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Nacido en sus filas y uno de sus ídolos, Marcelo Gallardo guió a River Plate de Argentina a la final de la Copa Libertadores frente a su archirrival Boca, pero, ironía del destino, estará impedido de ingresar a La Bombonera para el partido soñado.
En el partido que los clasificó a la final, frente al brasileño Gremio en Porto Alegre, Gallardo estaba sancionado, pero aún así en el intervalo bajó al vestuario para animar a sus jugadores que en ese momento perdían 1-0. El premio fue ser protagonista de la inédita e irrepetible final entre los dos equipos más populares de Argentina. El castigo, no poder gritar gol al unísono con sus futbolistas. "Sentí que tenía que estar con mi gente y eso hice (...) Cuando se actúa impulsivamente, cuando se actúa con el corazón, a veces se pierde la razón", resumió.
El 'Muñeco', como se le conoce, asumió las riendas de River en junio de 2014 tras la ida de Ramón Díaz, el DT más ganador de la historia riverplatense, y propició una revolución en lo futbolístico que dio sus primeros frutos cuando ganó la Copa Sudamericana ese mismo año, el primer título internacional para el club tras 17 años de sequía.
Desde entonces ha sido una seguidilla de éxitos: River conquistó la Recopa Sudamericana en 2015 y en 2016, la Copa Libertadores en 2015, la Copa Argentina en 2016 y 2017, y la Supercopa Argentina de 2017. Antes de dirigir a River, Gallardo había sido DT de Nacional de Montevideo, con el que se consagró campeón uruguayo en 2012.
Amante del rock and roll argentino de Soda Stéreo, Andrés Calamaro, La Bersuit y los Redonditos del Indio Solari, 'el Muñeco' colaboró en devolverle a River la gloria oscurecida cuando en 2011 se fue al descenso.
Es lector de novelas, pero se fascinó con una biografía de Pep Guardiola, el exitoso ex DT del FC Barcelona y actual del Manchester City. Sostiene Gallardo que "es chabacano y superficial" decir a los jugadores frases como "vamos a poner huevos (garra)". "Creo en decirles que salimos a la cancha a defender algo y a sentirnos bien con nosotros mismos", reflexiona.
Nacido hace 42 años en un barrio de trabajadores de Merlo, en la superpoblada periferia de Buenos Aires, desafió al machismo al incorporar a una especialista en neurociencia, Sandra Rossi. "Hay un montón de pequeños mundos que resolver en las cabezas de los jugadores. Aquellos que piensan mejor y más rápido, hacen la diferencia", afirma.
Como jugador ya era un "fanático gallina", sobrenombre que los de la banda terminaron asumiendo tanto como los de Boca el de "bosteros". Ganó seis campeonatos argentinos, una Libertadores (1996) y una Supercopa Sudamericana (1997).
De su paso por Francia le quedó el gusto por la música francesa. Con la camiseta del AS Mónaco ganó la Liga y la Supercopa.
También jugó para el Paris Saint-Germain, DC United de Estados Unidos y Nacional de Uruguay, con el que ganó un torneo como futbolista y otro como DT. "El cuerpo se cansa, pero la mente no tiene que cansarse. Cuando el físico no responde, la diferencia se hace con la cabeza", afirma el entrenador que prefiere correrse de los laureles porque en su opinión "al margen de tomar decisiones, los jugadores son los verdaderos protagonistas, adentro de la cancha se decide y se define todo".