Zubeldía y Bilardo: la revolución que se gestó en trenes
Todos en función de todo. Esa era la premisa de juego de dos entrenadores que cambiaron el fútbol colombiano con ideas que en la década del 60 hicieron triunfar a Estudiantes de La Plata. “¿A qué jugamos?”, nueva entrega.
Habían practicado tanto cómo dejar en offside a los contrarios, que ellos no sabían cómo contrarrestarlo. Osvaldo Juan Zubeldía se aburrió y salió en televisión nacional a explicar la forma en la que tenían que desempeñarse los contrincantes para que no cayeran en la trampa de sus dirigidos. Carlos Salvador Bilardo no lo podía creer y se enojó con su maestro.
—Osvaldo, ¿ahora qué hacemos?
—Fue lo mejor, así me hacen pensar.
Y el Zorro, como lo llamaban, ideó nuevas formas de superar a los rivales en las pelotas quietas en contra y a favor, con sus exigentes entrenamientos en un Estudiantes de La Plata que dominó el continente en la segunda parte de la década del 60 y que fue origen de equipos argentinos y colombianos con esos conceptos.
Mire el especial⚽: ¿A qué jugamos? Identidad e historia del fútbol colombiano
Laburaba en cada detalle y llevaba sus posibilidades al límite del reglamento. Algunas veces lo desbordaba y averiguaba la vida íntima de los jugadores contrarios para que durante el partido los suyos tiraran ofensas y generaran desconcentración en los que había que vencer. Esos a los que, también alguna vez, chuzaron con alfileres o untaron con una determinada sustancia en los ojos.
Pero esas prácticas eran lo mínimo en los entrenamientos de Zubeldía, en los que la labor mental y la del preparador físico eran prioritarias. Jorge Kinstenmacher comenzaba las prácticas con cardio y ejercicios para potenciar la fuerza muscular, mientras el Zorro preparaba todo para su obra. Recreaba acciones reales de juego, repetía achiques y agrandes de su defensa, hacía que lanzaran tiros de esquina al primer palo y que otro los cabeceara en el segundo, implementaba su 2-2-2-2-2. Ese era el esquema con el que quería que atacaran sus equipos.
“Lo fundamental son las posiciones de los jugadores y las funciones de esas posiciones. El sistema consiste en cinco líneas de dos jugadores por línea. La idea central es cubrir todos los sectores del campo, tanto para la marcación o destrucción del avance rival, como para la construcción del propio cuando la pelota pasa a nuestro poder. No debe entenderse, observando el esquema posicional, que la posición y la función de los jugadores son rígidas e inalterables. Ante todo, las características individuales determinarán la posición y la función del jugador. Y dentro de esa posición y función el jugador desarrollará el tiempo mayor de trabajo. En el tiempo restante ocupará otras posiciones y funciones”, escribió Zubeldía junto a su histórico ayudante, Argentino Geronazzo, en el libro Táctica y estrategia del fútbol, en 1965, explicando cómo podría mutarse el 4-2-4 con el que Brasil ganó el Mundial de Suecia 58. Ese intercambio de posiciones que pregonó Zubeldía, según Rinus Michels, fue el origen del fútbol total que implementó la Naranja Mecánica en el Mundial de Alemania 74 y que revolucionó el andar de la pelota.
En ese año previo a Inglaterra 66, Zubeldía promovió en la selección de Argentina un detallado plan de alimentación y de enseñanza de inglés para los jugadores. Sin embargo, se terminó yendo por una ofensa que tuvo la Asociación del Fútbol Argentino con su dupla técnica, Antonio Faldutti. “Vamos a buscar a buenos jugadores, pero que vayan al frente. Que jueguen, pero que lo hagan durante los 90 minutos. Gente que transpire la camiseta, que sea viva, que luche siempre. Buscamos tipos que corran a todo el mundo, que jueguen para todo el equipo, que les compliquen la vida a los contrarios. En fin, jugadores que rindan”. Un retrato de su mentalidad.
