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En busca de un mejor futuro y acompañado de su talento con el balón, Víctor Cantillo vio en el fútbol la única oportunidad de ser alguien en la vida, de ayudar a su familia y, por su puesto, de ayudarse a sí mismo. Pero el camino no fue sencillo, en el fútbol nunca lo es.
En el Hotel Dann Carlton, donde Júnior de Barranquilla se concentra habitualmente, el futbolista me cuenta cosas de su pasado, de sus inicios en el fútbol y de todo lo que tuvo que pasar para llegar al lugar donde está.
Sus comienzos no fueron fáciles. Víctor nació el 15 de octubre de 1993 en Río Frío, un corregimiento del departamento de Magdalena donde, por el poco apoyo del gobierno, el deporte es más visto por televisión que practicado. A pesar de las precarias condiciones, a él siempre le gustó estar en la calle con el balón, sin saber, en ese entonces, que estaba dando los primeros indicios de lo que sería en un futuro. “Siempre me gustaba andar en la calle jugando fútbol, corriendo, divirtiéndome con mis compañeros”, recuerda Cantillo.
Vivía con sus hermanos y sus padres, quienes siempre apoyaron el talento de aquel niño que mostraba su amor por el balón. “Siempre mis papás me han apoyado, han estado ahí en los momentos difíciles y han sido fundamentales para mí”, dice con un poco de nostalgia el jugador rojiblanco.
Mientras estamos sentados haciendo la entrevista, no dejo de pensar en la amabilidad y humildad con la que llegó y me saludó a mí y a todos los empleados del hotel. “El flaco”, como le dicen, sigue siendo el mismo, no ha cambiado.
Después de jugar casi toda su niñez en Río Frío, el pequeño Cantillo empezó a viajar cada fin de semana a Barranquilla para jugar con el club Talentos Fortuna. “Fueron a hacer una veeduría al pueblo y les gustó cómo jugaba. Venía todos los viernes, me traía mi mamá. Jugaba y me regresaba de una”. Además, comenta que no siempre fue volante: “Empecé de central y cuando fue pasando el tiempo me fui cambiando de puesto hasta donde estoy ahora”.
Dicen que, para las entrevistas, los personajes visten con colores neutros para mostrar un poco de transparencia y honestidad. Sin embargo, el volante de Júnior tiene una pantaloneta del equipo tiburón, una camiseta negra, un bolso que acostumbran a cargar los futbolistas y unos tenis del mismo color de la remera. Después de hacerle las primeras preguntas, me di cuenta de que para él esto no era una entrevista, era una conversación que lo estaba llevando al pasado que muy pocos conocían hasta ahora.
Un año y medio duró la travesía de Víctor viajando a Barranquilla cada fin de semana y volviendo a Río Frío apenas terminaba de jugar. Después de asistir a un torneo con Talentos Fortuna en Medellín, un equipo antioqueño se interesó en su talento y Cantillo se quedó en la Ciudad de la Eterna Primavera para formarse, ahora sí, como futbolista.
En Medellín no pasó los mejores momentos, pero los necesarios para lograr lo que hoy es. “Me quedé solo, con otros compañeros que tenían el mismo sueño, pero sin la familia”. Cantillo dormía en una casa hogar, es decir, un lugar donde los equipos reciben a los jugadores que vienen de otras ciudades. Pero las condiciones en estos hogares no son las mejores. “Siempre estaba la dificultad económica, a veces no tener para comer, para los pasajes. Era difícil, pero no nos limitamos para nada, siempre pensamos en salir adelante”.
Después de escuchar estas últimas palabras, me doy cuenta de que cada persona que pasa lo observa, lo mira y se asombra. Ese niño que alguna vez salió de Río Frío lleno de sueños, que alguna vez no tuvo con qué comer y tampoco con qué ir a entrenar, hoy es figura del balompié colombiano.
En su periplo por Medellín estuvo en clubes aficionados como San Bernardo, Piscimol y Talentos Junior, equipos que el actual jugador de Júnior no olvida. “Me ayudaron a formarme, tengo lindos recuerdos de ellos, de estas escuelas, que me brindaron la mano en ese momento. Les agradezco por todo”.
La travesía por estos equipos antioqueños terminó cuando Atlético Nacional lo vinculó a sus divisiones menores. Pero hay algo curioso: no fue aceptado la primera vez que presentó pruebas con los verdolagas. “Fui muchas veces a Nacional, 4 o 5 veces a probarme. Cuando me dieron la oportunidad creo que la aproveché de la mejor manera e hice las cosas bien”.
Nacional fue el equipo que le permitió debutar como futbolista profesional. Jugó tres temporadas en el equipo antioqueño y luego estuvo varios años en la segunda división del fútbol profesional colombiano. “Tuve la oportunidad de ir al Depor de Cali, luego pasé por Leones. Esos momentos en la B fueron difíciles, pero buenos. Luego fue a Pasto seis meses antes de que Júnior se interesara en mí y vine a Barranquilla”.
El fútbol a veces es la única manera de salir adelante. Y así fue para el oriundo de Río Frío. “No era bueno en el colegio, lo mío era el fútbol”. Si no hubiera sido el deporte, la situación habría sido más complicada”.
Víctor Cantillo es el único jugador que ha salido de Río Frío y aprovecha para hacer un comentario sobre el poco apoyo que tiene el deporte en diferentes partes del país: “Esperemos que llegue alguien que tenga esa capacidad de apoyar, porque sé que hay bastantes jóvenes con mucho talento”.
Para los niños que tienen el sueño de ser futbolista, vestido de profesor, Víctor deja una frase para enmarcar: “A veces hay que pasar momentos difíciles para poder sonreír”.
La entrevista está llegando a su final, el jugador tiene compromisos del oficio, pero no se va sin antes definirse en tres palabras: “humildad, inteligencia y tranquilidad”.
Nos levantamos de las sillas, le agradezco, me da la mano, coge sus cosas y con una sonrisa me dice: “Dale, manito, escríbeme cualquier cosa”.
PD: No le pregunté sobre su futuro. Tal vez se vaya de Júnior, pero eso da igual. La pregunta no es para dónde van los jugadores, sino de dónde vienen y cómo llegaron a ser lo que son.
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