Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
A Brasil siempre se le ha pedido buen fútbol y un respeto por el balón que se interprete a través de muestras de calidad y, además, resultados positivos. Que sea una selección que cautive, que genere empatía y sentimientos en un país en el que la pelota misma deriva en una posición total en cuanto a las emociones.
Sin embargo, ahora se le exige que tome partido por la situación que se vive en una nación que hace dos días superó el medio millón de personas muertas por COVID-19.
Y por eso que el equipo de Tite lleve dos goleadas (3-0 contra Venezuela y 4-0 frente a Perú) es lo de menos. Incluso, hay quienes reclaman por la postura tan endeble que tomó el grupo cuando se enteró de que serían los anfitriones de la Copa América. Y eso ha hecho que la seleção no sea un asunto de todos como antes, como siempre lo ha sido.
Le puede interesar: Todo lo que necesita saber sobre la Copa América 2021
De hecho, parece que el sopor de la indiferencia ha tocado a varios. “No perdonan lo que está pasando. Claro, hablar de todos los brasileños sería un error. Pero sí la gran mayoría. Y los más grandes recuerdan al equipo de 1982, que en realidad no ganó nada, pero hizo tanto por un país tan necesitado”.
Las palabras son de Luiz Castro, periodista local, que sigue el torneo por televisión desde São Paulo, aunque tuvo la posibilidad de estar cerca del equipo de mayores.
A lo que Castro se refiere es al conjunto que comandó Sócrates, a jugadores reunidos hasta altas horas de la noche debatiendo -y tomando- sobre la postura adecuada frente a la ausencia de la democracia, a las caras de antes que no se ven reflejadas en el ahora, a cuando empezó a tomar sentido todo.
El símbolo de la rebeldía de quienes no solo le pegaban a la pelota, sino al ego de una dictadura militar que veía en sus futbolistas unos enemigos de cuidado, queda en la memoria. Y en estos instantes no hay quién muestre ese tipo de liderazgo.
“Si bien no era sencillo, debieron ser más fuertes en el no inicial para que esta Copa no tuviera lugar”, resalta Castro con relación a Neymar y compañía, al mensaje de Casemiro que luego de unas horas cambió de manera radical.
Lea aquí: Perú desnudó los errores de Colombia en la Copa América
“Es triste ver cómo las instituciones que rigen este deporte tienen un control absoluto en los comportamientos. Y estamos hablando de futbolistas de talla mundial que al final no aguantaron la corriente y se dejaron llevar”.
Curiosamente, mientras se estaba a la espera de una decisión que no fue, Tite, el mismo que dijo que su equipo quería jugar contra Portugal y España, y no frente a los rivales que le tocaron, fue tildado de comunista.
Y los seguidores de Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, se ensañaron con el estratega, al punto de circular imágenes de él con boina y camisetas del Che Guevara como si se tratase de un militante de izquierda y, por ende, un demonio que amenaza el status quo.
El fútbol, el reflejo de la política
Mientras se lleva a cabo la Copa América, el campeonato brasileño sigue su curso. Y es normal que los hinchas estén más pendientes de lo que pasa con sus equipos que con la misma selección.
“Es que la relación entre fútbol y política es muy estrecha. Y el brasileño de a pie está cansado de tanta corrupción y esa cercanía entre ambas esferas perjudica la pelota. Se sabe que Bolsonaro tiene mucha influencia en la Federación, aunque diga que no, y que las conductas están tan relacionadas que causan repudio”, añade Castro.
Entonces podemos hablar de que el pueblo se muestra antipático al torneo y que hay sectores que quieren que todo termine rápido, sin importar el resultado, para poder prestarles atención a los problemas que aquejan a la sociedad, a la mayor caída del PIB en los últimos 25 años (4,1 %) y a una tasa de desempleo que ya va por el 14,7 % (14,8 millones de personas).
En contexto: Chile empató con Uruguay en la Copa América
Para los brasileños un mes (o lo que dure esta Copa) puede ser una vida entera, hora por hora, mientras que la pandemia arrasa con todo a su paso, mientras que el 12,8 % de la población vive en la pobreza extrema (con menos de US$8,20 por día), mientras que Bolsonaro festeja cada buen resultado.
Que Brasil lleve seis puntos en dos salidas y siete goles a favor importa poco, casi nada. Ni siquiera que en las eliminatorias rumbo a Catar 2022 sea primero y desde ya vaya garantizando su cupo a la próxima Copa del Mundo.
El rival de Colombia, una Colombia mermada (este miércoles, 7:00 p.m., por el Gol Caracol), puede estar muy por encima del resto, pero a la vez se ubica muy por debajo en la aceptación de sus compatriotas, que siguen creyendo que esta edición del torneo más antiguo de naciones es solo la esencia de lo absurdo.
Por ahora el tenso escenario se trata de suavizar con la pelota, así nadie le preste atención.