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Atlético Nacional venía de ganarle la final del primer semestre del Fútbol Profesional Colombiano a Independiente Santa Fe, en el estadio El Campín de Bogotá. El técnico Juan Carlos Osorio, luego de la celebración, fue a pasar unas merecidas vacaciones a Cali, la ciudad de su esposa, Julieth Ceballos. En uno de esos días, un amigo cercano a la familia le insistió que lo acompañara el sábado a ver unos partidos de juveniles en la sede deportiva de La Troja, cerca de Jamundí. Amante del fútbol como pocos, Osorio aceptó.
Como incógnito se paró al borde de una de las canchas y comenzó a ver un juego de equipos de jóvenes de la categoría 96 de la escuela América Pedro Sellares. Desde los primeros minutos le llamó la atención un volante de marca que medía 1,85 metros, se movía bien en la cancha y tenía gran precisión en los pases. Una, dos, tres intervenciones, y a la cuarta se animó a preguntare al amigo que lo había invitado a ver ese partido: “¿Quién es ese muchacho?”. “Es Dávinson Sánchez”, le respondieron.
El juego continuó, y Osorio decidió ponerse a trotar alrededor de la cancha, siempre con su mirada fija en aquel futbolista que lo tenía impresionado. Cuando el árbitro dio el pitazo final se le acercó y se presentó. “Soy el técnico de Atlético Nacional y quiero que vaya a jugar con nosotros. Tiene muy buenas condiciones y lo veo más como un defensor central que como volante. Las puertas están abiertas”, le dijo. Con timidez, Dávinson sólo se atrevió a agradecer y llamó a su madre, Esther Mina, quien estaba cerca y le presentó al DT verdolaga. Siguieron en contacto y en agosto de 2013 Sánchez viajó a Medellín a formalizar el vínculo con el equipo paisa. Firmó contrato y comenzó a entrenar con el primer equipo, en la sede deportiva de Guarne.
Aquel sueño que comenzó en las áridas canchas de Caloto, Cauca, empezaba a hacerse realidad. Osorio, como buen padrino, siempre estuvo pendiente de su proceso dándole indicaciones para que se fuera acoplando a la que sería su nueva posición en la cancha: defensor central. Le hacía mucho énfasis en la conducción y en la precisión en los pases. No fue difícil para él, por eso al poco tiempo, con 17 años, debutó en un partido ante Boyacá Chicó. Seis meses después celebró su primer título como profesional, luego de aquella final que le ganó Nacional al Deportivo Cali.
Con la llegada de Reinaldo Rueda, Dávinson comenzó a jugar más. Pero fue realmente en 2016 cuando se consolidó como titular indiscutido. Fue figura en el título de la Copa Libertadores y esto fue lo que le abrió las puertas del fútbol europeo. El Ajax holandés pagó cinco millones de euros por él y en un principio llegó a entrenar con el equipo juvenil. No obstante, sólo 90 minutos con ese plantel le fueron suficientes para demostrar su talento y pasar al primer equipo. En esa temporada, después de 32 partidos y seis goles, fue catalogado como el mejor jugador. Por eso su valor aumentó y el Tottenham pagó en este verano 45 millones de euros por él, convirtiéndose en el tercer futbolista colombiano más costoso de la historia, después de James Rodríguez (80 millones) y Falcao García (63 millones).
“Tengo que hacer lo que he hecho siempre. El técnico Mauricio Pochettino me ha dado su respaldo y me ha hecho sentir importante. Todos en el equipo me han recibido de gran manera”, destacó el caucano, quien ha disputado siete partidos con el Tottenham, seis de estos como titular. Llega a esta convocatoria de la selección colombiana de fútbol como el mejor central. “Es una gran responsabilidad para mí estar acá. Vengo haciendo las cosas bien en mi club y me siento con la confianza para responder en estos momentos en los que nos estamos jugando tanto”, le confesó a este diario Dávinson, quien desde ya se visualiza en el Mundial de Rusia 2018. Para el juego de este jueves (6:30 p.m., por el Gol Caracol) ante Paraguay, sería titular junto a Cristian Zapata, quien al parecer será su compañero en la zaga.