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Lionel Messi siempre tenía una pelota cerca. Si su madre Celia lo mandaba por algo a la tienda, él iba pateando un balón. Si sus hermanos Rodrigo y Matías le decían que fuera a jugar con ellos, él llevaba una pecosa. Era un amor puro, real, que nadie podía quebrar. Comenzó a desenvolverse en las canchas a los cuatro años en el equipo Abanderado Grandoli, a 15 cuadras de su casa.
El tiempo pasó y las habilidades de Lio cada vez resaltaban más. Ya casi no le quedaban rivales. Sus hermanos, al ver su destreza con el balón cuadraban partidos entre sus amigos del barrio y apostaban. Lio, con nueve años, arrasaba con muchachos de 17 y 18. El rosarino era un fenómeno.
Sin embargo, dos años más tarde, a los 11, le detectaron un problema hormonal que hacía que su desarrollo óseo fuera lento y desencadenó en un crecimiento retrasado. Lio, el astro, estaba quedándose atrás pero sólo en altura. Esa diferencia jamás se notó en una cancha.
Messi vino a Barcelona para una prueba de 15 días y sobraron 14”.
Su padre Jorge acudió al médico endocrino Diego Schwarzstein. El panorama no era el más alentador. El tratamiento al que se debía someter Lio costaba 900 dólares. Consiguió, por medio de la empresa donde trabajaba Jorge y la Fundación Acindar, costearlo durante un año y medio. Pero el convenio se acabó y debían buscar una pronta solución, pues era peligroso cortar un procedimiento de estos.
Jorge se empezó a jugar todas sus cartas. Le comentó el problema a los directivos del club Newell’s, donde Lio juagaba. El equipo no accedió a pagar el costoso tratamiento y poco a poco le fueron cerrando sus puertas. Decidió buscar ayuda en River Plate, pero allí tampoco se concretó nada. Jorge aún tenía la esperanza de que alguien se fijara en todo el talento de Lio y que sus problemas de crecimiento no se convirtieran en un impedimento.
Un día recibieron una invitación de Barcelona para que Lio presentara allí pruebas. Nadie lo podía creer, mientras equipos de su país le cerraron la puerta, uno de los grandes de España le iba a dar al menos una chance de demostrar su talento. Sin dudarlo un solo segundo, Jorge y Lio tomaron un vuelo al Viejo Continente, uno que les cambió por completo la vida.
Con 13 años y 1,40 de altura, Lio se enfrentó a niños dos o tres años más grandes que él. Lio logró superarlos en más de una ocasión, pero nadie se atrevía a tomar la decisión definitiva. Por tal razón, Rexach organizó un partido entre dos equipos juveniles, ahí se convenció por completo del talento de Lio y desde ese día les aseguró a todos los medios que: “Messi vino a Barcelona para una prueba de 15 días y sobraron 14”.
Este fue el contrato que Jorge y Lionel Messi firmaron con el director deportivo Carles Rexach. / Barcelona
Rexach decidió firmar un peculiar acuerdo con Jorge y Lio en una servilleta que está guardada en el museo del club catalán. Ahí dice: “En Barcelona, a 14 de diciembre de 2000 y en presencia de los Srs. Minguella y Horacio (por Gaggioli, colaborador de Minguella y hombre de confianza de los Messi), Carles Rexach, secretario técnico del FCB, se compromete bajo su responsabilidad y a pesar de algunas opiniones en contra, a fichar al jugador Lionel Messi siempre y cuando nos mantengamos en las cantidades acordadas”.
Desde ese día, Barcelona se hizo cargo del tratamiento de Lio, que duró dos años más y que debió ser cambiado por uno más fuerte. Lio, en busca de alcanzar su sueño, se aplicaba sólo todos los días la inyección. El 1° de marzo de 2001 firmó el primer acuerdo con el cuadro español durante dos años y por 60.000 euros. Lo demás es historia.
Lionel Messi firmó el 1° de marzo de 2001 su primer acuerdo con el club español. Fue de dos años por 60.000 euros. / Mundo Deportivo