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César Menotti habría cumplido 86 años, un día como hoy

El estratega argentino murió el 5 de mayo de 2024. Ese día su cuerpo abandonó toda esperanza, pero, gracias al Campeonato del Mundo de 1978, aquel cuerpo, abandonado en la tierra, logró alcanzar la inmortalidad.

Juan Diego Forero Vélez - @JuanDiegoFore10
23 de octubre de 2024 - 01:24 a. m.
César Luis Menotti, con la Copa del Mundo.
César Luis Menotti, con la Copa del Mundo.
Foto: AFA

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Para poder ganar tres Copas del Mundo se necesitan agallas y terquedad. La gloria que todos persiguen se encuentra escondida en un lugar pequeño y oscuro, ubicado en la cabeza de algunas personas especiales. No está revoloteando por ahí en el exterior ni pérdida en cuentos de fantasía, está a la vista de todos, esperando ser encontrada por algún valiente.

Lionel Scaloni encontró las agallas y la gloria que permanecían adormecidas en las cabezas de los jugadores argentinos. Extrajo, con unas pinzas diminutas y unos guantes de látex, la terquedad que yacía oculta en el recuerdo lejano de una época llena de éxitos y finales ganadas. Borró con el antebrazo las lágrimas derramadas y las convirtió en una fuente de inspiración y deseo, pero, antes que él, hubo otro que logró más, que le dio a Argentina el título de candidato omnipresente, que le otorgó al pueblo argentino la capacidad de soñar en grande. Su nombre era César Luis Menotti, ‘El Flaco’, ‘La Enciclopedia del Fútbol’.

Menotti nació tres veces, o hasta cuatro o cinco. Su padre, Antonio Menotti, lo registró el 5 de noviembre de 1938 en Rosario por un error que, mientras vivió, Luis siempre trató de aclarar, siempre que pudo. Y aunque en los libros aparece que nació ese día, ‘El Flaco’ siempre celebró su cumpleaños el 22 de octubre. Así que, en honor a esa cabeza canosa, de convicciones radicales, con una latente afición por el juego ofensivo y por no callarse nada, celebramos hoy el que sería su cumpleaños número 86.

El tercer nacimiento de César Luis fue en 1960, en Rosario Central, el equipo de su alma. Arraigado a su espíritu con tanta fuerza que por poco lo mata el desamor que le generó no haberle regalado una copa, y eso que como jugador profesional no lo hizo mal, no del todo. El Flaco ganó la Liga Argentina con Boca Juniors en el 65 y el Campeonato Paulista con Santos, en el 68 y se retiró.

Esos títulos le valieron para entender la pelota mejor que ningún otro ser humano de la época; fueron suficientes para marcarlo de por vida, e incluso un poco más allá de la muerte; le generaron un impacto tan poderoso, que con el tiempo se volvió reacio a llamarle de otro modo a ese artefacto que él consideraba un ser vivo. Para él la pelota lo era todo, era sinónimo de alegría, de festividad y de regocijo. “La pelota es como tu vieja, es tu hermana de la vida. La que el pibe sueña tener en una villa. La pelota es la que mi viejo una vez sacó de un paquete amarillo, la que tiró al aire para que nosotros corriéramos como locos, detrás de ella. ¿Por qué dicen ‘el balón’? La pelota es de la gente, es la que hacía tu vieja con una media”.

Cuando Menotti se retiró y se convirtió finalmente en entrenador de Newell’s All Boys, nació de nuevo, evolucionó, cambió de forma y de vida. El mundo lo dejó de reconocer como el jugador duro, pétreo y con voz desgarrada que pretendía pasar desapercibido, y se acostumbró a verlo como el estratega que creaba, de la nada, del barro díscolo, la actitud más depredadora que un equipo de fútbol podría tener, con los jugadores que tenía a la mano.

Si bien no ganó todo como entrenador y fue criticado muchas veces por su vacío palmarés, ganó lo necesario, y lo ganó de una forma tan personal y genuina, que su rastro y su aroma siguen presentes en la actualidad, en cada partido que juega la Selección de Argentina.

Quién podría juzgarlo por no haber alineado a Diego Maradona en la final del Mundial del 78. Quién se atrevería a cuestionar ahora su liderazgo y visión, si ese día, el 25 de junio de 1978, ganó el primer Mundial de Argentina por goleada, contra Países Bajos, con doblete de Mario Alberto Kempes incluido. La Copa, querida y perseguida por todos casi con patológica locura, fue conseguida por él casi sin esfuerzo. La ganó incluso perdiendo un partido en fase de grupos, contra Italia, la ganó siendo fiel a su estilo aguerrido.

El único, tal vez, que jamás le perdonó aquella ofensa fue el mismo Diego, que, aunque guardó ese momento como uno de fútil, siempre aseguró que El Flaco fue su mejor entrenador. “Si yo tuviera que comprar el libro del fútbol, me compraría uno escrito por Menotti”, aseguró Maradona una vez, con cara de pocos amigos.

Feliz cumpleaños Flaco. Donde sea que estés, seguro estás jugando con la pelota.

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Por Juan Diego Forero Vélez - @JuanDiegoFore10

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