José Izquierdo pide pista para ir al Mundial con Colombia

El colombiano, que fue figura en su paso por el Brujas de Bélgica, vive un momento brillante en el Brighton de la Liga inglesa. Este lunes entró en el grupo de 35 jugadores preseleccionados por Pékerman para Rusia 2018.

Jesús Miguel De La Hoz
18 de febrero de 2018 - 01:16 p. m.
 José Heriberto Izquierdo es uno de los jugadores más queridos por la hinchada del Brighton.  / Cortesía Paul Hazlewood
José Heriberto Izquierdo es uno de los jugadores más queridos por la hinchada del Brighton. / Cortesía Paul Hazlewood
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Un buen día, a Wilson Sepúlveda, el profesor de fútbol del colegio Calasanz, le recomendaron a José Heriberto Izquierdo. El niño sólo tenía cinco años y estaba cursando transición. Aunque estaba en clase de tenis, no lo disfrutaba. En cambio mostraba habilidad con la pelota, la mecía de un lado a otro, la hacía reír, bailar. Existía una química que pocos entendían. Estaba destinado a alegrar las canchas.

Su pasión se encendió más viendo a Faustino Asprilla, quien era su ídolo. En la vereda Las Mangas, en Kennedy y en la urbanización Coodelmar, barrios en los que vivió en Pereira, quiso emularlo. Allí hizo del fútbol un arte. (Lea: José Izquierdo no se cansa de anotar: lo hizo entre la igualdad del Brighton y el Stoke)

No pensaba convertirse en profesional. Simplemente practicaba el deporte por gusto, por pasión. Jugaba y jugaba hasta que caía la noche y el balón se perdía entre las sombras. No le importaba la posición en la que lo pusieran en el campo. Empezó como arquero, pero se tronchó los dedos tapándole remates a su hermano Diego Julián. Pasó a desempeñarse como volante y se destacó. Sobre el césped volaba, se volvía inalcanzable, siempre con la pelota pegada al pie. Aprendió a ubicarse adelante, pero por la izquierda. Ese fue su rincón predilecto. La zona que le gustaba porque hacía la diagonal hacia adentro y quedaba perfilado para rematar con pierna derecha.

En sus últimos años de bachillerato pensaba más en ingresar a la universidad. Estaba decidido a estudiar administración de empresas. Pero el fútbol, en su infinito capricho, no quiso soltarlo. Lo encaminó para que nunca lo dejara de lado ni lo olvidara. Y el deporte que había empezado a practicar por simple placer se convirtió en su profesión. (José Heriberto Izquierdo volvió al gol en Inglaterra)

“Todo empezó cuando el señor William Londoño (empresario) me vio jugar y le dijo a mi papá que tenía futuro, que si me podía representar. Por esa época la selección de Colombia sub-18 estaba concentrada en Pereira y me dieron la oportunidad de entrenar con ellos”, recuerda Izquierdo.

Eduardo Lara, el técnico del combinado juvenil, le hacía ademanes desde la línea de banda y le gritaba: “Encara, abre el campo, corre”. Su actuación en esa práctica fue notable, su complicidad con el esférico, la capacidad de hacerlo brillar en momentos opacos, dejaron asombrado al entrenador vallecaucano, tanto así que le recomendó que buscara un equipo profesional. “Hasta ese momento yo estaba enfocado en el estudio, pero cuando salió la oportunidad de estar en el proceso de selecciones menores fui al Deportivo Pereira y hablé con el gerente deportivo, Juan Carlos Restrepo, quien me aceptó, y ahí empecé a jugar con el club”.

Fue un proceso rápido y también muy doloroso. Por esa época su familia sufrió una pérdida sensible, su hermano falleció en un accidente automovilístico. Por eso se acostumbró a jugar cada partido en su memoria.

Sólo fueron seis meses los que duró en las inferiores del conjunto matecaña. El 4 de julio de 2010 debutó en primera división. Entró por León Darío Muñoz al minuto 75 en un encuentro frente a Envigado. Casi de inmediato le llegó la invitación de Lara para que se uniera al seleccionado sub-20. Aunque la felicidad no fue completa, pues una fractura de peroné lo sacó de las canchas por tres meses y medio.

Su regreso no fue fácil. Realizó microciclos con el combinado nacional, pero no alcanzó a llegar al Mundial que se jugó en el país en 2011. Además se demoró en retomar el nivel para ganarse un cupo dentro de la plantilla del Deportivo Pereira, que cerró esa temporada con un golpe del que no se ha podido reponer: el descenso a la segunda división.

Ya en 2012 se ganó la titularidad con el equipo de su tierra y brilló. Marcó 12 goles en 47 encuentros. “Casi logramos el ascenso, pero se nos acabó la gasolina en las últimas fechas”, afirma.