Si la AFA no hubiera querido sacar a Faldutti, Zubeldía habría continuado en la albiceleste y no habría ido una madrugada de aquel 65 a buscar a Bilardo a su casa en La Paternal. Tocó a la puerta del entonces jugador de Deportivo Español, que lo recibió con insultos porque le estaba interrumpiendo el sueño. Charlaron hasta el amanecer. Zubeldía fue a convencerlo de que firmara con Estudiantes de La Plata y no con Argentinos Juniors. El mediocampista prometió darle una respuesta en 24 horas. Le dijo que sí. Esa conversación, en medio de mates y en la que imaginaron movimientos tácticos que luego se hicieron realidad, surtió el efecto deseado por Zubeldía. La dupla Zubeldía en el banco y Bilardo en la cancha marcó una revolución en El Pincha y en el balompié mundial, incluyendo el colombiano.
(Los primeros héroes del fútbol colombiano y el mito de la identidad)
“Nunca me voy a cansar de repetir que Zubeldía fue mi maestro, tanto en lo futbolístico como en lo humano. Llegué a Estudiantes cuando tenía 25 años y no pensaba ni remotamente que el fútbol iba a ser mi profesión exclusiva. Es cierto que me gustaba de alma, pero me había encaminado decididamente en la medicina. Osvaldo me mostró una nueva dimensión del rol del jugador profesional. Me explicó cómo se puede hacer, con base en un hombre con las cualidades necesarias, un cuidadoso trabajo de orfebre y potenciarlo al máximo. Cuando uno entiende que entrenando se va acercando a la perfección, a rendir al máximo, el fútbol cobra otro significado, es como si se lo volviera a descubrir”, escribió Carlos Bilardo en su libro Así ganamos. La verdadera lucha por la Copa.
Y es que Zubeldía pasaba noches enteras analizando a sus rivales y encontrando nuevas formas de entrenamiento y de juego. Antes de su llegada, Estudiantes era un club con resultados mediocres. Pero con él alcanzó la gloria nacional, continental y mundial. Fue campeón local en 1967 y de la Copa Libertadores 1968, 1969 y 1970. En 1968 ganó en Old Trafford al Manchester United la Copa Intercontinental. En el teatro de los sueños todavía yace una de sus frases más famosas y que también es título de uno de sus libros: “A la gloria no se llega por un camino de rosas”.
Su sendero continuó brevemente por San Lorenzo y Racing, y en 1976 llegó a Atlético Nacional tras negociar con Hernán Botero Moreno, el entonces máximo accionista y presidente de la escuadra verdolaga. Desde que arribó, Zubeldía cambió todos los métodos de entrenamiento vigentes e impuso sus reglas, con las cuales conquistó el campeonato colombiano en su primera temporada. Repitió título en 1981. De ese equipo surgieron jugadores que después se volvieron técnicos, como Francisco Maturana, Hernán Bolillo Gómez, Eduardo Retat, Norberto Peluffo, Pedro Sarmiento, entre otros. “Al jugador hay que hablarle siempre, explicar las razones de cada determinación. Acabé con los desayunos fuertes, los almuerzos prolongados y la siesta”, decía el Zorro.
“Nos enseñó que el trabajo es fundamental para el éxito”, contó Maturana, que fue compañero en el 76 de Sarmiento, quien aseguró: “Zubeldía nos enseñó la marcación hombre a hombre”. Quienes compartieron con él, afirman que el Zorro dormía apenas lo necesario, para dedicar la mayoría del tiempo al sagrado fútbol. A veces leía filosofía y, como lo hizo desde que era un niño, nunca dejaba de abrazar unos botines. Le gustaba que sus dirigidos pudieran realizar diversas funciones en el césped, que sus equipos fueran fuertes defensivamente, con todos sus jugadores en función de recuperar la pelota, ya sea con líneas atrasadas o adelantas, y que al tenerla se llegara rápidamente al área rival, mezclando pases rastreros y aéreos.
Su premisa: todos en función de todo y uno complementando al otro. Por eso prefería un lateral con proyección y técnica creativa y otro que prácticamente no pasara la mitad de la cancha y supiera marcar con fortaleza. Un central elegante con salida y visión de juego, y otro al que le tuvieran miedo los atacantes contrarios. Un mediocampista central con pasegol, y otro que hiciera los relevos y pegara. Un volante ofensivo con gambeta y de ida y vuelta, y otro con pausa y más inteligencia. Y un delantero fuerte en juego aéreo y que fijara a los defensores, y otro con desequilibrio y que tirara centros precisos. Con estas últimas características se destacó Juan Ramón Verón, que también vino a Colombia como jugador y entrenador, y fue campeón con Júnior en 1977.
