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Este sábado, en la final de la Champions League, un equipo desafió al destino y el otro sucumbió en él. Real Madrid y la suerte puesta al servicio del talento, Liverpool y las situaciones adversas como la lesión de Mohamed Salah que tuvo que abandonar el terreno de juego en el minuto 30 de juego, y la mala noche que tuvo el arquero Loris Karius. Porque el portero del equipo inglés tuvo dos minutos de debilidad, el primero para dejarle la pelota a Karim Benzema en una jugada de descuido, para el 1-0 parcial, y el otro cuando no puso sus manos firmes ante el potente remate de Gareth Bale.
Ya el otro tanto, del 3-1 final, no fue culpa suya, fue obra de la genialidad que brota de la recursividad, de Bale, recién ingresado (no llevaba más de cinco minutos en cancha), girando su cuerpo e impactando la pelota de una manera acrobática, una chilena impecable, ante la mirada de los defensores, de sus compañeros, del mismo Marcelo que esta vez no centró bien la pelota y obligó al galés a improvisar, a marcar uno de los mejores goles de las finales de la Champions.
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Pero más allá del juego, de la presión asfixiante del Liverpool en la primera etapa, de las atajadas claves de Keylor Navas para mantener su arco en cero, del empate y la alegría efímera de Sadio Mané, hubo lágrimas, las de Salah por el dolor de tener que abandonar la cancha sin saber si podrá estar con Egipto en el Mundial de Rusia. También las de Dani Carvajal, otro que tuvo que salir del partido desconsolado, destrozado por la cercanía de la Copa del Mundo. Y las últimas, las de Karius mientras caminaba el terreno de juego luego del pitazo final, acercándose a los hinchas rojos, pidiendo disculpas, tratando de lograr el perdón de los demás, de sí mismo por los errores cometidos.
El Madrid ya sabe jugar las finales, las domina, no en vano no pierde una desde el 2000 cuando cayó con Boca Juniors en la final de la Copa Intercontinental. Desde ese momento, todo ha sido victorias y récords, marcas como lograr la decimotercera corona en Europa (el más campeón del torneo), la tercera de manera consecutiva (primer equipo de la era moderna en lograrlo), como la de convertir a Zinedine Zidane en el primer técnico en lograr el triplete consecutivo.
Bale y Benzema, que no estarán en la próxima Copa del Mundo, festejaron a rabiar, Cristiano Ronaldo, el complemento de la famosa BBC, celebró calmo y orgulloso, pues no pudo anotar, no pudo ser el héroe, no pudo brillar. El Liverpool cerró así una gran campaña en la que el único mal momento fue toparse con el Madrid en la final.