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“Soy Adolfo Valencia y vengo de Bogotá”. Esas fueron las primeras palabras que aprendió a decir en alemán el Tren, el delantero colombiano que enamoró al Bayern de Múnich luego de marcar tres goles en un juego amistoso que se diputó en 1993 entre la selección de Colombia y Francia en la isla de Martinica. “Quieres jugar en el Bayern”, le preguntaron. No tuvo que pensarlo mucho para decirle al entonces presidente de Independiente Santa Fe, César Villegas, que quería dejar el club bogotano y dar el salto al fútbol de Europa. El Benfíca de Portugal también quiso ficharlo, pero el futbolista de Buenaventura prefirió al equipo alemán. Hizo una corta prueba en la que descrestó a los entrenadores del club de Múnich e inmediatamente le hicieron un contrato.
El Tren fue poco a poco ganándose un espacio en el equipo más grande de Alemania y sorprendió al técnico Franz Beckenbauer. Marcó un total de 16 goles (sumando todas las competiciones) y se convirtió en el primer futbolista colombiano en lograr un título en Europa. “En la Bundesliga me sentí muy bien y aprendí mucho”, asegura el exdelantero de la selección de Colombia, quien duró sólo un año en Alemania antes de pasar al Atlético de Madrid.
Casi 24 años después, un jugador colombiano regresa al Bayern Múnich y Adolfo Valencia, en dialogo con El Espectador, cuenta sus anécdotas en el equipo bávaro y da sus opiniones sobre su llegada de James Rodríguez, el 10 de la selección, al equipo que lo hizo a él famoso en Europa.
¿Cómo se dio su llegada al Bayern?
Jugamos un partido con la selección de Colombia en la isla de Martinica ante Francia. Íbamos perdiendo 1-0, luego hice tres goles y ganamos 3-1, así que luego del partido recibí una llamada de mi agente, que me dijo que si estaba interesado en jugar en el Bayern. ¿Qué jugador no quiere ir a un club tan grande? Le di los teléfonos de César Villegas, presidente de Santa Fe, le dije que no seguía en el club, me llevé mis chécheres y comencé a entrenar por mi parte.
¿Y qué pasó después?
Duré unos días esperando a que se dieran algunos detalles de la negociación, pero pensando en que cuando me dieran la oportunidad la tendría que aprovechar. Luego viajé a Múnich para los exámenes médicos y unas pruebas con balón.
¿Cómo fueron esas pruebas?
Me cambié, me puse un uniforme, guayos y canilleras, y salí a una cancha de entrenamiento. Allí me dijeron que debía rematar balones desde diferentes ángulos. Me pusieron a un portero gigante y me avisaron que tenía cuatro intentos. En los cuatro remates marqué gol y prácticamente me dijeron que no necesitaba mostrar nada más, que fuera a firmar el contrato.
¿Cómo fue su adaptación al fútbol de Alemania?
Fue fácil, porque tuve a un técnico muy abierto, generoso y buena persona. Franz Beckenbauer siempre fue muy sincero conmigo. Me dijo: “Juegue a lo que usted sabe”. Él es un tipo que representa mucho para el fútbol alemán y tener su apoyo fue muy significativo para mí. El tema del idioma fue duro, pero los directivos me acobijaron bien y me pusieron a una pelada que se llamaba Cristina, quien hablaba muy bien español y alemán, y era una guía.
De los compañeros, ¿cuál lo marcó?
Beckenbauer fue esa persona fundamental para que me cogiera confianza y me fuera bien. El capitán era Lothar Matthaus, un tipo muy amable y pendiente de detalles. Eso también me sirvió para creérmela. Jorginho, el brasileño, era mi compañero de habitación. También estaba Bruno Labbadia y Mehmet Scholl, que era el 10. Comenzamos a entendernos futbolísticamente para que todo saliera bien. A medida que me iban conociendo comencé a rendir para beneficio del equipo y fui goleador, marcando 16 tantos. Además, celebré un título.
¿Cuáles fueron sus obstáculos en Alemania?
En realidad nunca tuve problemas por el racismo o cosas de discriminación. Lo que hizo que me fuera fue el tema de los impuestos. A uno le quitan entre el 30 y 40 % del sueldo. Así que había hecho un arreglo con los directivos para que no me tocara asumir el costo. Luego del primer año me salieron con que tenía que pagar 300 mil euros en impuestos, algo así como $900 millones. Así que eso hizo que buscara un nuevo equipo y por eso pasé al Atlético de Madrid.
¿Y el momento más feliz?
Sin dudas que cuando levanto esa Copa del título de la Bundesliga. El único morocho que había por allá era yo. Decía, “¿qué hago con este poco de monos por aquí?”. Fue una alegría única.
¿Qué le aportó el fútbol alemán?
Mejoré mucho en la parte táctica y aprendí cosas que me sirvieron para el resto de mi carrera. Estuve rodeado de grandes jugadores y de un DT impecable.
¿Ha seguido pendiente del Bayer?
Sí, ese es mi equipo de Alemania. Me encanta ver los partidos y obviamente les hago fuerza. Fue el club que me dio todo para cotizarme y llegar a ser llamado a la selección. Me hizo conocer ante el mundo y por eso siempre estaré agradecido.
¿Cómo cree que se adaptará James al fútbol alemán?
Creo que James no va a tener problema con la adaptación a la cultura alemana. En Múnich se vive igual de bien que en Madrid, con buena comida, buenos lugares y una gente muy amable. La gran ventaja que él va a tener en su adaptación es que Ancelloti lo conoce, porque él fue el que lo pidió. Así que cuando uno entra ganando con el técnico es mucho más fácil acoplarse y rendir.
¿Piensa que encontrará sumar más minutos que en el Madrid?
Se va a reencontrar con un técnico que lo puso a rendir en la cancha. Seguramente le va a dar confianza, prioridad y ese respeto que se merece por todo lo que ha hecho en su carrera. Es sólo cuestión de que se acople al grupo, que conozca a sus compañeros y ya todo se irá dando. James la va a romper en el Bayer porque es un crack.