Entonces llegó el momento de volar. El Once Caldas le abrió las puertas. Jesús Kiko Barrios y Santiago Escobar se pusieron en contacto con él y lo llevaron al cuadro blanco.

Tuvo un debut complicado con los albos. “El primer partido fue contra el Cali. Íbamos perdiendo 2-0. Entré al minuto 45 y en la segunda pelota que toqué intenté hacerle un pase a Daniel Hernández. No alcanzó a coger el balón, se armó un contragolpe y nos hicieron el tercero. Me quería morir”, reconoce.

Las cosas no cambiaron mucho para el segundo partido. Esa magia que lo hizo brillar en Pereira no apareció. “Nos tocó contra Júnior en Barranquilla. El entrenador me metió al minuto 60. Al 75 me pusieron amarilla y al 85 me amonestaron nuevamente y salí expulsado. Duré cinco encuentros sin jugar. Volví contra Medellín, en el Atanasio Girardot. Ahí por fin se me iluminó el bombillo y empecé a tener continuidad, cogí confianza, clasificamos a los ocho y después, con el profesor Flabio Torres, me consolidé”.

Su paso por Manizales fue una exhalación. Un año solamente duró con la escuadra blanca. Rápidamente llamó la atención de clubes de Europa. Según cuenta, fue por esas casualidades del destino. “Yo no era la primera opción. Había dos jugadores por delante de mí: Carlos Carbonero y John Córdoba. Ninguno de los dos aceptó. Brujas de Bélgica buscaba un extremo, así que le preguntaron a uno de los empresarios quién era parecido a ellos y que estuviera en buen momento. Dieron mi nombre, vieron videos y tomaron la decisión de llevarme”.

Las negociaciones no duraron mucho. Recibió la llamada un viernes y a la semana siguiente estaba volando a Bélgica. Fue una apuesta de última hora que le salió bien a Brujas, en el que Izquierdo tuvo una actuación notable, ganó tres títulos, marcó 38 goles y fue el mejor jugador de la Liga belga en la temporada 2015-2016.

“La experiencia fue increíble. Fue un tiempo de mi vida deportiva que no voy a olvidar porque fue la primera vez que gané título. Fui el mejor jugador de esa liga”, precisa. La adaptación no fue fácil, el idioma y el clima fueron complicados. “Muchos de mis compañeros hablaban inglés y otros holandés. Me tocó aprender a las patadas, pero lo logré”, agrega entre risas.

Hizo maravillas con el balón mientras estuvo en el frío belga. Tanto que no pasó desapercibido a los ojos de Pékerman. Para unos amistosos frente a España y Camerún, en junio de 2017, fue convocado por primera vez al seleccionado colombiano de mayores. Con el número 24 en su espalda ingresó por Giovanni Moreno al minuto 60 en el encuentro contra los africanos. Sólo fue media hora, pero supo aprovecharla. Siempre por banda izquierda intentó ser desequilibrante, hasta que en una de esas jugadas Frank Fabra lo habilitó, lo dejó solo frente al arco y con derecha sacó un riflazo que dejó sin posibilidad al arquero. Un gol que cuenta como si lo estuviera viviendo. Se le cruza una y otra vez por la retina.

“La experiencia fue increíble. Tener la oportunidad de vestir la camiseta tricolor y poder marcar es algo que no olvido. Me recibieron muy bien, son una calidad de personas. Actualmente, no tengo contacto con ninguno de los jugadores, sé que cada uno está en sus cosas y no me gusta molestar a nadie”, afirma el delantero que en agosto pasado llegó al Brighton de la Premier League, en la que también está brillando con luz propia. “No ha sido fácil. Cada partido aprendo algo nuevo, veo cosas diferentes. Es un fútbol intenso que se juega a tope. Las transiciones de defensa a ataque son muy rápidas. Sin embargo, con el tiempo uno se acostumbra y le va cogiendo el ritmo a esta liga”.

El trabajo y la entrega lo tienen en un momento único de su carrera. Le tocó entrenar el doble desde su llegada al balompié británico debido a que no realizó pretemporada con el equipo. De a poco se ha dado a conocer. Los jugadores ya conocen sus movimientos dentro del terreno, por lo que las cosas se le han facilitado. “Eso va mejorando con el pasar de los días, del entrenamiento. Es el reflejo del trabajo que he venido haciendo desde agosto”, afirma el jugador que se ha batido como león contra el clima invernal de Inglaterra. “En ocasiones ni quiero pegarle al balón, porque duelen hasta los huesos”. Ese esfuerzo lo hace con un anhelo, el que tienen todos los jugadores por esta época: ganarse un cupo como uno de los 23 futbolistas que estarán con Colombia en el Mundial de Rusia 2018. Por ahora ya está en el grupo de los 35.

@J_Delahoz

jdelahoz@elespectador.com

Por Jesús Miguel De La Hoz

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