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La medianoche del 18 de abril podría marcar un antes y un después en la historia del fútbol. Doce clubes, de los más prestigiosos y poderosos del Viejo Continente, anunciaron la creación de la “Superliga europea”, un torneo privado y semicerrado, creado por los propios clubes (Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid, Juventus, Inter de Milán, AC Milan, Manchester United, Liverpool, Chelsea, Arsenal, Tottenham y Manchester City) y al margen de la Uefa, que anunció duras sanciones disciplinarias a los equipos y jugadores que participen en ese campeonato.
Andrés Charria, abogado especialista en derecho deportivo, definió la situación como un duelo comercial, “una guerra por ver quién prende más televisores y genera más clics”.
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El proyecto se gestaba hace tiempo, incluso antes de que la entidad continental anunciara la modificación de la Champions League, con la que los grandes clubes no están de acuerdo porque afecta sus intereses económicos.
La “Superliga”, manejada directamente por los equipos, repartiría 3.525 millones de euros entre todos los participantes. Un aumento importante frente a los 1.950 millones que se entregan en la Liga de Campeones.
Eso sin contar los derechos de televisión, que rondarían los 4.000 millones, de los cuales el 65 % iría para los clubes fundadores, el 20 % se entregaría por méritos deportivos en la competición y un 15 % se daría por distribución comercial. El campeón del torneo se llevaría, como mínimo, 250 millones de euros, una cifra altísima en comparación con los 62 millones que obtiene el ganador de la Champions League.
La Uefa califica la propuesta de “cínica”. “Un escupitajo en la cara del fútbol y de nuestra sociedad”, según su presidente, Aleksander Ceferin.
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Según Charria, la entidad fija su postura desde su legislación que establece en sus estatutos que “Clubes, ligas u otras entidades afiliadas a una federación miembro estarán subordinadas a esta y solo podrán existir con el consentimiento de dicha federación”.
Por eso tendría potestad de suspender de sus competiciones internacionales a los equipos que, fuera de la jurisdicción de la Confederación, decidieron crear una liga privada. Además, apoyada por las ligas nacionales, la Uefa también alista duras sanciones contra los clubes fundadores, entre las cuales se contempla la expulsión de las competencias, amparados en el principio y pilar del “mérito deportivo” que rige las normas de la FIFA y del modelo europeo del deporte.
Suspensiones que dejarían a los jugadores que participen en el torneo sin la posibilidad de representar a sus selecciones nacionales, a causa de la violación del artículo 72 de los estatutos de la FIFA, que prohíbe la participación en sus competencias de futbolistas y equipos que no estén afiliados a una federación.
Sin embargo, para el abogado Andrés Charria, ahí es donde viene el principal problema en la postura de la Uefa y de sus posibilidades de tumbar el proyecto de la “Superliga”. “Cuando este asunto llegue a la Conmebol y le digan a Argentina que no puede usar a Messi o a Colombia que no puede llamar a Cuadrado, por ejemplo, veo muy difícil que la Conmebol apoye a la Uefa, porque finalmente el problema es de ellos con esos clubes, no de los países suramericanos”.
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Según el abogado, la Uefa tendría que convencer a las demás confederaciones de apoyar un conflicto que en principio no les concierne. La FIFA condenó la “Superliga”, pero se mostró “abierta al diálogo”.
Para Charria, uno de los principales inconvenientes para la Uefa y las ligas nacionales es que la exclusión de los grandes equipos y sus estrellas significaría un golpe a los negocios de las federaciones, ya que perderían su principal atractivo. “Si en un televisor usted tiene un Villarreal vs. Lazio y en el otro Real Madrid vs. Manchester United, ¿cuál ve?”, se pregunta el abogado.
La principal razón de la “guerra fría” que apenas comienza, tiene un tinte comercial. El grupo de los clubes poderosos es liderado por Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, un experimentado hombre de negocios con larga trayectoria en el fútbol, quien seguramente ha calculado todos los riesgos del proyecto. “Ahora el fútbol está perdiendo interés, las audiencias bajan y los derechos audiovisuales disminuyen. Algo había que hacer para salvar el fútbol y la pandemia nos ha dicho que lo hagamos con urgencia”, dijo.
‼️ "Hacemos la SUPERLIGA para SALVAR el FÚTBOL" ‼️
— El Chiringuito TV (@elchiringuitotv) April 19, 2021
FLORENTINO PÉREZ habla claro en EXCLUSIVA con @jpedrerol. #ChiringuitoFlorentino pic.twitter.com/XHYJMo1UFv
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Poco a poco las dos partes seguirán jugando sus cartas, mientras la mayoría de aficionados del fútbol, incluso los de los grandes clubes, rechazan su falta de solidaridad de los dirigentes, preocupados más por hacer crecer su negocio y generar más utilidades, que por la pasión de sus hinchas, la tradición del deporte y su función social y de impacto en la sociedad.
Por: Fernando Camilo Garzón - @FernandoCGarzon