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Frank Underwood, personaje ficticio de la serie de Netflix House Of Cards, que fue interpretado por el cuestionado Kevin Spacey, tiene una frase define muy bien su temperamento despiadado y obsesivo con el poder.
“Qué desperdicio de talento. Él eligió el dinero en vez del poder, un error que casi todos cometen. Dinero es la gran mansión en Sarasota que empieza a caerse a pedazos después de diez años. Poder es el viejo edificio de roca que resiste por siglos. No puedo respetar a alguien que no entienda la diferencia”.
Esa tensión que describe Underwood, entre el dinero y el poder, explica muy bien el caso que vive el exitoso empresario e ingeniero catalán Josep María Bartomeu, expresidente de Barcelona, que fue apresado el pasado lunes por una investigación sobre un desvío presupuestal del club para difamar, a través de las redes sociales, a sus contradictores y rivales, entre ellos Lionel Andrés Messi.
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Bartomeu, preso de la desesperación del poder que se le escapaba de las manos, en un club que siempre cuestionó su liderazgo, aparentemente malversó los fondos del Barcelona para poder dar una sensación del poder que ya no tenía.
No obstante, el caso del expresidente, de uno de los clubes más importantes de Europa, no es el único que revela esa tensión entre el dinero y el poder que ha ensombrecido al fútbol en los últimos años. En la década pasada, principalmente, se ha visto cómo grandes dirigentes empezaron a caer por sus actos de corrupción.
Fue precisamente por eso que Joseph Blatter, jefe principal de la FIFA, órgano rector del fútbol en todo el planeta tierra, tuvo que dejar su cargo y enfrentar a la justicia.
Lo mismo que casi una centena de dirigentes alrededor del globo que enriquecieron sus arcas a través de la malversación de fondos, la firma de contratos fraudulentos y los sobornos. Uno de ellos, como no, Luis Bedoya, expresidente de la Federación Colombiana de Fútbol.
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El caso de Bartomeu es uno de muchos en esa lista. Estos son algunos de los más sonados:
La oscura sombra en los presidentes de Barcelona
Josep María Bartomeu no es el primer presidente de los catalanes que va preso. Josep Lluís Núñez, presidente los culés entre 1978 y 2000, tuvo que pagar una pena de dos años de prisión, cifra que le fue rebajada de una sentencia inicial de seis años, por cargos de soborno y falsedad documental mientras presidió la institución.
No obstante, más recordado es el caso reciente de Sandro Rossel, padrino político de Bartomeu en el Barça. Rossel pasó, de forma preventiva, cerca de 21 meses en prisión, 604 días, mientras se le adelantaba un juicio por blanquear comisiones en la retrasmisión de 24 partidos amistosos de la selección de Brasil y por un contrato fraudulento en el que el hizo parte entre la canarinha y la empresa Nike.
Por otra parte, Rossel fue investigado también por el fichaje de Neymar al Barcelona ya que se le acusaba por delitos de corrupción, fraude fiscal y estafa en el fichaje del delantero al fondo brasileño DIS, que tenía un 40% de sus derechos federativos y que no habrían sido pagados.
Por si fuera poco, Rossel, que fue el que le dio la posta en la presidencia de Barcelona a Bartomeu, hoy investigado por el “Barçagate”, ha sido señalado de haber recibido supuestamente una comisión de 30 millones de euros para amañar la elección de Catar como sede del próximo mundial en 2022. Vale recordar que fue Rossel el que se encargó de cambiar el patrocinio de los catalanes de Unicef por compañías cataríes como Qatar Airways.
Luis Bedoya y los casos sudamericanos de la FIFA
Precisamente por el amaño y los sobornos en la elección de la nueva sede del próximo mundial, varios miembros de la FIFA fueron investigados y enjuiciados por diversos casos de corrupción.
El Mundial de Catar de 2022 fue como una caja de pandora que abrió múltiples investigaciones en diversas direcciones.
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En Latinoamérica, por ejemplo, fueron a la cárcel más de 16 dirigentes por los delitos que abarcaban más de 92 cargos relacionados al crimen organizado, el fraude electrónico y la conspiración para lavar dinero, entre otros.
Algunos de los nombres más relevantes en esa lista de detenidos fueron los presidentes, en ese entonces, de Conmebol, Juan Ángel Napout, y de Concacaf, Alfredo Hawit. También se llevaron presos a otros dirigentes como Ricardo Texeira y Eduardo Deluca, ambos muy cercanos a grandes patriarcas del fútbol sudamericano como Joao Havelange y Julio Grondona, respectivamente.
