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Kylian Mbappé, la figura con la que el Real Madrid sueña desde hace años, fue el encargado de dar un golpe letal a los últimos vestigios de la mayor generación de futbolistas que Barcelona tuvo en su historia, con Lionel Messi a la cabeza.
Atrás quedó la imagen del arrollador barça de Pep Guardiola, al que hace unos días recordaban por la consecución de un sextete que nadie más había conseguido hasta que llegó el Bayern Múnich de Hans-Dieter Flick.
Ahora, en la memoria colectiva, los culés son recordados cada día más por sus estrepitosos fracasos de los últimos años; contra Juventus, contra Atlético Madrid, contra Roma, contra Liverpool, contra Bayern, por ahora la más humillante, y ahora contra PSG.
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Pero, como si no fuera suficiente y en la raíz misma de los problemas del equipo catalán, el club español enfrenta una debacle institucional sin antecedente alguno en la que el presidente Josep María Bartomeu fue obligado a dimitir de su cargo, dejando al equipo sumido en una de las peores crisis económicas de su historia.
Las elecciones de un nuevo dirigente que presida el club han sido aplazadas como consecuencia de la pandemia y el caos de la institución culé parece enfrentar un laberinto sin salida.
Una crisis que ha estado rodeada en los últimos meses de escándalos relacionados a la estrella más grande de la historia de Barcelona: Lionel Andrés Messi. Primero por la tensión que generó su posible salida hacia Manchester City en el verano europeo. Después por el astronómico contrato que se reveló al público como el más caro pagado a un deportista en la historia de cualquier disciplina.
Sin embargo, el factor común que está reflejado en cada uno de los niveles de la profunda crisis, del que hace algunos años fuera el mejor equipo del mundo, es la falta de identidad y la perdida de jerarquía de un club que pasó de estar en la cima la historia del deporte a ser un conjunto de segundo nivel en Europa.
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El equipo que no levanta
Pese a que lo más fácil sería remontarse a los fracasos de las últimas seis ediciones de la liga de campeones, esta temporada Barcelona no mostró visos de mejoría con respecto a la temporada pasada, una de las peores de su historia.
La llegada de Ronald Koeman, exjugador e ídolo de los azulgranas, parecía dar un nuevo impulso al equipo, que quería retomar el camino de los técnicos holandeses que tan buenos réditos le habían traído a Barcelona hasta entonces. No obstante, en todas las grandes citas que el exentrenador de la selección de Holanda enfrentó, los culés demostraron falta de ideas en ataque, de profundidad y sobre todo solidez defensiva.
La primera caída importante fue en casa, en La Liga, contra uno de los peores equipos del Real Madrid en los últimos años. Los blancos los superaron 3-1 sin mayores esfuerzos, condenando a los catalanes al tercer puesto de la tabla en la competición liguera, casilla de la que nunca lograron salir.
Más tarde, después de ganarle a Juventus el primer partido de la fase de grupos de la Champions, fueron derrotados por los de Turín 3-0 en el Camp Nou, encuentro en el que nuevamente no ofrecieron mayor resistencia y quedaron segundos de grupo.
La peor derrota llegaría en la final de la Super Copa, a la que casi no llegan porque Real Sociedad los complicó de más en las semifinales. Athletic de Bilbao, en un partido que tenían prácticamente ganado, les empató en el último minuto del encuentro a los catalanes y les arrebató el título en la prorroga, evidenciando una vez más un Barcelona carente de ideas y de hambre de gloria.
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La caída más reciente, antes de la humillación de PSG, fue ante Sevilla hace menos de ocho días en la semifinal de la Copa del Rey por 2-0. Y fue fácil para los andaluces que no tuvieron mayor oposición de los catalanes.
A pesar de que se decía que Barcelona era un equipo que había mejorado su rendimiento, la radiografía de la temporada demuestra las debilidades del equipo para afrontar grandes retos. Por eso ante PSG, este martes, la derrota por 4-1 en casa no generó grande sorpresas.
Barcelona no tiene chances en la liga y está prácticamente eliminado de la Copa del Rey y de la Champions League. Lo peor del panorama es que el juego del equipo ha sido deplorable en las citas importantes y se ven pocas chances de remontar la situación.
