Carlos Sánchez y la llamada del destino
En 2007, Julio Comesaña intentó contactar sin éxito a Jorge Luis Pinto, DT de Colombia, para recomendarle al volante chocoano. Dos días después, curiosamente, el estratega santandereano lo llamó a preguntarle por él. Estaba escrito que triunfaría en el equipo nacional. Hoy es uno de los fijos para Rusia 2018.
Thomas Blanco Lineros- @thomblalin
Llueve en Bogotá, llueve duro. El 14 de octubre de 2007 era un día especial: Colombia iniciaba un nuevo capítulo en las Eliminatorias rumbo al Mundial de Sudáfrica 2010 frente a un Brasil que metía miedo. Basta con nombrar a Ronaldinho, Adriano, Kaká, Roberto Carlos y Ronaldo. Las tuberías están a reventar y la cancha del estadio El Campín está inundada. El partido se suspende unos minutos y mientras tanto todo el país analiza un nombre desconocido que aparece en la nómina titular y que debuta con la tricolor en un partido oficial: Carlos Sánchez. Nadie lo conoce, dicen que acaba de irse a jugar a Francia, respondieron algunos periodistas deportivos.
Y todo tiene su origen. Unos meses antes, el experimentado entrenador uruguayo Julio Comesaña viajó a su país a ver partidos de los equipos de Montevideo. Y uno de esos días, cuando estaba viendo a River Plate, notó que la escueta, pero aguerrida hinchada del equipo coreaba un nombre con afecto. “¡Dale, colombiano, dale!”. Ese cariño especial llamó la atención de Comesaña. (Lea también: Colombia remontó y venció a Francia en París)
Y después entendió todo: el juvenil chocoano tenía personalidad, buen pase, era fuerte y muy técnico. Muerto de curiosidad fue a hablar con Juan Ramón Carrasco, entrenador del equipo.
-¿Quién es ese colombiano, Ramón?
-Es Carlos Sánchez. Un jugador con una técnica depurada. Aquí se ha hecho fuerte y ha adquirido la garra y el empuje de los futbolistas uruguayos. Está completito.
“Tengo que ponerlo en el radar del seleccionador de su país”, fue el pensamiento con el que se quedó Comesaña. Pero no logró contactarse con Jorge Luis Pinto.
Al segundo día, las ecuaciones del destino hicieron lo suyo. Sonó el teléfono del entrenador uruguayo, era Pinto. El santandereano estaba averiguando por Sánchez.
“Julio, yo sé que no hablamos mucho, pero es que quiero saber si conoces algo de él”, dijo Jorge Luis, mientras la risa del timonel uruguayo invadió la conversación. (Lea también: Falcao: "Esto no es nada. El objetivo es la Copa del Mundo)
“Perdóname, Jorge Luis. Es que no puedo creerlo: llevo dos días buscándote para hablar de ese chico. Llámalo, dale rodaje. Te digo, vale la pena”. El destino decretó lo inevitable y el chocoano debutó oficialmente con la selección de mayores frente a Brasil. Y desde ese momento nadie ha olvidado su nombre.
La Roca es tímido, sencillo, sensible, alegre. Una antítesis de lo que es en la cancha: un soldado dispuesto a dar la vida por su equipo. Encarna el viejo adagio que dice: “No vivas para que tu presencia se note, sino para que tu ausencia se sienta”. Y cuando no está, la selección lo ha sentido. Como en la eliminación ante Argentina en la Copa América 2015. Un hombre de trabajo silencioso, a veces infravalorado. “Son muchos los jugadores que quisieran estar y ellos no tienen ese privilegio, así que una vez te pongas la camiseta de Colombia, no hay que devolverla jamás. Eso me lo dijo Jorge Luis Pinto”, recuerda Carlos, quien desde ese 14 de octubre de 2007 nunca la soltó. “En la vida hay coincidencias con significado. Estaba destinado a pasar”, concluye Comesaña.
Thomas Blanco Lineros- thomblalin
Llueve en Bogotá, llueve duro. El 14 de octubre de 2007 era un día especial: Colombia iniciaba un nuevo capítulo en las Eliminatorias rumbo al Mundial de Sudáfrica 2010 frente a un Brasil que metía miedo. Basta con nombrar a Ronaldinho, Adriano, Kaká, Roberto Carlos y Ronaldo. Las tuberías están a reventar y la cancha del estadio El Campín está inundada. El partido se suspende unos minutos y mientras tanto todo el país analiza un nombre desconocido que aparece en la nómina titular y que debuta con la tricolor en un partido oficial: Carlos Sánchez. Nadie lo conoce, dicen que acaba de irse a jugar a Francia, respondieron algunos periodistas deportivos.
Y todo tiene su origen. Unos meses antes, el experimentado entrenador uruguayo Julio Comesaña viajó a su país a ver partidos de los equipos de Montevideo. Y uno de esos días, cuando estaba viendo a River Plate, notó que la escueta, pero aguerrida hinchada del equipo coreaba un nombre con afecto. “¡Dale, colombiano, dale!”. Ese cariño especial llamó la atención de Comesaña. (Lea también: Colombia remontó y venció a Francia en París)
Y después entendió todo: el juvenil chocoano tenía personalidad, buen pase, era fuerte y muy técnico. Muerto de curiosidad fue a hablar con Juan Ramón Carrasco, entrenador del equipo.
-¿Quién es ese colombiano, Ramón?
-Es Carlos Sánchez. Un jugador con una técnica depurada. Aquí se ha hecho fuerte y ha adquirido la garra y el empuje de los futbolistas uruguayos. Está completito.
“Tengo que ponerlo en el radar del seleccionador de su país”, fue el pensamiento con el que se quedó Comesaña. Pero no logró contactarse con Jorge Luis Pinto.
Al segundo día, las ecuaciones del destino hicieron lo suyo. Sonó el teléfono del entrenador uruguayo, era Pinto. El santandereano estaba averiguando por Sánchez.
“Julio, yo sé que no hablamos mucho, pero es que quiero saber si conoces algo de él”, dijo Jorge Luis, mientras la risa del timonel uruguayo invadió la conversación. (Lea también: Falcao: "Esto no es nada. El objetivo es la Copa del Mundo)
“Perdóname, Jorge Luis. Es que no puedo creerlo: llevo dos días buscándote para hablar de ese chico. Llámalo, dale rodaje. Te digo, vale la pena”. El destino decretó lo inevitable y el chocoano debutó oficialmente con la selección de mayores frente a Brasil. Y desde ese momento nadie ha olvidado su nombre.
La Roca es tímido, sencillo, sensible, alegre. Una antítesis de lo que es en la cancha: un soldado dispuesto a dar la vida por su equipo. Encarna el viejo adagio que dice: “No vivas para que tu presencia se note, sino para que tu ausencia se sienta”. Y cuando no está, la selección lo ha sentido. Como en la eliminación ante Argentina en la Copa América 2015. Un hombre de trabajo silencioso, a veces infravalorado. “Son muchos los jugadores que quisieran estar y ellos no tienen ese privilegio, así que una vez te pongas la camiseta de Colombia, no hay que devolverla jamás. Eso me lo dijo Jorge Luis Pinto”, recuerda Carlos, quien desde ese 14 de octubre de 2007 nunca la soltó. “En la vida hay coincidencias con significado. Estaba destinado a pasar”, concluye Comesaña.
Thomas Blanco Lineros- thomblalin