte gracias a los goles del cordobés.
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Su regreso se celebró como un gol entre la hinchada cardenal. Su presencia en la cancha es sinónimo de entrega, algo que quizá faltó y se notó en el transcurso del año pasado. Más que el león tatuado en la espalda, que la Copa Sudamericana que lo acompaña, es la garra la que reafirma que Morelo tiene en su corazón la identidad de Santa Fe, un club que se ha ganado con el paso del tiempo ese rótulo de equipo luchador y resiliente, que sabe ser más grande que las adversidades que se le presentan por los malos manejos y los líos que lo empañan y van más allá de lo deportivo.
José Silva (arquero), Alejandro Gutiérrez (defensa), Jerson Malagón y Hárold Gómez (defensas); Hárold Rivera, Yéiler Góez y Matías Mier (mediocampistas); Ezequiel Aguirre, Wilfrido de la Rosa y Fernando Coniglio (delanteros) son, junto a Wilson Morelo, los refuerzos de Santa Fe para este 2022 tras la salida de catorce jugadores. Eso, sumado a la incorporación de Martín Cardetti, que llegó en reemplazo de Grigori Méndez.
Tres delanteros y Morelo como el viejo conocido de la casa para devolverle a Santa Fe el gol, una de las principales fallas del conjunto cardenal el semestre pasado, pues en los veinte partidos de la fase regular —no logró clasificar a cuadrangulares tras quedar en el puesto catorce con 25 unidades—, anotó 21 tantos, uno de los promedios más bajos de la Liga BetPlay.
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Un nuevo torneo, una esperanza renovada para los hinchas del león y la nueva oportunidad de Wilson Morelo, que desde pequeño eligió siempre la pelota y la vio como su amiga para superar las adversidades y cambiar un destino aparentemente inexorable. Y aunque a veces esta misma es símbolo de la nostalgia que le evoca, por los amigos que perdió en su barrio o por los que se quedaron a mitad del camino para ser profesionales, son más las alegrías y el orgullo, pues con ella alcanzó la gloria que muchos sueñan y pocos logran. A ella, a su familia, a Cantaclaro y a Dios les agradece, pues la primera lo enfocó y lo alejó de la delincuencia; a la segunda, porque siempre lo apoyó, y porque fue por sus padres y sus hermanos que quiso ser profesional, para brindarles un mejor porvenir; al tercero, porque asegura que le forjó el carácter y le dejó amistades que perduraron y se blindaron de mal que los rodeaba, y al cuarto, porque es a quien siempre se encomienda, y porque por él le reafirmó que lo más importante es mantener la santa fe.