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No es que recuperó la memoria, que volvieron las buenas sensaciones, nada de eso. Simplemente aprovecharon los gravísimos errores del rival y sacaron adelante un partido complicado en Hungría. Con goles de Salah y Sané, el Liverpool se impuso 2-0 ante el Leipzig en el duelo de ida de los octavos de final de la Champions League.
La moral baja en el equipo de Jurgen Klopp, que viene de perder el fin de semana ante el Leicester y que ya ni siquiera está en puestos de Champions en la Premier League, se hizo sentir en el funcionamiento y desde los pies de Allison, el arquero, a quien se le nota la falta de confianza.
Asfixiados por la presión y el despliegue físico de los alemanes, los Reds la pasaron mal en la primera parte y por los palos no se fueron con el marcador en contra.
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Pero todo se derrumbó en la segunda parte en apenas cinco minutos con dos errores imperdonables en el fondo. Primero un mal pase atrás de Sabitzer que Salah transformó en gol (53′). Y luego con algunos errores de coordinación en una pelota sin complicaciones en defensa que Sané, con su velocidad, aprovechó para marcar el 2-0 (58′).
El partido se desnaturalizó y los ingleses, que se enfrentaban a unos de los equipos más intensos de Europa, se asentaron en la cancha y pudieron mantener el marcador.
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El partido de vuelta se llevará a cabo el 10 de marzo, seguramente fuera de Inglaterra por las medidas sanitarias. Un partido que pinta más favorable que nunca para el Liverpool en el momento más difícil de la era de Jurgen Klopp.