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A pesar de que en Colombia la Liga femenina para 2020 no está confirmada (en marzo la FIFA hará una visita al país para hablar de la candidatura para el Mundial de 2023), el incremento de jugadoras que han llegado a equipos del exterior ha aumentado de manera considerable. Por ejemplo: cuando Yoreli Rincón llegó a Suecia en 2013 (FC Rosengard) eran pocas las colombianas que estaban en equipos profesionales, pues la gran mayoría que lograba salir del país tenía como destino la Liga Universitaria de Estados Unidos.
“Estaban mal informados sobre Colombia, y quizá por eso no sabían del talento que había. Se mantenía el lugar común de las drogas, la violencia, los sicarios, entre otras cosas, y cuando se hablaba de fútbol solo se mencionaba a los hombres”, dice Isabella Echeverri, jugadora de la selección de mayores y del Sevilla de España. Pero eso no era todo. No era común que equipos internacionales miraran para este lado del Atlántico en busca de refuerzos, mucho menos que preguntaran por jugadoras que ni siquiera tenían competencias de fogueo para darse a conocer, algo que hace más admirable la labor de mujeres como Rincón, Natalia Gaitán, Sandra Sepúlveda, Oriánica Velázquez, solo por nombrar algunas.
“En los últimos 10 años hemos tenido la posibilidad de ir a Copas del Mundo, en todas las categorías, y eso nos ha ayudado a crecer, a aprender de selecciones más fuertes para tratar de emular sistemas y formas de entrenamiento. Hemos salido de la zona de confort y se ha tomado el riesgo de ir por nuestros sueños, así no hayamos tenido un respaldo”, añade Isabella, que mantiene presente las participaciones en Juegos Olímpicos (Londres 2012 y Río de Janeiro 2016), Panamericanos (campeonas en Lima 2019) y Centroamericanos (subcampeonas 2014 en Veracruz), presencias que han sido el reflejo de años de lucha, de constancia, de dificultades, de negativas, hasta de escándalos, para una generación que si bien no fue la pionera, sí logró tener visualización, pero, sobre todo, una voz que merecía ser escuchada.
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Sumado a las adversidades, a las tantas barreras, hubo algo más: en Colombia todo se remitía a técnica y talento sin tener muy presente que una futbolista también tiene que ser una atleta, en otras palabras, ir más allá en la preparación hasta llegar a la profesionalización del deporte. “Eso lo entendí afuera, que la parte física era importante para ganar duelos, para competir con países que son potencia. Y ahora es diferente, o por lo menos hay un esfuerzo porque las cosas sean diferentes. Por eso trato de mandarles un mensaje a las jugadoras que vienen atrás para que se preparen y entiendan que el talento viene de la mano con el esfuerzo”, agrega Isabella. Otro factor que pesa es la continuidad de la Liga local, algo que genera una diáspora obligada para quienes quieren cumplir el sueño de jugar profesionalmente. Sí, los últimos tres años hubo torneos (Santa Fe, Huila y América fueron los campeones), pero la participación de los clubes no es la suficiente a pesar de que, por reglamentación internacional, todos deberían tener equipos femeninos. “Terminan yéndose futbolistas claves que podrían fortalecer el certamen colombiano. Pero soy positiva y lo veo por el otro lado: más compatriotas en equipos más competitivos y, por ende, más nivel en las selecciones”. Pero, ¿cómo ven en Europa y en el resto del mundo a las colombianas?
“Ahora nos referencian, o por lo menos eso me pasa con mis compañeras en el Sevilla. Saben cómo jugamos, les gusta compartir con nosotras y son muy abiertas a que las latinoamericanas vengan. Estamos invadiendo España y eso es gracias al trabajo hecho”, apunta Echeverri, que llegó a Sevilla en 2019 y, hasta el momento, ha disputado 15 partidos para un total de 1.348 minutos en cancha, siendo así una de las jugadoras más regulares del conjunto que dirige Cristián Toro.
Por ahora, como la misma Echeverri reitera, hasta que haya una liga local organizada, con un respaldo económico y deportivo suficiente (salarios, patrocinios, premios y demás), la salida de jugadoras colombianas hacia el exterior seguirá en aumento, algo que, de una manera u otra, ayudará a que el nivel de las selecciones nacionales crezca, así cada quien, por separado, tenga que construir su futuro. “Las que quedan en Colombia están en el limbo y eso no da la estabilidad que se necesita para vivir”.