Sin embargo, en Colombia, por supuesto, el caso más sonado fue el del expresidente de la Federación Colombiana de Fútbol: Luis Bedoya.
Bedoya, que antes de ser acusado ya había aceptado su culpabilidad en los cargos de fraude en transferencia bancaria y conspiración de soborno, fue señalado por adjudicar los derechos de transmisión de la Copa América 2011 de Argentina, a cambio de un millón de dólares, que recibirían varios dirigentes de Conmebol en dos cuotas de 500.000, a la empresa argentina Full Play.
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Además a Bedoya también se lo señaló, como a Rossel con Brasil, de haber pactado con Nike una comisión para vestir a la selección de Colombia, acusación que el expresidente aceptó, pero sobre la que afirmó que nunca llegó a suceder, ya que el combinado nacional firmó con Adidas.
Como guindas del pastel, Bedoya también hizo parte de los arreglos con Catar para la adjudicación de la sede del mundial al país asiático. Lo mismo que otros presidentes de las federaciones de Ecuador, Perú, Bolivia, Paraguay y Venezuela, que a cambio de dinero dieron su voto a los cataríes.
Más casos en Europa
De los crímenes de Bedoya y los dirigentes de la Conmebol, sin embargo, queda mucho por contar. A pesar de que Bedoya fue uno de los ocho dirigentes sudamericanos que aceptó los cargos, el resto no lo hizo y los juicios siguen.
Es lo mismo que sucede en Europa. Los casos más sonados, incluso los más nombrados de todo ese escándalo, fueron sin duda los del presidente de la FIFA Joseph Blatter y el del presidente de la Uefa, el exfutbolista Michel Platini.
Blatter, que además fue acusado de acoso sexual por la portera Hope Solo, fue señalado de múltiples casos de soborno y corrupción. Sin embargo, el más delicado, el que le costó el puesto, fue en el que se le acusó junto a Platini administración desleal y conflicto de intereses tras el pago de 1,8 millones de euros que el suizo le hizo al francés en el año 2011.
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A pesar de que ninguno de los dos fue condenado por la justicia, sí fueron suspendidos de sus cargos por el comité de ética de la FIFA que los sancionó, además, con el pago de 50.000 francos suizos.
Caso distinto al de otros dirigentes del fútbol europeo que si han tenido que pagar condenas y que no están, precisamente, relacionadas con los casos de corrupción de la FIFA.
Uno de esos casos es el de alemán Uli Hoeneß, expresidente del Bayern Múnich, que en 2014 aceptó cargos por evasión fiscal ante el gobierno de Alemanía y tuvo que pagar tres años y medio de prisión en la cárcel de Landsberg, situada a 65 kilómetros al oeste de Múnich.
Similar a la historia del exmandatario del Olympique de Marsella Bernard Tapie que en 1993 fue condenado por amañar un partido de su equipo, que lo condenó al descenso de segunda división.
Tres años más tarde, Tapie, además, sería condenado a 8 meses de prisión por fraude fiscal y a 30 meses más por desviación fraudulenta de fondos societarios del club.
Y estos casos, sin contar los múltiples hechos de soborno que han existido en el fútbol Italia. Por ejemplo, el caso ‘Calciopoli’, en el que varios equipos, como Milán, Juventus, Fiorentina y Lazio, y sus dirigentes fueron condenados por arreglar partidos con sobornos.
Como diría Frank Underwood, en relación a las comisiones que se ajustan una vez se alcanza el poder: “Así es como se devora a una ballena, un mordisco a la vez”. Aplica para los dirigentes del fútbol en todas partes del mundo que se han aprovechado del espectáculo para agrandar sus arcas y sus ambiciones.
El caso de Bartomeu es uno de muchos y no será el último. Bastantes sombras ya se ciernen sobre Gianni Infantino, presidente de la FIFA, que parece idear estrategias y supuestos sobornos para mantenerse en el máximo cargo del ente rector del fútbol.
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O también el caso de Ramón Jesurum y varios miembros de la Federación Colombiana de Fútbol, que están siendo investigados por una aparente malversación en la reventa de boletas de los partidos de la Selección de Colombia.
En cualquier caso, y más allá de las condenas, el caso de Bartomeu en Barcelona ha demostrado una vez más el trasfondo político de las relaciones entre el poder y el dinero en el mundo del fútbol.