Las elecciones a la vuelta de la esquina
Esta temporada, gris desde lo deportivo, ha estado aún peor desde lo administrativo. Acusado como el gran responsable de la crisis, el presidente Josep María Bartomeu renunció en octubre de 2020, fecha desde la que se convocó a elecciones para elegir su reemplazo, pero que todavía no se han realizado.
Después de ser aplazada la jornada electoral para el próximo 7 de marzo, los barcelonistas esperan salirse de la línea marcada por Sandro Rossel, quien fue electo como presidente del club en 2010, y ha sido la principal influencia de la dirigencia azulgrana en la ultima década, que, casualmente, coincide con la debacle financiera y deportiva del equipo.
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Por eso puntea en las encuestas uno de los mayores opositores de los actuales dirigentes del equipo: Joan Laporta, presidente de la época más laureada de los blaugranas, que promete devolver al Camp Nou los buenos recuerdos del pasado, a pesar de ser señalado por gran parte de la opinión pública somo un “Show man” y no como un dirigente capaz de sacar al club de su situación actual.
Por ahora, Barcelona está siendo manejado por un comité gestor cercano a la línea de Bartomeu y Rossell, que ha sido criticado también por tratar de aplazar a toda costa la celebración de las elecciones.
La economía a la deriva
Además, en los últimos meses, distintos medios españoles han informado sobre la crisis financiera que atraviesa el club y que no le permitiría fichar ningún jugador en los próximos años.
Esto como consecuencia de las deudas que Barcelona arrastra de millonarios fichajes que hizo la junta directiva encabezada por Bartomeu de jugadores como Phillipe Coutinho, Antoine Griezmann, Frankie De Jong, Malcom, Arturo Vidal, entre otros, y que ascenderían a los 126 millones de euros que se le adeudan a diversos clubes.
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Como si no bastaran los problemas, el diario El Mundo reveló en el mes de enero que Lionel Andrés Messi firmó hace cuatro temporadas el mayor contrato que cualquier deportista del mundo haya recibido jamás en la historia, ganando un sueldo neto de 555.237.619 de Euros durante los últimos cuatro años.
Situación que generó controversia por la complicada realidad económica que vive el club y que se sumó al escandalo por la salida de Messi hacia Inglaterra, que casi ocurre en el último verano cuando el jugador argentino declaró su intención de abandonar el equipo.
Decisión que sí se vieron obligados a tomar otros jugadores esta temporada. Concretamente, Luis Suárez que tiene muchas chances de ser goleador de La Liga esta temporada y además de ser campeón con Atlético Madrid. Lo mismo que Arturo Vidal, que es líder con Inter de Milán de la Serie A e Iván Rakitić, que podría ser finalista de la Copa del Rey eliminando al Barcelona.
Cada día, Barcelona más lejos de su filosofía
Si bien esta temporada Koeman, en unos momentos más que en otros, ha apostado por jugadores de la cantera azulgrana, como Ansu Fati, Riqui Puig, Óscar Mingueza e Ilaix Moriba, y otros futbolistas jóvenes como Pedri, Francisco Trincao y Ronald Araujo, La Masia ha sido uno de los proyectos más abandonados en los últimos tiempos por la dirigencia catalana.
La fuga de talentos a otros equipos de futbolistas como Marc Cucurella, Xavi Simmons, José Ángel Esmorís Angeliño, Takefusa Kubo, Dani Olmo, Alex Grimaldo, Adama Traoré, Carles Aleñá, Monchu, entre varios más, ha sido una constante en la última década.
Barcelona, que supo ser un equipo valioso gracias a los jugadores formados con su propia filosofía, se ha alejado bastante de ese modelo. Como consecuencia también de una directriz de sus dirigentes que desconocieron la escénica y estilo del equipo con contrataciones de directores técnicos que se escapan de las propias raíces dl juego del club, con entrenadores como Ernesto Valverde y Ronald Koeman.
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Alejado de su filosofía, con técnicos que juegan a otro estilo, sin apoyo suficiente a los jugadores de la cantera, humillado deportivamente año tras año, quebrado económicamente y sin un presidente a la cabeza de la institución para palear la crisis, Barcelona se encuentra en uno de los momentos más críticos de su historia.