(El Dorado: éxodo, gloria y porvenir en el FPC)
Sin embargo, el alumno favorito de Zubeldía era Bilardo, quien aplicó los conceptos aprendidos y llevó a Deportivo Cali a su primera final de Copa Libertadores en 1978 y fue seleccionador de Colombia en la eliminatoria al Mundial de España 1982. Así lo describía Zubeldía: “Es el amigo leal, el hombre capaz de jugarse en cualquier situación, que siempre va de frente, que muchas veces se olvida hasta de sí mismo para defender la posición de los demás... Capaz, inteligente y con mucho equilibrio para opinar. Y al margen de nuestra gran amistad de muchos años, Bilardo me representa mucho dentro y fuera de la cancha por la consideración y el afecto que le tienen los compañeros”.
Y en la eliminatoria hacia México 86, Bilardo, que ya había complementado en Colombia las revolucionarias ideas que su maestro Zubeldía trajo, trabajó el sistema táctico que inventó: el 3-5-2. Con él y un gran Maradona fue campeón del mundo. Luego de vencer a Alemania solo pudo decir: “En este momento no pienso en mi familia ni en nada, pienso en Zubeldía. Siempre estuvo al lado mío”. Para él, en el fútbol “hay muchas formas, Zubeldía las sabía todas”. El Zorro, quien murió en 1982 en Medellín al sufrir un infarto cuando realizaba una apuesta de hípica, su otra pasión, sabía que, además de lo físico y lo táctico, lo mental y emocional no se podía descuidar.
No cesó de mover almas con ejemplos concretos. Habitualmente tomaba, junto a cinco jugadores, un tren que partía a las 8:05 a. m. desde la estación Constitución y los llevaba hasta La Plata al entrenamiento de Estudiantes. Un día cambió la rutina e hizo llegar a sus dirigidos hora y media antes. Una avalancha de personas les pasó por el frente y Zubeldía lanzó: “¿Ven? Estos son los verdaderos laburantes. Se rompen el lomo todo el día y solo tienen el paquetito para comer. Ustedes, en cambio, trabajan de lo que les gusta y encima les pagan. Tienen la suerte de ser jugadores de fútbol. Si no hacen las cosas que hay que hacer, van a terminar así. Si nos enchufamos y me hacen caso, vamos a ganar y va a ser todo distinto”.
Habían practicado tanto cómo dejar en offside a los contrarios, que ellos no sabían cómo contrarrestarlo. Osvaldo Juan Zubeldía se aburrió y salió en televisión nacional a explicar la forma en la que tenían que desempeñarse los contrincantes para que no cayeran en la trampa de sus dirigidos. Carlos Salvador Bilardo no lo podía creer y se enojó con su maestro.
—Osvaldo, ¿ahora qué hacemos?
—Fue lo mejor, así me hacen pensar.
Y el Zorro, como lo llamaban, ideó nuevas formas de superar a los rivales en las pelotas quietas en contra y a favor, con sus exigentes entrenamientos en un Estudiantes de La Plata que dominó el continente en la segunda parte de la década del 60 y que fue origen de equipos argentinos y colombianos con esos conceptos.
Mire el especial⚽: ¿A qué jugamos? Identidad e historia del fútbol colombiano
Laburaba en cada detalle y llevaba sus posibilidades al límite del reglamento. Algunas veces lo desbordaba y averiguaba la vida íntima de los jugadores contrarios para que durante el partido los suyos tiraran ofensas y generaran desconcentración en los que había que vencer. Esos a los que, también alguna vez, chuzaron con alfileres o untaron con una determinada sustancia en los ojos.
Pero esas prácticas eran lo mínimo en los entrenamientos de Zubeldía, en los que la labor mental y la del preparador físico eran prioritarias. Jorge Kinstenmacher comenzaba las prácticas con cardio y ejercicios para potenciar la fuerza muscular, mientras el Zorro preparaba todo para su obra. Recreaba acciones reales de juego, repetía achiques y agrandes de su defensa, hacía que lanzaran tiros de esquina al primer palo y que otro los cabeceara en el segundo, implementaba su 2-2-2-2-2. Ese era el esquema con el que quería que atacaran sus equipos.
