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Alfredo Arias no necesita decir una palabra pues su rostro siempre habla. Es muy sincero, de hecho. Y por eso es fácil saber cuándo le molesta algo de su Deportivo Cali, cuándo le gusta, cuándo no sabe cómo cambiar lo que está pasando en la cancha.
Este martes, en la vuelta de la primera fase de la Copa Suramericana contra Deportes Tolima, el entrenador uruguayo vivió varios estados de ánimo. Primero, muy calmo cuando vio que sus jugadores, desbordados, empezaron a pegar más de la cuenta.
“Vamos a tocar, por favor”, se le escuchó al DT gracias a este fútbol de la pandemia que permite percibir todo lo que pasa en un estadio.
Después, frenético cuando se dio cuenta que Tolima, con poco, estaba haciendo mucho daño y que su Cali, a pesar de tener la pelota, no remataba al arco. Y se mostró apacible para esconder la preocupación por lo que hacía Jaminton Campaz, por la manera en la que él solito complicó a los defensores verdes.
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Y así estuvo Arias durante los 90 minutos en esa frontera tan tenue entre el desespero y lo atónito. Y si bien su Cali tocó y movió la pelota, y fue para un lado y luego para el otro, Tolima no se quebrantó, Álvaro Montero controló los escasos remates de Cali y de a poco todo se fue complicando.
La diferencia de tres goles fue mucha para un club que este semestre está tan acostumbrado a acertar como a fallar. Ese día (16 de marzo), en el Murillo Toro, todo quedó definido, en su totalidad.
Y esa ventaja generó que Tolima no tuviera afanes, que armara dos líneas de cuatro, que se moviera en bloque para defenderse, como si se tratara de una acción magnética en función de la pelota.
Y de nuevo el rostro de Arias, la negación propia, las manos a la cintura y la mirada al suelo. Su lenguaje corporal, el reflejo de lo que pasó en el terreno de juego y de la impotencia de ni siquiera anotar un gol.
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De manera parca y sin mucha valentía, Cali se despidió de la Copa Suramericana. Tolima, muy organizado y economizando fuerzas, se clasificó a la fase de grupos, ronda que tendrá su sorteo este viernes.
Ahora, a Arias y a Cali solo les queda la liga colombiana, pelear por mantenerse en el grupo de los ocho y superar otra dura eliminación de un torneo continental, tal cual pasó en 2020 cuando Vélez Sarsfield humilló al club azucarero en octavos de final (7-1).