“Lo fundamental son las posiciones de los jugadores y las funciones de esas posiciones. El sistema consiste en cinco líneas de dos jugadores por línea. La idea central es cubrir todos los sectores del campo, tanto para la marcación o destrucción del avance rival, como para la construcción del propio cuando la pelota pasa a nuestro poder. No debe entenderse, observando el esquema posicional, que la posición y la función de los jugadores son rígidas e inalterables. Ante todo, las características individuales determinarán la posición y la función del jugador. Y dentro de esa posición y función el jugador desarrollará el tiempo mayor de trabajo. En el tiempo restante ocupará otras posiciones y funciones”, escribió Zubeldía junto a su histórico ayudante, Argentino Geronazzo, en el libro Táctica y estrategia del fútbol, en 1965, explicando cómo podría mutarse el 4-2-4 con el que Brasil ganó el Mundial de Suecia 58. Ese intercambio de posiciones que pregonó Zubeldía, según Rinus Michels, fue el origen del fútbol total que implementó la Naranja Mecánica en el Mundial de Alemania 74 y que revolucionó el andar de la pelota.
En ese año previo a Inglaterra 66, Zubeldía promovió en la selección de Argentina un detallado plan de alimentación y de enseñanza de inglés para los jugadores. Sin embargo, se terminó yendo por una ofensa que tuvo la Asociación del Fútbol Argentino con su dupla técnica, Antonio Faldutti. “Vamos a buscar a buenos jugadores, pero que vayan al frente. Que jueguen, pero que lo hagan durante los 90 minutos. Gente que transpire la camiseta, que sea viva, que luche siempre. Buscamos tipos que corran a todo el mundo, que jueguen para todo el equipo, que les compliquen la vida a los contrarios. En fin, jugadores que rindan”. Un retrato de su mentalidad.
Si la AFA no hubiera querido sacar a Faldutti, Zubeldía habría continuado en la albiceleste y no habría ido una madrugada de aquel 65 a buscar a Bilardo a su casa en La Paternal. Tocó a la puerta del entonces jugador de Deportivo Español, que lo recibió con insultos porque le estaba interrumpiendo el sueño. Charlaron hasta el amanecer. Zubeldía fue a convencerlo de que firmara con Estudiantes de La Plata y no con Argentinos Juniors. El mediocampista prometió darle una respuesta en 24 horas. Le dijo que sí. Esa conversación, en medio de mates y en la que imaginaron movimientos tácticos que luego se hicieron realidad, surtió el efecto deseado por Zubeldía. La dupla Zubeldía en el banco y Bilardo en la cancha marcó una revolución en El Pincha y en el balompié mundial, incluyendo el colombiano.
(Los primeros héroes del fútbol colombiano y el mito de la identidad)
“Nunca me voy a cansar de repetir que Zubeldía fue mi maestro, tanto en lo futbolístico como en lo humano. Llegué a Estudiantes cuando tenía 25 años y no pensaba ni remotamente que el fútbol iba a ser mi profesión exclusiva. Es cierto que me gustaba de alma, pero me había encaminado decididamente en la medicina. Osvaldo me mostró una nueva dimensión del rol del jugador profesional. Me explicó cómo se puede hacer, con base en un hombre con las cualidades necesarias, un cuidadoso trabajo de orfebre y potenciarlo al máximo. Cuando uno entiende que entrenando se va acercando a la perfección, a rendir al máximo, el fútbol cobra otro significado, es como si se lo volviera a descubrir”, escribió Carlos Bilardo en su libro Así ganamos. La verdadera lucha por la Copa.
Y es que Zubeldía pasaba noches enteras analizando a sus rivales y encontrando nuevas formas de entrenamiento y de juego. Antes de su llegada, Estudiantes era un club con resultados mediocres. Pero con él alcanzó la gloria nacional, continental y mundial. Fue campeón local en 1967 y de la Copa Libertadores 1968, 1969 y 1970. En 1968 ganó en Old Trafford al Manchester United la Copa Intercontinental. En el teatro de los sueños todavía yace una de sus frases más famosas y que también es título de uno de sus libros: “A la gloria no se llega por un camino de rosas”.
Su sendero continuó brevemente por San Lorenzo y Racing, y en 1976 llegó a Atlético Nacional tras negociar con Hernán Botero Moreno, el entonces máximo accionista y presidente de la escuadra verdolaga. Desde que arribó, Zubeldía cambió todos los métodos de entrenamiento vigentes e impuso sus reglas, con las cuales conquistó el campeonato colombiano en su primera temporada. Repitió título en 1981. De ese equipo surgieron jugadores que después se volvieron técnicos, como Francisco Maturana, Hernán Bolillo Gómez, Eduardo Retat, Norberto Peluffo, Pedro Sarmiento, entre otros. “Al jugador hay que hablarle siempre, explicar las razones de cada determinación. Acabé con los desayunos fuertes, los almuerzos prolongados y la siesta”, decía el Zorro.
“Nos enseñó que el trabajo es fundamental para el éxito”, contó Maturana, que fue compañero en el 76 de Sarmiento, quien aseguró: “Zubeldía nos enseñó la marcación hombre a hombre”. Quienes compartieron con él, afirman que el Zorro dormía apenas lo necesario, para dedicar la mayoría del tiempo al sagrado fútbol. A veces leía filosofía y, como lo hizo desde que era un niño, nunca dejaba de abrazar unos botines. Le gustaba que sus dirigidos pudieran realizar diversas funciones en el césped, que sus equipos fueran fuertes defensivamente, con todos sus jugadores en función de recuperar la pelota, ya sea con líneas atrasadas o adelantas, y que al tenerla se llegara rápidamente al área rival, mezclando pases rastreros y aéreos.
Su premisa: todos en función de todo y uno complementando al otro. Por eso prefería un lateral con proyección y técnica creativa y otro que prácticamente no pasara la mitad de la cancha y supiera marcar con fortaleza. Un central elegante con salida y visión de juego, y otro al que le tuvieran miedo los atacantes contrarios. Un mediocampista central con pasegol, y otro que hiciera los relevos y pegara. Un volante ofensivo con gambeta y de ida y vuelta, y otro con pausa y más inteligencia. Y un delantero fuerte en juego aéreo y que fijara a los defensores, y otro con desequilibrio y que tirara centros precisos. Con estas últimas características se destacó Juan Ramón Verón, que también vino a Colombia como jugador y entrenador, y fue campeón con Júnior en 1977.
(El Dorado: éxodo, gloria y porvenir en el FPC)
Sin embargo, el alumno favorito de Zubeldía era Bilardo, quien aplicó los conceptos aprendidos y llevó a Deportivo Cali a su primera final de Copa Libertadores en 1978 y fue seleccionador de Colombia en la eliminatoria al Mundial de España 1982. Así lo describía Zubeldía: “Es el amigo leal, el hombre capaz de jugarse en cualquier situación, que siempre va de frente, que muchas veces se olvida hasta de sí mismo para defender la posición de los demás... Capaz, inteligente y con mucho equilibrio para opinar. Y al margen de nuestra gran amistad de muchos años, Bilardo me representa mucho dentro y fuera de la cancha por la consideración y el afecto que le tienen los compañeros”.
Y en la eliminatoria hacia México 86, Bilardo, que ya había complementado en Colombia las revolucionarias ideas que su maestro Zubeldía trajo, trabajó el sistema táctico que inventó: el 3-5-2. Con él y un gran Maradona fue campeón del mundo. Luego de vencer a Alemania solo pudo decir: “En este momento no pienso en mi familia ni en nada, pienso en Zubeldía. Siempre estuvo al lado mío”. Para él, en el fútbol “hay muchas formas, Zubeldía las sabía todas”. El Zorro, quien murió en 1982 en Medellín al sufrir un infarto cuando realizaba una apuesta de hípica, su otra pasión, sabía que, además de lo físico y lo táctico, lo mental y emocional no se podía descuidar.
No cesó de mover almas con ejemplos concretos. Habitualmente tomaba, junto a cinco jugadores, un tren que partía a las 8:05 a. m. desde la estación Constitución y los llevaba hasta La Plata al entrenamiento de Estudiantes. Un día cambió la rutina e hizo llegar a sus dirigidos hora y media antes. Una avalancha de personas les pasó por el frente y Zubeldía lanzó: “¿Ven? Estos son los verdaderos laburantes. Se rompen el lomo todo el día y solo tienen el paquetito para comer. Ustedes, en cambio, trabajan de lo que les gusta y encima les pagan. Tienen la suerte de ser jugadores de fútbol. Si no hacen las cosas que hay que hacer, van a terminar así. Si nos enchufamos y me hacen caso, vamos a ganar y va a ser todo distinto”.